El 20 de agosto de 1934 la agencia Associated Press informa desde Washington y The New York Times publica como noticia al día siguiente, que la embajada boliviana reaccionó con burlas al anuncio de que Paraguay había cambiado el nombre de un fuerte del Chaco capturado por sus armas.
El fortín Loma Vistosa, ocupado luego de la caída de Picuiba el 15 de agosto, fue rebautizado “Fuerte Míster Huey Long” por el gobierno paraguayo, en homenaje al senador y ex gobernador de Louisiana.
El embajador boliviano Enrique Finot, que había protagonizado más de un altercado con Long sobre la cuestión del Chaco, dijo luego de una risa sarcástica que no haría más comentarios por el momento.
La situación militar boliviana por aquellas fechas, contrastaba con esta reacción jactanciosa y alegre de su embajada en Washington.
Los temibles diablos verdes del regimiento de caballería "Valois Rivarola" se encontraban a horcajadas sobre el arenoso y ondulado camino que conducía al fuerte rebautizado.
Loma Vistosa había sido capturada luego de que el 15 de agosto se ocupó Picuiba, una veintena de kilómetros al sur.
El segundo cuerpo de Ejército paraguayo se aproximaba a Carandaity, y en pocas semanas las fuerzas bolivianas serían desalojadas por completo del Chaco.
Al día siguiente de que la noticia fuera publicada en el New York Times, el 21 de agosto de 1934, se produjo la Primera batalla de Algodonal, como parte de la ofensiva relámpago emprendida por el Segundo Cuerpo de Ejército paraguayo, al mando del coronel Rafael Franco, que se dirigía hacia Carandaity.
Este avance se desarrolló entre el 17 de agosto y el 6 de septiembre de 1934, en la zona más inhóspita y desértica del Chaco Boreal.
Era el desierto al norte de Garrapatal, difícil de atravesar y considerado inapto para operaciones militares por los estrategas bolivianos.
El coronel Ángel Rodríguez, integrante del Estado Mayor boliviano que había concebido la exitosa maniobra de Strongest, había dicho que este desierto era una defensa infranqueable que hacía imposible cualquier avance enemigo en ese sector.
No compartía esta opinión el coronel paraguayo Rafael Franco, para quien la sorpresa, el movimiento vertiginoso y las acciones al límite de lo posible eran particularmente atractivas.
El plan original era cortar el ataque boliviano hacia el alto río Paraguay, capturando el fortín 27 de noviembre, dado que en esas fechas Salamanca había encomendado a los jefes bolivianos un avance en ese sector.
Franco avanzó 120 Kilómetros en apenas cinco días, capturando Picuiba, Yrendagüe y 27 de noviembre, con lo cual la misión de interrumpir el avance boliviano estaba cumplida.
Pero fiel a su estilo, Franco decidió por propia iniciativa ir por más. Notando que sus movimientos habían desconcertado a los mandos bolivianos, giró hacia el Oeste y se dirigió a Carandayty amenazando el sector del Parapití y la zona petrolífera.
A fines de agosto, Franco apareció cincuenta Kilómetros al norte de Villamontes, luego de partir en dos a las fuerzas bolivianas y llegar a las puertas de Carandaity, alarmando al mismo Salamanca que inició una serie de duras recriminaciones epistolares a Peñaranda.
La difícil relación entre el presidente boliviano y los Jefes militares del ejército del cual era Capitán General, se había hecho imposible.
Poco después, un golpe militar en plena guerra Internacional acabaría abruptamente con el Gobierno que había impuesto la consigna de pisar fuerte en el Chaco.
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