¿Dónde se sitúa la línea divisoria o frontera médica entra la locura y la cordura? ¿El cuadro pictórico que ilustra este post ha sido creado por una mente cuerda o loca? ¿Qué ves en el cuadro abstracto? ¿Un ojo, el centro del universo, la flecha del tiempo, el todo en permanente movimiento, un elefante escondido...? ¿O todo a la vez? Oh, bien, nada de lo dicho.
¿Es posible diagnosticar la locura en sus distintas versiones: neurosis, psicosis, paranoia, depresión, melancolía, esquizofrenia y una infinidad de trastornos y síndromes difusos por la neurología, la psicología clínica y/o la psiquiatría? Alrededor del gen de la locura hay más mitos, suposiciones e intereses creados de los que imaginas.
Cerebro total y holístico
Este es un artículo más de preguntas que de afirmaciones rotundas. El cerebro como ente físico tangible ha sido y está siendo medido y estudiado hasta sus más recónditos vericuetos. Y aún es un misterio sin resolver. Hablamos y se activan una o varias áreas cerebrales. Pensamos, amamos, odiamos, dormimos, creamos expectativas y cultura, imitamos conductas, hacemos la guerra y la paz, aprendemos, olvidamos y un inmenso etcétera y sucede lo mismo. Sin embargo, ese saber sigue siendo insatisfactorio e incompleto. Al parecer, el cerebro trabaja holísticamente con todo el cuerpo, es decir hacemos y pensamos con todo lo que somos, carne, huesos, vísceras, sangre y procesos complejos interviniendo a la vez en esa incógnita bajo el amplio rubro existencial de vida o consciente.
Desde principios del siglo XX, con la genética dando sus primeros balbuceos, la ciencia viene buscando el gen de la locura. Y hasta la fecha, nada de nada. La mayoría de los estudios con varias generaciones familiares, gemelos y mellizos adoptados y no para aislar a ese gen predispuesto a la heredabilidad de cualquier locura, la empresa ha sido estéril. Eso sí, la inmensa mayoría de estudios han sido manipulados sutilmente, antes, durante y después de la recogida de datos, para dar resultados sesgados que proponen de modo confuso que sí, que detrás de la locura podría haber un gen en forma de gnomo travieso que volviera locas y locos a las personas portadoras de ese estigma genético.
¿Quiénes siguen manteniendo, contra toda evidencia científica, que la locura tiene bases genéticas? Los propios científicos para justificar sus costosísimos proyectos de investigación, los grandes emporios de comunicación global y el conglomerado de poder casi omnímodo de la industria transnacional farmacéutica. Si la enfermedad desaparece o se reduce de manera significativa los beneficios de decenas de millones de euros de las productoras de medicamentos caerían espectacularmente, razón por la cual mejor es crear enfermedades crónicas de por vida que curarlas de raíz. Una persona sana no interesa a la industria farmacéutica pero sí un o una paciente enganchada de por vida a un fármaco que sin matar te mantiene en esa tierra de nadie de la enfermedad controlada pero jamás neutralizada del cuerpo doliente. Eso sin hablar de los efectos secundarios de las adicciones legalizadas de larga duración.
Los estudios fallidos en busca de ese gen remiso a hacerse visible que dé cuenta de la supuesta base genética de la (s) locura (s) han sido denunciados pormenorizadamente por científicos críticos que nunca han tenido la audiencia debida en los medios de comunicación de masas. Esta corriente alternativa no dice o se posiciona, sin más, en el frente cultural o ambientalista frente al origen genético de la locura. Su postura es más compleja, fina y matizada, defendiendo que el ambiente, la cultura y las condiciones materiales y sociales inciden en las causas de la aparición de la locura, sin descartar algún tipo de predisposición genética hasta hoy mismo no hallada a pesar de las ingentes cantidades de dinero privado y público dedicadas a la investigación de tal eventualidad.
La corriente crítica silenciada por los grandes medios de audiencia pública y escaparates científicos oficiales y oficiosos también se hace una pregunta de fondo muy importante, de resonancias cuasi filosóficas: ¿qué es eso que denominamos con tanta ligereza mente? ¿Un ente metafísico o algo que “está ahí”? Para muchas personas mente presenta obvias reminiscencias del alma medieval. Este grupo de científicas y científicos considera o basa sus hipótesis de partida en que somos cuerpo y que lo que llamamos instrumentalmente mente es un proceso o función del propio ente corporal. Por tanto, bajo esta premisa radical la psiquiatría debería dejar de ser una especialidad médica y entrar a formar parte del colectivo de paramedicinas o pseudociencia donde se encuentran ya la homeopatía o la astrología, por solo poner dos ejemplos conocidos al alcance de un clic a Wikipedia de todas las personas lectoras. Incluso muchas personas académicas y con dilatada experiencia clínica comentan que lo máximo que puede llevar a cabo un/una profesional de la psiquiatría con sus pacientes es escuchar, tomar nota y callar con empatía y nunca plantear intervenciones proyectivas que invadan la intimidad e idiosincrasia de cada “persona enferma”. Por supuesto, en ocasiones de violencias y autoagresiones de especial gravedad cabría intervenir con fármacos y dosis adecuadas para atajar tales momentos de difícil resolución inmediata. En cualquier caso, las terapias no invasivas parecen ofrecer mejores resultados que las intervenciones quirúrgicas o prescripciones farmacológicas.
