Resulta que en las plazas públicas y en muchas calles de las grandes ciudades se citan noche sí y noche también muchísimos adolescentes para ponerse hasta arriba de alcohol (y de algo más). Y claro, pon que en una noche de calor extremo te apetece sentarte en alguno de los bancos que componen las plazas públicas... ¿Lo haces viendo el panorama a observar dentro de ese espacio público? Pues no. ¿Están pensados estos recintos públicos para las borracheras y deslices de una serie de jóvenes? También creo que no. ¿Dónde está la policía para desalojar a estos energúmenos? No se sabe. Pienso que el llamado botellón merece una especial atención por parte de las autoridades, porque parece ser que a estas alturas existen borrachos de primera (legales) y borrachos de segunda (los desmadrados). ¿Saben lo grave del asunto? Que estos jóvenes (los herederos del desnortado movimiento de los indignados del 15-M) afirman no tener el suficiente sustento económico, pero eso sí, para sus botellones no les faltan esos euros. Son muchos de estos jóvenes los llamados “ninis”, es decir, ni estudian ni trabajan, ni tienen intención alguna de hacerlo: por eso, ¡mano dura!... La esencia del botellón nació hace ya tiempo, pero por desgracia continúa, y creo que seguirá adelante...
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