Desde mi niñez, no recuerdo haber visto un circo de dos pistas. Mira por donde, esta mañana ha renacido ante mí. En una de ellas ha sido la triunfal llegada a una de esas pistas en esa tramoya circense, donde el que iba a ser detenido cuando llegase a esa provincia catalana. Pues no. Ha dado su mitin, ante una multitud de 1.500 simpatizantes y algunos de sus cómplices revolucionarios. Desapareció sin verle nadie.
Hay quien dice, que se ha metido en un domicilio lindante, cercano a ese esperpento de tramoya junto al Arco del Triunfo de Barcelona. En esta primera pista, me supongo que los Mossos, aún estarían durmiendo. Esta mañana he oído a un Mosso de su sindicato que, su detención fuese donde fuese sería “un gran problema de orden público” ¡joder que listo fue el sindicalista! Cuando terminó su corta perorata, el burlón Puigdemont, y como se está tratando de circo, este, desapareció de la escena como un buen escapista. Antes de esta desaparición, como un turista se ha dado una vuelta por algunas calles de Barcelona.
Y que pasa ¿con la segunda pista de ese gran circo instalado en Barcelona? Pues nada. Absolutamente nada. Todos Sus actores estaban de vacaciones.
Puigdemont ha vuelto a echar andar su reloj. Cada día que pasa, la comedia se cambia, se adultera, nos vamos sentando todos en nuestras butacas. Esperaremos una nueva obra teatral de ese gran circo de dos pistas. Mientras tanto, estaremos viendo como los revisores de este libreto, van cambiando los papeles y de actores. El reloj de Puigdemont, de vez en cuando lo atrasa y adelanta el minutero. Este no se parará, a no ser que, alguien le quite la pila al peluco.
Yo creía que era otra cosa la democracia. esta fue aprobada por las Cortes el día 31 de octubre del 1978. Ratificada por el pueblo el 6 de diciembre y sancionada por el Rey el día 27. Lo que queda de democracia ha sido engañaba por morralla, gentuza de la peor especie, cualquier día nos atrapará el infierno de los insubordinados. El pueblo sigue reposando la siesta.
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