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Nos abruman las motivaciones escondidas; brujulean a su antojo

Tramas insondables

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Ansiamos saber de todo, y en cierto modo es natural, porque de cada cosa apenas sabemos nada; montamos los andamiajes para funcionar en los quehaceres diarios a base arreglos esporádicos. En algunos casos, hasta nos dejan boquiabiertos esas soluciones momentáneas. Estamos enraizados en una curiosa madeja de difícil enjuiciamiento global. Los pretendidos EQUILIBRIOS en esa infinidad factores influyentes se distribuyen en dos sectores determinantes, los individuales y los configurados a través de ciertos colectivos. El insaciable dinamismo de ese conjunto contribuye de manera inclemente a la agitación permanente en la cual nos vemos inmersos.


Suele suceder a menudo eso de encontrarnos convencidos de una situación con cierta estabilidad, que al menor contratiempo se descontrola, poniendo de manifiesto sus carencias estructurales. Cuando se ahonda en el estudio de los eventos y de las ideas, surgen impertérritas nuevas condiciones desconocidas o mal interpretadas. Pronto queda de manifiesto la IMPOTENCIA de cualquier humano para comprender el conjunto de las circunstancias. Debido a ello, ese funcionamiento siempre provisional, se transforma en el sino inesquivable, que delimita cualquier valoración pretendida desde cualquier esfera existencial. Asumir sus consecuencias prácticas se convierte demasiadas veces en una asignatura pendiente.


En este sentido, veamos alguna pincelada centrada en los haikus:


Hay muchos tomos

En torno a la justicia.

La vida cruje.


Nadie ha conseguido ratificar a la justicia como parte natural integrante de este mundo; en todo caso, lo contrario. Las injusticias abarcan desde lo más natural a lo artificioso. Que se escribe mucho sobre ello y cada uno defiende sus intereses, eso no lo discute nadie. Los obstáculos comienzan desde los primeros intentos definitorios. Los matices, pronto se convierten en abrumadoras dificultades. Mientras las disquisiciones se eternizan, los avances titilan con alarmante fragilidad. Sobre las personas se crean reiteradas e intolerables desproporciones, con los consiguientes sufrimientos.


El desespero

Cruel y fiero, atosiga.

Pero, esos ojos…


Con el paso sucesivo de los días, el lastre acumulado es notable. En parte, nuestras apetencias no concuerdan con las de los demás; pero, sobre todo, en la serie de comportamientos se suman incongruencias peligrosas. Tendemos a lamentarnos cabizbajos, porque son muchos los despropósitos. Pero, no conviene obcecarnos con estas facetas de la vida. Es mejor reconstituyente la contemplación de esa mirada limpia, abarcadora y anhelante, de los niños; con su potente calidez, se abren a todas las posibilidades gratificantes, de empeños solidarios, de anhelos en pos de la belleza y las bondades.


Vasta hojarasca

Ocupa el panorama.

Caen gotas fiables.


Bregamos a diario en unos entornos donde las venturas se hacen de rogar, y cuando aparecen, suelen durar poco. Las desventuras se ofrecen a granel con abundancia de variedades. Por consiguiente, cobra prestancia el esmero requerido para el reconocimiento del goteo de aportaciones fiables, evitarles los obstáculos y propiciar aquellos acompañamientos favorecedores de dichas presencias. Si nos entretenemos con la hojarasca, dificultamos las vivencias venturosas.


Miras lo que ves

Con aire placentero.

Lo que ves, no es.


Suele pasar, a fuerza de mirar, vemos fantasmas in apercibirnos de ello. El reflejo de nuestros alientos sobre las cosas es una realidad exclusiva y particular. Es relativamente frecuente el desliz por divagaciones de poco fuste. La frustración nos acomete después, cuando el topetazo con el exterior o el reconcomio por los adentros, nos muestra flotando en esferas imaginarias. Hay que andar con tiento en esta cuestión, origina afectos y desafectos importantes, no pocas veces irreversibles.


Calma en el bosque

Cuando cruje la rama.

El ciervo escapa


La placidez en un momento dado, no siempre es lo que aparenta; es cuestión también de sensibilidades, de experiencias previas, de ignorancias y de las cualidades particulares. El bosque trabaja en silencio, el montañero recorre los senderos y el ciervo inocente se alarma, intuye los peligros. El enredo cuántico ya se anuncia en este cruce de perspectivas. También se intuyen las artes implicadas en las presencias respectivas. Las líneas rectas se tuercen y los laberintos multiplican sus salidas.


