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Sobriedad reconfortante

Es necesario dar lustre a la sencillez cotidiana
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 2 de agosto de 2024, 09:54 h (CET)

"Nada más terrible que una conciencia limpia en el tercer planeta del sol" - Wislawa Szymborska.


Cuando acumulamos expectativas es frecuente que nos asedien las frustraciones, con ese sino tan reiterativo de inclinar progresivamente la balanza hacia las insatisfacciones. Aunque todos disponemos de momentos mágicos determinados para abstraernos de los sucesivos lamentos; para centrarnos en alguno de los ESPECTÁCULOS que se nos presentan por delante. La variedad de posibilidades es fascinante. Una de las múltiples se relaciona con la experiencia ante el panorama de la Naturaleza, como signo de vitalidad o de una belleza ofrecida espontáneamente. Una mirada o una sonrisa son posibles sustitutos. Contribuyen a la percepción, siquiera momentánea, de sentirse arropado por los mejores ropajes cósmicos, silenciadores de las fatigosas turbulencias.


Después de experiencias como las citadas, las dimensiones de los actos diarios quedan un tanto raquíticos, asediados por las rutinas inevitables, distorsionadas por los apremios variados o por las querencias del momento. Habremos aprendido de la magia de aquellas abstracciones espectaculares, para extraer de ellas los descubrimientos gratificantes y así poder combinarlas vivencias personales con la colectividad, el vitalismo y la estética. La experiencia COTIDIANA reúne de esa manera la tensión trascendente de las actividades y las abstracciones comentadas, modificamos los perfiles activados, adquirimos unos significados de alcances más sugestivos, de mayor alcurnia existencial; bregamos por la excelencia de una presencia humana cabal.


La manera de sacarles brillo a las ocupaciones sencillas de cada día no surgen desde la casualidad, exigen un cierto esmero a la hora de modelar las actitudes y contactos. La incertidumbre nos deriva a la indecisión, las insuficiencias del lenguaje traban los diálogos y suelen abundar los silencios mal encarados. En los ambientes cobra una presencia predominante el vacío en cuanto a los apoyos consistentes, en una cruda expresión, la TENSIÓN permanente. No son necesarios pronunciamientos de gran envergadura, pero sí tenaces, para conferirle a las conductas una trascendencia apegada a las cualidades, la estética y la moralidad, con el coraje de una dignidad participante; basada en la ligazón de los diferentes condicionantes existenciales.


En esto del vivir diario sucede como cuando uno circula por dentro de un túnel prolongado y se acerca a la salida, sin variar la velocidad, uno se encuentra de pronto con la apertura hacia otro ambiente con luces estimulantes. La misma cadencia de la marcha, pero el recorrido adquiere otro significado al circular en espacios abiertos. El efecto de introducir los matices cualitativos, las aspiraciones estéticas superadoras, así como la ética ceñida a una moralidad franca y comunitaria; confieren a las actuaciones una CATEGORÍA diferenciada, con una nueva presencia. Ni siquiera se trata de una verdadera frontera, aunque se modifican sustancialmente las percepciones, los resultados e incluso las trayectorias futuras.


La sorpresa nos sacude al poder contemplar los hechos habituales bajo el prisma de la nueva categoría establecida con tanta sencillez. El descubrimiento nos traslada a esas esferas lindantes con lo increíble, los hechos sufrieron pocas modificaciones en relación con sus rasgos peculiares; sin embargo, variaron las sensaciones percibidas, agrandaron su aureola con aires maravillosos y hasta sublimes. Se pone de relieve la importancia de las ideas previas de los protagonistas, bien se trate de simbología, utopías o proyectos, para la CONFIGURACIÓN de actuaciones gratificantes. Las cualidades pasan de ser entes abstractos a convertirse en la parte principal del engranaje existencial, no siempre apreciado en su valía.


También hemos de ser conscientes, los posibles caminos nos sitúan ante frecuentes NEBULOSAS, a través de las cuales nos vemos obligados a transitar. Se complica el conocimiento de las causas de cuantos acontecimientos percibimos, que además observamos con los filtros personales plagados de sentimientos y emociones. Los manidos conceptos utilizados también se presentan como nuevas nebulosas inquietantes. El azar y el destino juguetean con las personas, acentúan su inestabilidad. No digamos, esa profundidad del espacio y el tiempo, el caos y la armonía. El aterrizaje cotidiano requiere una adaptación adecuada a los recursos disponibles, con la mejor disposición del ánimo para la labor común.


Es impresionante la cantidad de actuaciones circundantes empeñadas de cargarnos con equipajes de su gusto y conveniencia; apenas desvían una lánguida mirada hacia los anhelos ajenos. Al menor descuido, circulamos con las alforjas abarrotadas de disposiciones venidas de fuera, ideas fijas, costumbres, tecnologías, políticas o religiosas; lo peor no es su procedencia, es la intolerancia con respecto a las deliberaciones de cada sujeto. Tamañas presiones, nos anulan como personas de manera progresiva. Si despertamos, surge la rebelión desde los adentros, con los anhelos íntimos en busca de un bagaje personal EQUILIBRADO, la única respuesta efectiva de la personalidad propia para su participación comunitaria.


Los heraldos más llamativos que nos acucian, no suelen ser la gente con una mejor preparación, sino los de una incontinencia peligrosa; sus razones suelen ser aviesos sofismas tendenciosos y alardes presuntuosos. Silencian a tope sus miserias y limitaciones; sus estrategias encubridoras son radicalmente variadas, de inigualable eficacia, muy favorecidas por las turbulencias originadas en los ambientes desprotegidos por el descuido y la desidia de sus integrantes. Vistas las malas artes tendenciosas desde las múltiples procedencias, cobra relevancia el mencionado equilibrio de nuestro bagaje personal, para mantener la cabeza alta, con la ENTEREZA de asumir el valor de la sencillez particular, decidida y laboriosa.


Sin llegar nunca a pisar el paraíso, habremos pisado terrenos de distinta textura en ambientes controvertidos, con las consiguientes vivencias existenciales en su desigual reparto evolutivo. Con temblores febriles o la quietud de las frialdades, a lo largo del trayecto diversificamos las experiencias; su dispersión aparenta un abandono sin huellas patentes. Como buen reflejo personal, en los lugares recorridos se despliegan afectos o desdenes, cuaja la percepción de la entrañable GEOMETRÍA sentimental orteguiana. Aquellas casas, parques, orillas, mares o cumbres montañosas, guardan relación con las andanzas propias y mantienen un indudable eco insobornable en nuestras mentalidades.


En estas tensiones y venturas se mostró el estilo de índole personal, sus pinceladas quedaron reflejadas; angustias y satisfacciones, como entes móviles, de idas y vueltas inexorables adheridas a las alforjas individuales. Su condición irreversible, no impide el atrapamiento de los recuerdos, ni ola proliferación de sentimientos simultáneos. El conjunto acumulado reúne toda una explosión vital del PROTAGONISTA, sublime y trágica a la vez, de imposible traducción para los elementos extraños y muy alejada de las anheladas explicaciones rotundas.

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