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Ángulos ciegos

En esto de ver y no ver, surgen imágenes chocantes y tozudas a la vez, porque compiten las apariencias con las realidades
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 26 de julio de 2024, 08:43 h (CET)

Una de las características modelada por el ángulo es su apertura, sus lados delimitan el grado de su amplitud con el fondo ilimitado. Al hablar de mirar las cosas, está clara la importancia de la dirección establecida y nuestra capacidad de colocarle obstáculos, somos agentes activos. En el diseño de los automóviles aparecen las zonas invisibles para el conductor, ángulos muertos. Extendida la idea a las actividades cotidianas, también la dirección del enfoque y los obstáculos son definitorios; pueden llegar a convertir la amplitud del horizonte accesible en una CEGUERA parcial o absoluta. En los sectores afectados aparecen secuelas de carácter inquietante. La atención prestada a estas orientaciones será decisiva.


En esto de ver y no ver, surgen imágenes chocantes y tozudas a la vez, porque compiten las apariencias con las realidades. Pueden pasar desapercibidos los desajustes o ser muy evidentes, experimentarlos todos los días o sólo percibirlos de forma esporádica. Cuando nos observamos de frente o de perfil ante un ESPEJO, quedan patentes los matices en la imagen reflejada, las señales corporales, los visajes, algunas sorpresas y hasta los signos indirectos de algunas realidades particulares. Con idéntica naturalidad se agranda, entreverada, la amplitud del correspondiente ángulo ciego. Intuimos en primer lugar, para reafirmarnos después, de las muchas circunstancias y elementos, que permanecen fuera de la visión de ese momento.


Es una cuestión de prestar la suficiente atención sobre aquello que observamos, para poder deslindar la verdadera apreciación y darnos cuenta de cuanto no llegamos a detectar; con frecuencia dejamos de captar la mayor parte, incluso lo esencial. No deja de ser curiosa la ristra de anotaciones requeridas para la redacción de un CURRICULUM. Desde datos biográficos, titulaciones, historia laboral u otras alegaciones, pueden llegar a ocupar varios folios. Sin embargo, la disposición del sujeto, su talante, como el resto de sus cualidades humanas permanecen en la sombra. A la hora de dicha valoración lucen los datos presentados, con la ausencia evidente que pudiera ser crucial, pero requiere de apreciaciones diferentes.


Ninguna de nuestras actividades está exenta de ponernos en relación con los diferentes ángulos de observación; destaca sobremanera el predominio de las dificultades para apreciar las cosas debidamente. Si acaso pretendemos hacerlo con precisión, lo tenemos aún más difícil. Con la utilización del lenguaje los ejemplos se suceden. Ante cualquier intento de apreciar las ideas concretas o las realidades, las PALABRAS adolecen de notables opacidades en el ámbito de las expresiones. Lanzan señales, quizá indicios, pero sus carencias son evidentes. Lo vemos con la belleza o el amor, promueven mucha palabrería, pero el auténtico sentido se resiste. Las distorsiones son la regla a la hora de transmitir las sensaciones.


No dejo de pensar en las innumerables tragedias asociadas a ese ver sin ver donde las oscuridades se agigantan. Los movimientos migratorios nos abruman con las desdichadas venturas de esas personas. Y nos recalcan lo que no se ve en el tratamiento de estos asuntos. Resulta incomprensible que no estén adoptadas medidas eficaces para su regulación, en origen, la manera de trasladarse y la asimilación en el destino. No se conciben las pateras, las penalidades en las fronteras y demás desastres. Vemos claramente las penalidades, pero la ceguera reside aquí en las AUSENCIAS. Destaca la falta de sensibilidades suficientes para modelar el flujo migratorio, en una época con tantos adelantos.


Son tremendas las discordancias entre las elucubraciones mentales y las experiencias prácticas, entre las versiones comunitarias y las vicisitudes percibidas por el ciudadano como ente aislado. En semejante escenario expresivo planea una totalidad inquietante, destacan las esferas opacas, que no parecen contar para el grueso de la gente, su silenciamiento se convierte en obstáculo firme. Sitúo entre esas oscuridades a la esfera constituida por el grupo de DESAPARECIDOS. De manera subrepticia a nivel general, pero violenta en cada caso, son millares los desaparecidos cada año, como si se esfumaran, acabamos por no saber nada de esas personas, sus dimensiones se pierden en la lejanía.


Tampoco discutiríamos mucho al plantear la persistente agresión de la violencia en sus numerosas acepciones y manifestaciones; su difusión planetaria es elocuente por sí sola, lejana o próxima según el punto de mira y sus características. El asombro sobreviene al fijarnos en los puntos oscuros, y no precisamente lo son por desconocimiento. Desde la frivolidad de los lances educativos, se pergeña una progresiva desarticulación de la convivencia, con la complicidad añadida de los intereses mezquinos; agrandan el área de una ceguera INVOLUCRADA en los posteriores hechos violentos. Se silencian odios acendrados, crispaciones, versiones manipuladas y complicidades; como si esta ceguera monstruosa no existiera.


También nos encontramos en los ámbitos sociales con la extraña paradoja de sacar a colación ciertas informaciones que, según todos los indicadores, les correspondería ser guardadas en los adentros. Me refiero a la serie de manifestaciones públicas referidas a los detalles correspondientes a la INTIMIDAD personal. Al exponerlos en público, dejan de ser íntimos. Y el núcleo de la persona pierde esos matices que le son constitutivos en sus circuitos internos. Lo que suceda después son cosas diferentes, pero el cultivo de aquella intimidad es primordial. Nos aboca a la consideración de esa privacidad como zona inaccesible para los demás. El riesgo de no hacerlo así, es destructivo de la personalidad.


Si cualquiera de nosotros presta un poco de atención, a la hora de relacionarnos con las instituciones, grandes empresas, agrupaciones en general y no digamos con las diferentes esferas políticas; la proliferación de zonas a las cuales no tenemos acceso informativo, con las trabas que nos mantienen alejados de esos ámbitos, ya no las contemplamos con asombro, porque se han convertido en habituales. Las denomino como ángulos ciegos EMPODERADOS. Representan un auténtico alarde de menosprecio hacia el ciudadano, sin ningún miramiento a los incordios originados. Aquí no valen los disimulos demagógicos, se impone la crudeza práctica de las situaciones reales, como un desplante impropio.


Las numerosas maniobras funcionales basadas en los ocultamientos, añaden a las incógnitas naturales los afanes de dominación de los manipuladores. No aparecen por casualidad, adolecen de los personajes promotores que tratan de permanecer en la sombra. Tienen al DIÁLOGO como enemigo común. Usan subterfugios muy elaborados, contaminando las informaciones con falsedades encubridoras.


Para hacerles frente no bastan las intenciones. Los enigmas naturales y dichos ocultamientos constituyen un reto mayúsculo. Sólo con un carácter crítico bien forjado será factible el discernimiento de las auténticas realidades. Al menos, para detectar los ángulos ciegos FICTICIOS y tratar de adaptarnos a las dificultades naturales sin artificios maliciosos.

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