Se dice que los occidentales somos más individualistas que los orientales. Que la enseñanza personalizada y el declive de la clase magistral aumentan el individualismo. Y que el aislamiento de la pandemia nos hizo un pelín más individualistas. Resumiendo, se dice que el individualismo ha crecido en las últimas décadas. Y que ahora hay más ancianos abandonados.
Seguro que el individualismo tiene cosas buenas. ¡Seguro!. . Pero, las malas son más evidentes. El individualismo centrado en la libertad personal y en la realización individual tiene consecuencias negativas: Menos solidaridad, es decir, nos preocupamos meno por los ancianos y los desfavorecidos. Menos vida social, es decir, casi no conocemos a los vecinos de nuestra escalera. Más competitividad, es decir, necesitamos imperiosamente sobresalir como personas. Y menos salud mental, es decir, el aislamiento nos deteriora.
Últimamente los medios hablan de la soledad no deseada de muchos ancianos. Esa soledad que deteriora notablemente su salud. (…). Recuerdo una frase, que repito con frecuencia, a pesar de su densidad: “ Menos cortisol y más oxitocina”. Cortisol, la hormona del estrés, la hormona de las dificultades y del abandono. Oxitocina, la hormona del amor, la hormona del contacto.
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