El “edadismo laboral" como fenomenología observada no es autopoiética. Existen elementos externos a ella que coligen en su producción. La posibilidad de influir en este sesgo de marginación, conforme a su naturaleza, pasa necesariamente por un enfoque holista centrado en los principios y derechos fundamentales de la persona qué, por otra parte, imaginábamos como propios en su consideración inicial. Únicamente, desde esta perspectiva podremos entender mejor el objeto sociológico. El edadismo no es, ni puede convertirse en una reivindicación autónoma y de manual. Por desgracia, su estudio se está dejando arrastrar por falsos polímatas y de un arribismo decadente en las ciencias sociales. Empezando, por el malogrado neologismo designado alasunto. Hablemos, entonces, de revelar las consecuencias reales de no respetar la integridad más elemental, así como la profusa y continua segregación de una sociedad. ¿Por qué discriminamos? Recuerden, que todavía hay personas que son excluidas por razones de: género, raza, idioma, ideología, salud, sexualidad, religión, filiación o pobreza (entre otras)
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