Recordar no es simplemente traer información al presente. Es mucho más profundo. Como dijo un reciente Premio Nobel de Medicina, al recordar, revivimos las experiencias con una viveza extraordinaria: los sonidos, los olores, los colores, como si lo estuviéramos viviendo nuevamente. Este fenómeno no es solo biológico, sino también emocional y filosófico, como lo reflejan los antiguos textos y nuestras experiencias cotidianas.
La ciencia del recuerdo: revivir sensaciones
El acto de recordar activa múltiples áreas del cerebro, muchas de las cuales están relacionadas con los sentidos. Los recuerdos no son estáticos, sino que se reconstruyen cada vez que los evocamos, incluyendo aspectos sensoriales como olores, sabores y sonidos. El cerebro tiene la capacidad de hacer que estas memorias se sientan casi tan reales como el momento en que las vivimos. Este fenómeno explica por qué, al hablar de alguien que ya no está, como en el caso de mi madre con mi padre fallecido, puede sentirse el olor de esa persona, como si volviera a estar presente.
El significado profundo de "re-cordar"
Si analizamos la palabra "recordar" desde su origen etimológico, encontramos que viene del latín "re-cordis", que significa "volver a pasar por el corazón". No es casualidad que nuestras memorias más intensas no solo nos hagan revivir el momento, sino que también nos conecten emocionalmente con aquello que recordamos. El corazón, en este sentido, es el centro emocional de nuestras vivencias pasadas, y al recordar, volvemos a sentir lo que sentimos en aquel entonces.
La memoria en San Agustín: el Libro X de las Confesiones
San Agustín, en el Libro X de Las Confesiones, habla sobre cómo en la memoria no solo almacenamos información, sino que nuestras experiencias quedan organizadas con todo su contenido sensorial: los olores, sabores, formas físicas, sonidos... Al evocar estos recuerdos, podemos volver a experimentar lo que una vez sentimos. Sin embargo, como él menciona, no todas las experiencias están disponibles para ser recordadas; algunas se pierden en el olvido o quedan inaccesibles.
San Agustín describe la memoria como una especie de almacén donde estas sensaciones permanecen hasta que, en algún momento, somos capaces de traerlas de vuelta al presente. Este proceso es a la vez misterioso y poderoso, pues nos permite no solo recuperar información, sino también volver a vivir nuestras emociones.
Conclusión: la memoria como un puente entre el pasado y el presente
Recordar es mucho más que un acto mental. Es un proceso que involucra el corazón, los sentidos y las emociones. Al revivir las experiencias a través de la memoria, volvemos a conectarnos con aquellos momentos, personas o lugares que han dejado una marca profunda en nuestras vidas. Y, como sugiere tanto la ciencia como la filosofía, la memoria no es un simple archivo, sino un puente que nos lleva de regreso al corazón de nuestras experiencias.
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