Estoy leyendo La prisionera de Teherán, un relato autobiográfico estremecedor, y muestra la alegría con que vivían la época del dictador Sha de Persia, y cómo la subida al poder del ayatolá Homeini supuso una falta de libertad total y exterminio indiscriminado incluso de menores. Precisamente el Sha hizo una fiesta a los 2500 años de la fundación de Persia, un pueblo que fue el centro cultural del mundo, y puente entre las ideas de Oriente y Occidente, con una gran riqueza literaria como hemos disfrutado en la lectura de "Las mil y una noches", una cultura que pensadores como Plotino querían conocer viajando allí para aprender de esa riqueza.
Jomeini permitía matar sin juicios legales, decía que si se matan a los portadores del mal, dejan de hacer el mal y por tanto es un bien para ellos. Si los iraníes miraban antes a la Rusia de la URSS como un sitio de falta de libertad, ahora se había convertido en un infierno mucho peor que Rusia, donde no había ninguna libertad de opinión y la opresión hacia la mujer era horrible. Y todo esto perdura todavía hoy, 40 años después, convirtiendo la riqueza anterior en un desierto. ¿Cómo entender que pueblos con tanta cultura se degeneran hacia una visión fanática?
La transformación de sociedades ricas en cultura y tradición hacia regímenes totalitarios y fanáticos es un fenómeno complejo y multifacético que ha ocurrido en diversas partes del mundo a lo largo de la historia. En el caso específico de Irán, la llegada al poder del ayatolá Jomeini y la instauración de la República Islámica en 1979 marcan un cambio profundo en la sociedad iraní, que pasó de ser una nación modernizante bajo el régimen del Sha a un estado teocrático con una Interpretación estricta y radical del Islam. Para entender cómo una civilización con una historia tan rica y un legado cultural impresionante pudo experimentar tal degeneración hacia el fanatismo, es necesario considerar varios factores históricos, sociales y psicológicos.
1. La reacción contra la modernización forzada Bajo el régimen del Sha, Irán experimentó una rápida modernización y occidentalización que, aunque trajo progreso económico y desarrollo en ciertas áreas, también generó un profundo malestar entre amplios sectores de la población. Esta modernización fue vista por muchos como una imposición extranjera, que amenazaba las tradiciones culturales y religiosas del país. La percepción de que el Sha estaba vendiendo la identidad iraní a Occidente fue uno de los catalizadores para el movimiento revolucionario.
2. La desigualdad y la represión política A pesar de las reformas económicas y sociales bajo el Sha, la riqueza del país no se distribuyó equitativamente, lo que dejó a muchos iraníes en la pobreza. La crítica de que la riqueza del petróleo iba a manos de unos pocos hacía pensar que podría distribuirse mejor con una revolucón. Además, la represión política bajo el régimen del Sha, incluyendo la censura, la tortura y la falta de libertad de expresión, alimentaron un profundo resentimiento. Esta represión, en combinación con la desigualdad, hizo que la retórica revolucionaria de Jomeini, que prometía justicia social y la restauración de los valores islámicos, resonara fuertemente entre las masas.
3. El papel de la religión Irán, como muchas otras naciones con profundas raíces religiosas, tenía una larga tradición de pensamiento islámico. La Revolución Islámica representó una reacción contra la secularización percibida bajo el Sha y un intento de recuperar un sentido de identidad a través del Islam. Sin embargo, lo que surgió fue una interpretación muy estricta y radical de la ley islámica (Sharia), que fue utilizada como una herramienta para consolidar el poder y suprimir la disidencia.
4. El miedo y el control Tras la Revolución, el nuevo régimen utilizó el miedo como un medio para mantener el control. La justificación teológica, como la que menciona respecto a la frase de Jomeini sobre los "portadores del mal", sirvió para racionalizar la violencia y la represión, incluyendo las ejecuciones masivas y la opresión hacia las mujeres. Este uso del miedo y la violencia para sofocar la disidencia es una característica común de muchos regímenes totalitarios.
5. La degradación de la cultura y el pensamiento crítico Un régimen fanático y totalitario a menudo suprime el pensamiento crítico y la diversidad de ideas, lo que lleva a una degradación cultural. En el caso de Irán, la rica herencia literaria, filosófica y cultural fue, en gran medida, desplazada por una ideología religiosa rígida que no toleraba la disidencia. Esto no solo afectó a la libertad de pensamiento y expresión, sino que también limitó el desarrollo cultural y científico del país.
6. Factores externos La política internacional y las influencias externas también jugaron un papel importante. La guerra entre Irán e Irak (1980-1988), apoyada por potencias extranjeras, contribuyó a la radicalización del régimen y al refuerzo de la retórica antioccidental. Las sanciones económicas y el aislamiento internacional también ayudarán a consolidar el poder del régimen al reforzar la narrativa de una nación asediada.
7. La persistencia del régimen A pesar del descontento interno, el régimen ha persistido debido a su control sobre las fuerzas armadas, la economía y las instituciones religiosas. Además, cualquier movimiento hacia la reforma ha sido severamente reprimido, lo que tiene dificultado cualquier cambio significativo desde dentro.
8. La psicología del fanatismo El fanatismo, en muchos casos, puede ser una respuesta a la incertidumbre y al miedo. En tiempos de crisis, las personas a menudo buscan soluciones simples a problemas complejos, y un liderazgo carismático con un mensaje claro puede ofrecer una falsa sensación de seguridad y propósito. En Irán, Jomeini y sus sucesores presentaron su visión fanática del Islam como una respuesta totalizadora a los problemas del país.
Conclusión La degeneración de una sociedad hacia el fanatismo no es inevitable, pero puede ocurrir cuando converge una combinación de factores históricos, económicos, políticos y psicológicos. En el caso de Irán, la Revolución Islámica fue el resultado de un complejo entramado de descontentos sociales, represión política, y una búsqueda de identidad que terminó por subvertir la rica tradición cultural del país. Sin embargo, es importante reconocer que la resistencia al régimen ha existido y sigue existiendo, manifestada en movimientos por los derechos humanos y la libertad, que muestran que el legado cultural y el deseo de libertad aún perviven en el corazón de muchos iraníes.
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