Materia oscura

Y espíritus complejos.

Axiones libres


Sin duda, pretendemos saber demasiado. Y eso parece encomiable, siempre que no falte ese conocimiento de los límites, con la franqueza y la humildad necesarias. Entre materia y energía, del Universo apenas logramos la detección de un modesto 5 %, según los más preclaros investigadores. ¿Qué significa ese hueco que contiene ese 95 %? Su comprensión, ni se acerca a las intuiciones, ni se avizora su rastro; constituye un reflejo fiel de la entidad humana.


En lo referente al espíritu, los detalles biológicos y la psicología, apenas enlazan con la propia existencia. Ni bosones ni neutrinos entablan relaciones explicativas con ideas o quimeras. Incluso los axiones novedosos en torno al asunto de la materia oscura, no indican nada significativo sobre las estratagemas del cerebro. Los descubrimientos son impresionantes; ahora bien, las CONCLUSIONES se acercan a esa idea de materiales indetectables.


Es decir, nos enfrentamos a dos amplios SECTORES vitales. El campo de lo intangible, susceptible de incursiones y proyecciones, pero tan distante como ajeno a las demostraciones. Y el campo que no dejaré de nombrarlo como comunitario, sin exclusiones vanas; es donde la aplicación de las mejores artes humanas ha de efectuarse, con los horizontes en perspectiva, pero sin perder el tino.

Si el camino es de por sí arduo y proliferan las complicaciones, no consigo explicarme la escasa tendencia a las colaboraciones. Prolifera una enorme propensión a las tareas DISGREGADORAS, como si no sirviera para nada la capacidad razonadora ni apreciaramos la concordia comunitaria.

Tramas insondables

Nos abruman las motivaciones escondidas; brujulean a su antojo
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 12 de julio de 2024, 09:13 h (CET)

Ansiamos saber de todo, y en cierto modo es natural, porque de cada cosa apenas sabemos nada; montamos los andamiajes para funcionar en los quehaceres diarios a base arreglos esporádicos. En algunos casos, hasta nos dejan boquiabiertos esas soluciones momentáneas. Estamos enraizados en una curiosa madeja de difícil enjuiciamiento global. Los pretendidos EQUILIBRIOS en esa infinidad factores influyentes se distribuyen en dos sectores determinantes, los individuales y los configurados a través de ciertos colectivos. El insaciable dinamismo de ese conjunto contribuye de manera inclemente a la agitación permanente en la cual nos vemos inmersos.


Suele suceder a menudo eso de encontrarnos convencidos de una situación con cierta estabilidad, que al menor contratiempo se descontrola, poniendo de manifiesto sus carencias estructurales. Cuando se ahonda en el estudio de los eventos y de las ideas, surgen impertérritas nuevas condiciones desconocidas o mal interpretadas. Pronto queda de manifiesto la IMPOTENCIA de cualquier humano para comprender el conjunto de las circunstancias. Debido a ello, ese funcionamiento siempre provisional, se transforma en el sino inesquivable, que delimita cualquier valoración pretendida desde cualquier esfera existencial. Asumir sus consecuencias prácticas se convierte demasiadas veces en una asignatura pendiente.


En este sentido, veamos alguna pincelada centrada en los haikus:


Hay muchos tomos

En torno a la justicia.

La vida cruje.


Nadie ha conseguido ratificar a la justicia como parte natural integrante de este mundo; en todo caso, lo contrario. Las injusticias abarcan desde lo más natural a lo artificioso. Que se escribe mucho sobre ello y cada uno defiende sus intereses, eso no lo discute nadie. Los obstáculos comienzan desde los primeros intentos definitorios. Los matices, pronto se convierten en abrumadoras dificultades. Mientras las disquisiciones se eternizan, los avances titilan con alarmante fragilidad. Sobre las personas se crean reiteradas e intolerables desproporciones, con los consiguientes sufrimientos.


El desespero

Cruel y fiero, atosiga.

Pero, esos ojos…


Con el paso sucesivo de los días, el lastre acumulado es notable. En parte, nuestras apetencias no concuerdan con las de los demás; pero, sobre todo, en la serie de comportamientos se suman incongruencias peligrosas. Tendemos a lamentarnos cabizbajos, porque son muchos los despropósitos. Pero, no conviene obcecarnos con estas facetas de la vida. Es mejor reconstituyente la contemplación de esa mirada limpia, abarcadora y anhelante, de los niños; con su potente calidez, se abren a todas las posibilidades gratificantes, de empeños solidarios, de anhelos en pos de la belleza y las bondades.


