Son las 9 horas del día 9 de agosto de 2024 y, tras una noche cordobesa, de calor omnipresente, me dispongo a comenzar la actividad propia de un anciano sin obligaciones aunque con muchas devociones. Aunque al tomar conciencia de que mis neuronas estaban en su sitio, pensé: No quiero ahondar en lo de la Cataluña de Sánchez. Pero, como la cabra tira al monte, me siento ante el ordenador para hablar de las muchas tropelías cometidas por el plagiador, cateto y embustero mayor de Europa. Está muy claro que este tipo es un despreciable sujeto, que llegó al gobierno mediante un voto de censura trucado y tenía en su maligno cerebro destrozar nuestra nación. Al modo de Maduro, Sánchez no cree en la democracia y le puede la podredumbre que lleva dentro. Es un traidor que quiere romper la Constitución apoderándose del CIS, del T.C., de la Fiscalía, de la televisión estatal, de despreciar al Parlamento y provocar la insolidaridad y la desigualdad entre los españoles. La imagen de su desprestigiado gobierno tiene tantos fallos que en aras de la brevedad fundiré en uno solo que avergonzaría al más tonto de mi pueblo: ¡¡los nuevos trenes que se fabricaron para para Cantabria y Asturias no entraban en los túneles por los que debían discurrir!! Y en cuanto a la ruptura de España, se alía con la peor canalla del panorama político para seguir en La Moncloa. No te olvides, amigo lector, que estos acuerdos entre canallas, afectan igualmente a tu amigo, vecino o cuñado que pulsa el botón del sí en el Congreso de los diputados. Porque ¡la decencia y hombría de bien, nada tienen que ver con la disciplina de partido!
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