Dicen los expertos que lo último que pierde un moribundo es el oido y el tacto. Haciendo traslado de esta opinión profesional al campo social, sí que podríamos afirmar que es así.
Cuando un Gobierno va perdiendo el “sentido” original de su mandato se constata que los últimos gritos que oirá serán los gritos de los pobres, los gritos de las injusticias, los gritos contra su indiferencia y al mismo tiempo “sentirá” en sus propias carnes que las heridas se sienten e infectan.
No se llega al Gobierno para “recolocar poderes fácticos” o “reutilizar medianías de Institutos”; eso será, siempre, lo último que oiga y sienta, avergonzado, cuando tenga que abrir la puerta del poder para salir por ella, cabizbajo.
La política debería ser declarada “obra social de interés general” y cuando se comiencen a ver los primeros vestigios de “intereses personales”, los mismos que la proclamaron “obra social” deberían condenarla al cementerio del olvido o por lo menos al “purgatorio” de la reparación.
Indultar siempre será comprensible, amnistiar sin condiciones sólo se hace en los estertores previos a la muerte, como venganza contra los que vienen.
También se ha dicho siempre, con esperanza: “Dios proveerá”, SÍ... pero después de tantos siglos, hasta DIOS ha modificado las condiciones... “PROVEERÁ SI SE ORA ET LABORA” y siempre en equipo.
Ahora, que comienzan a morir algunos, sin distinción de escalas sociales, ahora se darán cuenta de que lo último que se oye es “EL GRITO DE LOS POBRES” y lo último que se siente es “EL FRIO DE LA IMPOTENCIA”.
Cada cual elige, en esta vida, el abrevadero donde comer y beber... pero no debe olvidarse que hasta el final se OYEN y se SIENTEN los gritos de LIBERTAD y el dolor del DESPRECIO.
¡¡DIOS LO HIZO TODO MUY BIEN y sobre todo MUY JUSTO!!
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