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Detrás de toda guerra

Los cien mil muertos en episodios heroicos de una guerra estúpida, todavía montan guardia a la espera de una respuesta
Luis Agüero Wagner
martes, 13 de agosto de 2024, 11:03 h (CET)

El 13 de agosto de 1934, el embajador de Estados Unidos en Argentina, Alexander Weddell, informaba a Washington que Saavedra Lamas le había entregado copias de los telegramas que había enviado a los Ministros de Relaciones Exteriores de Paraguay y Chile, en el que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina invitaba a una reunión a los Embajadores de los Estados Unidos, Brasil, y a los representantes diplomáticos de Chile y Paraguay para expresar a estos últimos, en nombre de sus Gobiernos, su profundo por el incidente entre Asunción y Santiago. 


La presencia de chilenos combatiendo en filas bolivianas había generado la discordia, probando una vez más que en el Chaco se jugaban intereses que trascienden las fronteras de Bolivia y Paraguay.

En la víspera, el 12 de agosto de 1934, el ministro de Estados Unidos en Paraguay, el afamado escritor de Meredith Nicholson, escribió al Departamento de Estado a las 10 de la mañana, informando que el ministro de relaciones exteriores de Chile, Cruchaga Tocornal, pospuso la salida del ministro chileno en Asunción prevista para el día 12 de agosto de 1934.


Intensas negociaciones entre Santiago, Buenos Aires, Washington y Asunción se desarrollan para superar el inoportuno altercado paraguayo-chileno, paso esencial para negociar la paz en el Chaco.


Este empeño evidenció el intenso interés de Washington por resolver el conflicto del Chaco, del cual se había apartado un año antes, alegando que no había intereses norteamericanos en la guerra del Chaco.


Que el poder se prolongaba por otros medios para hacer del Chaco un infierno verde, se evidenciaba en armisticios inexplicables como el de Campo Vía, que Cordell Hull se adjudicó y por el cual incluso recibió felicitaciones. 


Desde Santiago de Chile, el representante estadounidense Hal Sevier escribía por las mismas fechas de agosto: “Hemos preguntado al señor Ministro de Relaciones Exteriores sobre la actitud que adoptará el Gobierno ante la próxima discusión en la Cámara de Diputados del proyecto que prohibiría a los chilenos prestar servicios militares en países beligerantes, proyecto que figura en primer lugar en el programa de discusión del lunes”. 


Cruchaga respondió que el Gobierno de Chile, en su deseo de lograr un mejoramiento en el sistema jurídico de neutralidad, yendo más allá de lo establecido por las Convenciones de La Haya en relación con esta materia, presentó a la consideración de la legislatura un proyecto para prohibir a los ciudadanos chilenos integrarse a ejércitos extranjeros.


Con esta Ley, el incidente internacional gestado por militares chilenos prestando servicios a  Bolivia y combatiendo en el Chaco se resolvería de manera satisfactoria.


Los grandes éxitos militares paraguayos habían quebrado la intransigencia boliviana, y la fórmula de conciliación argentina tantas veces desestimada por La Paz, empezaba a considerarse como alternativa. 


Sin embargo, cuando todo parecía propiciar un acuerdo de paz, estalló la crisis entre Chile y Paraguay. 


La Prensa de Buenos Aires planteó entonces una pregunta de difícil respuesta: ”¿Qué hay escondido en esta guerra del Chaco que alumbra una nueva incidencia cada vez que parece aproximarse la paz?”. 


Los cien mil muertos en  episodios heroicos de una guerra estúpida, todavía montan guardia a la espera de una respuesta. 

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