En esta sociedad colmada de soberbia y egoísmo, la enseñanza que nos transmitió un personaje histórico del siglo primero de nuestra era; entraña una inmensa expectación en tres preguntas que expone, y que hace recapacitar para que nuestros comportamientos actuales cambien.
Una de las preguntas que formula este personaje dice:
¿Has pedido perdón al que ofendiste?
No nos disculpamos para ser perdonados, nos disculpamos para arrepentirnos. El perdón es un obsequio que nos hace la otra persona.
La segunda pregunta para reflexionar dice:
¿Quién fue el primero en hacer el daño?
Enumera todo el mal que has hecho.
La última pregunta expuesta:
¿Pediste perdón por esto?
No existe la paz si se alberga resentimiento en el corazón, el uno por el otro. El perdón es el inicio, el perdón es infinito, sin límites. Yo perdono y queda olvidado el daño.
¿Es tan difícil poner en práctica estos enunciados llenos de sabiduría y realidad?
La bondad es la fuerza más poderosa del mundo
La propensión original de la persona a hacer el bien, a estar preparado para ayudar a los demás, en cualquier actividad, de una manera agradable y desprendida; esta es la raíz de nuestra convivencia en la sociedad.
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