Hoy quiero hablaros del payaso, cobarde y defenestrado Carlos Puigdemont. Hace un par de días lo vi claramente por televisión; no recuerdo en qué cadena. Quiso dar testimonio visual de que había regresado a su ilegal refugio de Waterloo, después de jugar un ratito al gato y al ratón con la canalla catalana lamiéndole sus miserias separatistas; y la rotunda complicidad delictiva de unos componentes de los “mozos de cuadra”, que muy pronto serán condecorados debidamente. Para los que no vieron esa imagen, a continuación se la cuento: Se ve al delincuente que está en el jardín del inmueble de Waterloo, vestido de calle y en cuchillas, acariciando a un gato que le da la bienvenida. Ni un solo lameculos a su lado, ni siquiera un sirviente. El solo ante la nada porque los tiempos, ¡ay!, son distintos. Así es la vida. Ya es un muerto civil hasta para los suyos. E inservible o indiferente para todos los que le adulaban y reían sus bobadas. Aún querrá enredar, pero le faltarán apoyos. ¡Que se jo..robe!
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