Vasta hojarasca

Ocupa el panorama.

Caen gotas fiables.


Bregamos a diario en unos entornos donde las venturas se hacen de rogar, y cuando aparecen, suelen durar poco. Las desventuras se ofrecen a granel con abundancia de variedades. Por consiguiente, cobra prestancia el esmero requerido para el reconocimiento del goteo de aportaciones fiables, evitarles los obstáculos y propiciar aquellos acompañamientos favorecedores de dichas presencias. Si nos entretenemos con la hojarasca, dificultamos las vivencias venturosas.


Miras lo que ves

Con aire placentero.

Lo que ves, no es.


Suele pasar, a fuerza de mirar, vemos fantasmas in apercibirnos de ello. El reflejo de nuestros alientos sobre las cosas es una realidad exclusiva y particular. Es relativamente frecuente el desliz por divagaciones de poco fuste. La frustración nos acomete después, cuando el topetazo con el exterior o el reconcomio por los adentros, nos muestra flotando en esferas imaginarias. Hay que andar con tiento en esta cuestión, origina afectos y desafectos importantes, no pocas veces irreversibles.


Calma en el bosque

Cuando cruje la rama.

El ciervo escapa


La placidez en un momento dado, no siempre es lo que aparenta; es cuestión también de sensibilidades, de experiencias previas, de ignorancias y de las cualidades particulares. El bosque trabaja en silencio, el montañero recorre los senderos y el ciervo inocente se alarma, intuye los peligros. El enredo cuántico ya se anuncia en este cruce de perspectivas. También se intuyen las artes implicadas en las presencias respectivas. Las líneas rectas se tuercen y los laberintos multiplican sus salidas.


Materia oscura

Y espíritus complejos.

Axiones libres


Sin duda, pretendemos saber demasiado. Y eso parece encomiable, siempre que no falte ese conocimiento de los límites, con la franqueza y la humildad necesarias. Entre materia y energía, del Universo apenas logramos la detección de un modesto 5 %, según los más preclaros investigadores. ¿Qué significa ese hueco que contiene ese 95 %? Su comprensión, ni se acerca a las intuiciones, ni se avizora su rastro; constituye un reflejo fiel de la entidad humana.


En lo referente al espíritu, los detalles biológicos y la psicología, apenas enlazan con la propia existencia. Ni bosones ni neutrinos entablan relaciones explicativas con ideas o quimeras. Incluso los axiones novedosos en torno al asunto de la materia oscura, no indican nada significativo sobre las estratagemas del cerebro. Los descubrimientos son impresionantes; ahora bien, las CONCLUSIONES se acercan a esa idea de materiales indetectables.


Es decir, nos enfrentamos a dos amplios SECTORES vitales. El campo de lo intangible, susceptible de incursiones y proyecciones, pero tan distante como ajeno a las demostraciones. Y el campo que no dejaré de nombrarlo como comunitario, sin exclusiones vanas; es donde la aplicación de las mejores artes humanas ha de efectuarse, con los horizontes en perspectiva, pero sin perder el tino.

Si el camino es de por sí arduo y proliferan las complicaciones, no consigo explicarme la escasa tendencia a las colaboraciones. Prolifera una enorme propensión a las tareas DISGREGADORAS, como si no sirviera para nada la capacidad razonadora ni apreciaramos la concordia comunitaria.

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Hoy en día hablar de las personas mayores es situarnos en una realidad objetiva. Están llamadas a vivir desde ya en plenitud, pero han entrado en la jubilación y tienen menos ocupaciones, se sienten encerradas en sus pequeños mundos personales.

Se atribuye a Mario Benedetti la afirmación de que “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”. La verdad es que la frase se debe, según parece, no al uruguayo, sino a Jorge Enrique Adoum, escritor ecuatoriano y autor de “Entre Marx y una mujer desnuda”, que leí en mi posadolescencia, cuando eran asimismo otras las preguntas, casi iniciándose nuestra transición política.

Cuando acumulamos expectativas es frecuente que nos asedien las frustraciones, con ese sino tan reiterativo de inclinar progresivamente la balanza hacia las insatisfacciones. Aunque todos disponemos de momentos mágicos determinados para abstraernos de los sucesivos lamentos; para centrarnos en alguno de los espectáculos que se nos presentan por delante.

 
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