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Lo que aquel ‘Sauce ciego’ tiene para ti

Descubre algunas citas imprescindibles después de leer el libro de Murakami
Patricia Lucía Pérez Martínez
jueves, 26 de septiembre de 2024, 08:58 h (CET)

He descubierto que además de coleccionar números de teléfonos que puedan resultar oportunos en un determinado momento, o cuando sea el tiempo de usarlos, también adoro coleccionar citas de libros, frases que me encuentro por el día, como bebedero de luz y brebaje sanador.


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Me encantó conseguir en las letras de Murakami en Sauce ciego, mujer dormida, las rutas de escape menos elaboradas y más divertidas, los cuentos sin final, el comienzo no explicado, el desenlace que no llegó, el final inesperado, el mono que habla, la tía o tío que alguna vez todos hemos tenido, las sorpresas que vienen desde otras esferas, las cartas que se olvidan, los sobres que desaparecen, la soledad en su máxima expresión, el querer a destiempo, la añoranza, el tránsito por la piel y más.


Sigo en mi ruta por descubrir las letras de este escritor tan polifacético, cada vez conozco un poquito más a este personaje que con sus letras revela la esencia de incluso eso que a veces no se sabe ni nombrar. Y lo advierto, tengo una interacción especial con mis libros, uso el grafito del lápiz para identificar lo que más llama mi atención. Perdí el respeto tan extremo que antes me guiaba a no dejar rastros de intervención.


Por aquí les dejo algunas citas para compartir, pero la recomendación es clara: léanse el libro completo.


«Mis cuentos son como sombras delicadas que he puesto en el mundo, huellas borrosas que han dejado mis pies».


«Los cuentos son como postes que indican el camino para llegar a mi corazón, y me siento feliz, como escritor, de poder compartir estos sentimientos íntimos con mis lectores».


«Pensándolo bien, sin embargo, todo lo que escribo es, más o menos, un cuento extraño».


«Hubo un período en el que narraciones que había escrito como cuentos continuaron creciendo en mi mente, después de publicarlos, y se transformaron en novelas».


«Una persona, desee lo que desee, llegue hasta donde llegue, jamás puede dejar de ser ella misma». Del cuento la chica del cumpleaños.


«Hay miles de maneras de ver las cosas. En la India crecen las palmeras. En Venezuela arrojan a los presos políticos desde los helicópteros – dijo él y volvió a apagar la televisión-. No quiero hablar de la gente. Pero en este mundo también hay muertes que no acaban en un funeral. También hay muertes que no huelen». Del cuento La tragedia de la mina de carbón de Nueva York.


«El corazón de las personas es como un pozo muy profundo. Nadie sabe lo que hay en el fondo. Sólo podemos imaginárnoslo mirando la forma de las cosas que, de vez en cuando, suben a la superficie», del cuento Avión… o cómo hablaba él a solas como si recitara un poema.


«Soliloquios: Yo hablo a solas, como si recitara un poema».


«Le asaltó un extraño sentido de pérdida, como si una parte de un complejo sistema se hubiera convertido en algo terriblemente simple».


«Así que, si tú no pensabas en un avión, era tu corazón el que, en lo más recóndito de un bosque lejano, pensaba en él».


«No nos olvidamos tal vez, por una u otra razón, de extraer de todo aquello una lección realmente valiosa? Lo ignoro. Todo ello guarda conmigo una relación demasiado estrecha como para poder dar una respuesta precisa y justa». Del cuento El folclore de nuestra generación: prehistoria del estadio avanzado del capitalismo.


«En el mundo en que vivimos, no son pocas las ocasiones en que lo que se necesita es algo poco original. De hecho, lo son la mayoría».


«Aquel era, ¿cómo te lo diría?…, era un silencio muy profundo. Un silencio que parecía que, si cerrabas los ojos, las imágenes de las cosas empezarían a dibujarse claramente en tu mente».


«No sé, pero a mí me da la impresión de que la tristeza más profunda siempre contiene una punta de humor».


«La relación entre Izumi y yo, si se me permite la expresión, era una comunicación total en aspectos limitados de la vida». Del cuento Los gatos antropófagos.


«Sentía la carne de aquel yo provisional como si estuviera hecha de estuco. Rascándola con las uñas se podía desmenuzar, convertir en polvo».


«Un silencio profundo reinaba en la habitación. Parecía que hubiera venido alguien mientras yo dormía y hubiera esparcido polvo de silencio a manos llenas».


«La luz de la luna, a veces, te muestra cosas que no deberías ver».


Una frase que me encantó: «mi yo provisional».


«La tía pobre llegó y se marchó. Fue sólo durante unas centésimas de segundo, pero estuvo en mi corazón. Y al marcharse dejó atrás un extraño vacío con forma humana». Del cuento La tía pobre.


«¿Por qué? Eso no lo sabía ni yo. Por una razón u otra, las cosas que no comprendía solían ser las que me robaban el corazón».


«Una vez que la fugaz curiosidad inicial siguió el camino que tenía que seguir y desapareció, lo único que dejó tras de sí fue un silencio parecido al de las profundidades marinas».


«El tiempo, por supuesto, va abatiendo a todos los hombres por igual. Como un cochero que fustiga con su látigo a un caballo viejo hasta que cae muerto a un lado del camino. Pero sus embates son tan extremadamente suaves que ni siquiera los perciben quienes los están sufriendo».


«Pronto llegó el profundo silencio de la noche. Ésta avanzó sin fin hasta que, para equilibrar el gran peso de tinieblas acumuladas, llegó el amanecer». Del cuento El séptimo hombre.


«No puedo expresarlo con claridad, pero me daba la impresión de que aquellas nubes estaban suspendidas en el cielo exclusivamente para mí».


«A mí me parece que lo verdaderamente temible en esta vida no es el pánico en sí mismo – dijo el hombre unos instantes después- El miedo existe. Eso es indudable. Se nos muestra bajo distintas formas y, a veces, domina nuestras vidas. Pero lo más temible de todo es dar la espalda a ese miedo y cerrar los ojos. Actuando de esta manera acabamos cediéndole a algo lo más valioso que hay en nuestro interior. En mi caso…, ese algo fue una ola».


«Sin embargo, jamás entró uno de ellos en mi casa. Todos, como retazos de memoria que eran, permanecían vagando delante y, al final, se iban sin haber llamado siquiera a la puerta». Del cuento El año de los espaguetis.


«Una vida que ha perdido el nombre es como un sueño que ha perdido los indicios del despertar». Del cuento El mono de Shinagawa. 

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Era una noche y día lleno de sombras macabras, no se podía garantizar nada, las sombras iban y venían, y la “Luna y el Sol” se paseaban en su casa, alumbraban  menos del mínimo, era propicio para efectuar cualquier fechoría, pero se abotonaban, y sus ojos iniciaban una relación, pero el ruidaje apagó sus ojos y su voz, siendo imposible oír sus encantos.

 
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