“Mentalmente no estoy bien, retrocedí dos pasos en este aspecto. Pensé que podía manejarlo pero ya veo que no” Estas sinceras palabras del hasta ahora “triunfador” Carlos Alcaraz, que desde sus 18 años viene logrando grandes éxitos en el mundo del tenis hasta ser coronado como el número 1 del mundo, demuestra lo difícil que hoy resulta para esta nueva generación administrar el talento y en especial las dificultades que tienen para afrontar el fracaso y el sufrimiento. Alcaraz viene a reconocer que su retroceso no ha podido afrontarlo con sus propias fuerzas…
“Lo que causa la depresión por agotamiento no es el imperativo de pertenecerse sólo a sí mismo, sino la presión para rendir…En realidad lo que nos enferma no es el exceso de iniciativa, sino el imperativo del rendimiento, la obligación de rendir, que viene a ser el nuevo mandamiento de la sociedad laboral en la modernidad tardía” Esta interesante reflexión del filósofo Han Byung-Chul que hace en su ensayo sobre “La sociedad del cansancio” nos traslada a una de las causas que hoy afectan seriamente a esta nueva generación que se desarrolla en la sociedad del rendimiento: la obligación de rendir. Yo añadiría, además, la casi obligación de sentirse reconocido en su rendimiento por los “otros”, especialmente en las redes sociales.
Sin embargo, la experiencia nos enseña que lo importante es gestionar los fracasos más que los éxitos que te depara la vida. Detrás de un fracaso siempre hay un por qué, una razón que ha frustrado tu objetivo, tu meta. Cuando lo reconoces, como lo ha hecho Carlitos, ya es el primer paso para superarlo. El segundo es la reflexión. “ La vida es dura, está repleta de altibajos, sin sabores, días malos y días peores. La vida mancha, pincha, duele, pica, fastidia, cansa. Por eso es tan sumamente atractiva. Y aquí viene la auténtica paradoja. Si nunca lo has pasado mal, jamás podrás pasarlo bien. Si no hubiera habido Crucifixión (¿acaso no hay una escena que desprenda un mayor aroma de fracaso que esa?), jamás habríamos disfrutado del perdón de la redención.” Estas palabras entresacadas de un interesante artículo del médico doctor en psiquiatría Luis Gutierrez Rojas nos conducen al valor positivo que debemos darle al fracaso en el intrincado mundo en el que vivimos y competimos.
Millones de españoles hemos disfrutado con las hazañas del gran campeón mundial que ha sido Rafa Nadal y esos mismos millones tenemos una gran esperanza en que Carlos Alcaraz, con sus dones y fortaleza física, pueda superar en su larga carrera tenística las gestas de su compañero. Como ha hecho una confesión pública de que “mentalmente no se encuentra bien”, nadie podría comprender sin ese reconocimiento de parte, la grandeza de su corazón ni su indudable capacidad para poner su talento al servicio de quienes le admiran por sus éxitos y desean al mismo tiempo acompañarle y ayudarle en los difíciles momentos de sus fracasos. ¡Animo Carlitos…!
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