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España tiene un ámbito de relación natural con muchas naciones iberoamericanas, es una relación a nivel político, económico y cultural, ya que más de 700 millones de personas comparten legado y lengua, un legado hoy amenazado por regímenes totalitarios y comunistas, apoyados por el narcotráfico y terceros países.
El triunfo de Donald Trump colocó al Viejo Continente en un tenso compás de espera silencioso e incierto. Resuenan las palabras que escribiera Friedrich Nietzsche cuando nos hablara del nihilismo: “un fantasma recorre Europa…”, y este “nihilismo” entendido como una “transvaloración de todos los valores” puede que tenga efectos globales.
Recuerdo allá por el año 2015 cuando Jorge Bergoglio (papa Francisco I) declaró bajo una seguidilla de atentados terroristas que “estamos ante una Tercera Guerra Mundial que se pelea por todas partes”. Aunque, según mi opinión, el papa no siempre ha acertado en sus juicios, creo que, en esa ocasión, tenía parte de razón. Desde entonces el violento panorama ha ido creciendo exponencialmente.
La secretaria de Estado de Migraciones, Pilar Cancela, ha presidido la delegación española que ha participado en Marrakech en la XXII Reunión del Grupo Permanente de Asuntos Migratorios Hispano-Marroquí, encuentro en el que también han participado los secretarios de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, y la directora general de Relaciones Internacionales y Extranjería, Elena Garzón, del Ministerio del Interior, y representantes del Ministerio de Exteriores.
La relación entre el comercio y la guerra es bien conocida. No hace falta ser experto en historia de la humanidad para saber que, quizá junto a las motivaciones religiosas, los conflictos por la distribución de la riqueza y la búsqueda de ventajas comerciales han sido las principales causas de enfrentamientos bélicos entre los grupos de población y las naciones.
Con la vista profesional, y humana, puestas ya en el 2025, proseguimos con un creciente/decreciente ánimo, nuestros balances sobre las controversias territoriales españolas, el tema histórico, clásico, recurrente e irresuelto, aunque no irresoluble de nuestra política exterior.
En palabras de Voltaire, la Historia real la sufren las clases populares y la oficial la cuentan los vencedores, o sea, el poder económico y las elites gobernantes. Michael Parenti, historiador estadounidense de origen italiano, así lo certifica en su obra, La Historia como misterio. Las clases bajas ponen los muertos y las clases altas hacen el relato ajustado a sus intereses económicos, ideológicos y políticos.
Ya no es fácil saber (si es que alguna vez se supo públicamente) cuál era el proyecto inicial de la hoy UE. Las declaraciones y actos de sus representantes jamás han avanzado en paralelo y con claridad. ¿Un gran proyecto para el desarrollo y la coordinación económica de naciones soberanas? ¿Un proyecto político confederal? ¿Un proyecto federal? ¿Un proyecto bienintencionado? ¿Una trampa para encadenar un continente a otro?
El 13 de agosto de 1934, el embajador de Estados Unidos en Argentina, Alexander Weddell, informaba a Washington que Saavedra Lamas le había entregado copias de los telegramas que había enviado a los Ministros de Relaciones Exteriores de Paraguay y Chile, en el que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina invitaba a una reunión a los Embajadores de los Estados Unidos, Brasil, y a los representantes diplomáticos de Chile y Paraguay.
No hay que ser un Metternich para concluir en la inconveniencia de las discusiones históricas en política exterior. Y ello es tan evidente que podría constituir una ley si no matemática, desde luego que sí diplomática. La carta del todavía presidente del añorado México, que cesará en octubre, reclamando hace un lustro que el rey de España (y el Papa) reconozca y pida perdón por los abusos cometidos durante la conquista, forma parte consustancial del ser imperial de España.
Uno de los tantos problemas de la “comunidad internacional” es que no es ni comunitaria ni internacional. El término se debería reservar sólo para el conjunto de países que integran la ONU. No obstante, no hay que ser un lince para saber que ciento noventa y tantos países pueden menos que siete u ocho. Tenemos el ejemplo de Palestina.
En una serie de artículos que titulé ”La Parodia Nacional”, relataba de una manera jocosa, no exenta de dramatismo, los acontecimientos que se venían produciendo en la vida política nacional desde que Pedro Sánchez se “encumbró”, vía moción de censura, a la alta magistratura de nuestra Nación. La parodia que no cesa, desgraciadamente, se ha reestrenado en estos últimos años en el ámbito de nuestras relaciones exteriores.
Como todo el mundo sabe y reconoce, la alianza de la OTAN se creó tras el final de la Segunda Guerra Mundial para prevenir de un ataque de la Unión Soviética (que no se materializó). Como respuesta a la alianza de la OTAN, en 1955 se creó el Pacto de Varsovia como contrapeso.
Cuando en las relaciones personales, sociales o políticas se pierden o desprecian las mínimas reglas o costumbres de educación o cortesía, éstas se convierten en un territorio minado donde el desencuentro y el enfrentamiento vienen a ser la tónica general entre los miembros de una colectividad. Si además esto se traslada a las relaciones personales de ámbito internacional, las consecuencias pueden ser imprevisibles.
Indignar a un pueblo es la peor política que se puede seguir. Es el verdadero fuego que anima su espíritu. Cuando Napoleón entró en España (el Napoleón verdadero, no el petit) ignoraba esto. Una de las cosas que más puede indignar a un pueblo es que haya, no dos varas de medir, sino tres: una para uso propio, otra para uso ajeno, y una tercera en la no hay congruencia ni con los propios usos. Es el abuso de la discrecionalidad. Esto debería dolernos a los españoles.
El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".
Decía Anatole France, premio Nobel de Literatura, que la independencia del pensamiento es la más orgullosa aristocracia. Ateniéndonos a esta frase, es evidente que la Europa de hoy carece de ambas cualidades, quizás por un efecto de anulación recíproca. En el prólogo de “La Isla de los pingüinos” amplía irónicamente su reflexión: “¿Por qué se preocupa de buscar documentos para componer su historia y no copia la más conocida, como es costumbre?”.
Han pasado más de dos años y medio desde que los talibanes regresaron deliberadamente al poder. Durante este período, ningún país del mundo está dispuesto a aceptar el riesgo de reconocer a este grupo. Incluso los partidarios más cercanos de los talibanes que han brindado apoyo financiero, armamentístico, ideológico y político a este grupo durante años, no están dispuestos a correr estos riesgos y reconocer a los talibanes como un gobierno legítimo.
Tras la invasión de Gaza por Israel, podríamos asistir a la desestabilización del Líbano e Irán por métodos expeditivos lo que representará el inicio de un gran conflicto regional que marcará el devenir de la zona en los próximos años y que podría provocar un escenario de estanflación secular en la economía mundial.
El año 2023 termina con Estados Unidos liderando una misión militar en el mar Rojo para proteger el tráfico de mercancías. La operación internacional Guardián de la Prosperidad tiene una causa concreta: los ataques hutíes contra buques mercantes. No obstante, la causa fundamental se encuentra en los tentáculos persas que impulsaron a Hamás a atacar Israel.
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