Corriente crítica silenciada
Dicen asimismo los y las integrantes de la corriente crítica que pobreza, abandono infantil, graves problemas materiales, alimentación deficiente, hábitats deteriorados, ausencia de escolarización, machismo activo, relaciones personales y sociales conflictivas o degradadas, así como otras causas o correlaciones similares a las descritas o derivadas de las referidas, tienen una incidencia recurrente en las personas diagnosticadas de alguna locura clínica oficial y rigurosamente académica. No obstante, el sistema, llámalo como quieras y mejor se adapte a tu modo de pensar y ser, capitalista, neoliberal..., prefiere obviar estas causas o correlaciones de índole social para no cambiar las estructuras económicas del modo de vida occidental. Si las causas son sociales, los poderes públicos tendrían que tomar medidas políticas de fondo para erradicar la situación actual. Y eso afectaría al sistema fiscal vigente, los estilos de vida ultracompetitivos y la democratización socioeconómica y real de nuestro mundo que ahora conocemos. Muchos privilegios se irían al traste de golpe y porrazo mientras la igualdad asomaría lozana por el horizonte.
Detrás de la búsqueda infructuosa del gen de la locura hay razones ideológicas de mucho peso específico. Si ese presunto y jamás detectado gen de las presuntas locuras saliera a la palestra, todo estaría meridianamente claro: las personas locas llevan la locura en su propio ser o cuerpo, por tanto la sociedad no sería responsable de ellas. Viviríamos entonces en el mejor de los mundos posibles: nadie sería culpable de la locura ajena, ni tan siquiera de la propia. De ahí a proponer soluciones finales eugenésicas o de esterilización de hombres y mujeres locas va un solo paso. ¿Exageración? Miremos la Alemania nazi... ¿Un ejemplo raro, extemporáneo y lejano? Pues ahí van otros: en Suecia, Finlandia, Dinamarca y EEUU y otros países más o menos periféricos estuvieron en vigor leyes de esterilización obligatoria hasta la década de los 70 del pasado siglo, apenas ayer mismo. ¡Oh, no, en los países avanzadísimos escandinavos de mujeres y hombres arios, guapos, altos, socialdemócratas y de sensatez ecuánime y equilibrada y en el país USA líder y faro de todas las democracias habidas y por haber! Mucho ojo que el ascenso de los fascismos varios huele a putrefacto deja vu de mayoría silenciosa de clase media que va a lo suyo y nunca se mete con nadie aunque “!basta ya de negros, maricones, bolleras, trans, zurdos y zurdas (Milei dixit) y feminazis!”. Esas personas jamás se meten en política, ¿verdad?
Siempre la política
La frontera entre la cordura y la locura es política. Las definiciones y los diagnósticos cambian en función de los intereses sociopolíticos y socioeconómicos históricos en juego. Desde tiempos inmemoriales esa raya imaginaria entre lo presuntamente cuerdo o loco se ha trazado para marginar a disidentes, librepensadores, brujas, comunistas, marxistas, anarquistas, herejes, ateos, gais, lesbianas, rebeldes y “personas pervertidas” o alternativas de toda índole y condición. La normalidad cabe buscarla en la sumisión al orden establecido. Miremos la historia al detalle y saquemos nuestras propias conclusiones.
Para fomentar la reflexión personal y social, terminamos con más preguntas. ¿Es locura o cordura estar colgado al fútbol las 24 horas, los 7 días de la semana? ¿Es de personas cuerdas o locas llamar ocio a pasarse la jornada completa en un centro comercial consumiendo sin freno bagatelas innecesarias de todo tipo? ¿Es de mentes locas o cuerdas usar el coche hasta para desplazarse al bar de la esquina? ¿Habitan un cuerpo loco o cuerdo aquellas personas que se adaptan al sistema en vigor hasta casi la humillación personal bajando la cabeza cuando ven o son testigos de una injusticia social a una sola mirada de su ética vacilante?
El debate está servido...
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