Bel Ami nos muestra la vida de Georges Duroy (Robert Pattinson), un ex suboficial que abandona el ejército y acaba malviviendo en París, y que descubrirá que, combinando su encanto, sus dotes de seductor y su ambición, es capaz de alcanzar las más altas posiciones en una escala social regentada por hombres, pero dirigida, en la sombra, por mujeres.
Parte como un proyecto seductor, con un reparto atractivo y un guión basado en la exitosa novela de Guy de Maupassant, pero acaba convirtiéndose en una insulsa historia con un ritmo confuso y en el que el guión parece estancarse en ciertos momentos del film. Ni la ambientación ni los distinguidos trabajos de vestuario, peluquería y dirección artística logran mantener el interés del espectador, que de tantos devaneos y un protagonismo falto de carisma, puede llegar a perderse en un hilo argumental carente de alicientes.
El pilar en el que se sustenta Bel Ami, es el personaje de Georges Duroy (Bel Ami), con un Robert Pattinson que no sabe estar a la altura de un protagonista con tanto peso y su fotogenia no es suficiente para liderar el peso de la trama. Su rostro combina miradas profundas con pequeños tics con los que pretende acentuar sus emociones, que únicamente desvelan artificiosidad y flaquezas interpretativas.
A pesar de que es apreciable su esfuerzo interpretativo, este no resulta suficiente ni está a la altura de la tríada de secundarias formada por Christina Ricci, Uma Thurman y Kristin Scott Thomas, quienes ofrecen algunas de las pocas escenas salvables del film en sus encuentros con el seductor Bel Ami. Destaca también la interpretación del veterano Colm Meaney (Monsieur Rousset).
Se puede llegar a tener la sensación de que los directores no identifican los puntos con los que conecta el espectador, limitándose a la transposición de la novela, obviando así algunas secuencias que podrían haber dado más de sí, como la protagonizada por Kristin Scott Thomas y Robert Pattinson en la iglesia.
Resulta injusto, sin embargo, reducir las carencias del film a la figura de Robert Pattinson, y debería corresponsabilizase también a los directores Declan Donnellan y Nick Ormerod, que en su primer trabajo cinematográfico ofrecen una floja adaptación del guión y un montaje que no acaba de hacer justicia a la historia.
La cámara nos ofrece atractivos planos, con una efectista combinación de contrapicados que acompañan el triunfo de su protagonista, tras hechos relevantes, como un funeral, que le permite ascender posiciones en la escala social, o sus logros con sus primeros artículos trabajando como periodista.
En su inicio, la cámara acompañará a Bel Ami desde atrás, provocando misterio acerca de su persona. Poco después pasará a los primeros planos y será ahí dónde se apreciará la fragilidad interpretativa de Pattinson.
La fotografía de Stefano Falivene resulta ser uno de los elementos más relevantes del film. Las panorámicas ofrecen bellos retratos de las reuniones sociales, con una combinación de luz y color que ensalza la majestuosidad de los eventos y las personas congregadas en ellos.
La música de Lakshman, Joseph de Saram y Rachel Portman, en ocasiones estridente y suntuosa, acompaña las diatribas emocionales de Bel Ami, convirtiéndose en un elemento esencial para la evolución del personaje.
Bel Ami nos habla de la posición de la mujer en una sociedad liderada por los hombres, una guerra de sexos, en la que ambos tienen claros sus papeles pero aún así desafían las leyes de la moral.
El contexto político resulta un telón de fondo jugoso, en el que veremos los movimientos estratégicos de varios de los personajes. La guerra en Argelia y el conflicto con Marruecos dividirán las opiniones de hombres y mujeres.
Bel Ami es la historia de un seductor sin escrúpulos, con una gran ambición, en un escenario en el que la moralidad se pervierte a puertas cerradas y el atractivo físico es capaz de mover a las personas a una infidelidad jamás pensada. La película habla de apariencias, matrimonios de conveniencia, riqueza y pobreza, y cómo acabar viviendo o malviviendo, según se combine la inteligencia con las armas de seducción.
A pesar de todas las turbulencias emocionales que mueven a Bel Ami, estas desembocan en un final que después de un film que se hace largo, resulta precipitado.
Ficha técnica: Bel Ami, historia de un seductor (Bel Ami), Francia, Reino Unido, Italia, 2012. Dirección: Declan Donnellan, Nick Ormerod Guion: Rachel Bennette Producción: Rai Cinema, Redwave Films, Protagonist Pictures, 19 Entertainment Fotografía: Stefano Falivene Música: Lakshman Joseph De Saram, Rachel Portman Reparto: Robert Pattinson, Christina Ricci, Uma Thurman, Kristin Scott Thomas, Colm Meaney, Holly Grainger, Natalia Tena, Philip Glenister, Pip Torrens, James Lance, Todd Peterson, Amy Marston, Jake Harders, Ceri Jerome, Arthur Gurunlian, Ryan Ellsworth, Balázs Czukor, Szabolcs Eszes, Neil Jewitt, Audrey Albert.
CONSIDERACIONES FINALES:
Bel Ami, la historia de un seductor y/o la seducción, es una cinta elocuente y reveladora de que como las relaciones sexuales hacia el interior las élites del poder monárquico en la Francia de los Luises, adquiere una verdadera capacidad de ascenso escalafonario por la vía seductora como el Don Juan Tenorio de José Zorrilla, en su versión Francesa con la notable novela de Guy de Maupassant, si bien las riquezas, los lujos y los privilegios de las clases dominante como la nobleza, el alto clero, los señoríos feudales y la milicia real son un factor de pertenencia real y de aceptación social, el amor real del seductor se convierte en su mejor arma para la conquista de las damas más ricas de la corte, y es claro como Bel Ami alterna con varias damas aristocráticas, dejando al margen a la propia que a pesar de todo siempre le ha sido leal y lo apoya haga lo que haga para conquistar una atractiva heredera que acaba de perder a su marido, al conquistarla BA se queda con la herencia, luego conquista otra dama también adinerada con fortuna, al que a pesar de tener un connotado esposo, logra sus propósitos y la deja, y la historia termina cuando a pesar de haber sido un amante furtivo e indomable George Duroy, enamora a la hija de su examante y a pesar de que su oposición de ella y la complacencia de su esposo, termina celebrando nupcias con esta joven y bella heredera con quién al parecer terminarían las aventuras amorosas extramaritales alcanzando la estabilidad emocional aunque el peso del interés del Status Quo está por encima de todo.
En las cortes de la monarquía absoluta de Francia, las prácticas monogámicas brillan por su ausencia, ni mucho menos lleva a la criminalización de los adúlteros e infieles, en las élites para mantener su poder practican la poligamia y la relajación moral, aunque exijan que el pueblo llano y los plebeyos se apeguen a la ortodoxia religiosa y se sujeten a una rígida moral( la moral de los pobres es proporcional a la vida disipada y desenfrenada de los ricos, lo que está prohibido en unos está permitido en los otros) ejemplo de lo mismo fue la célebre Maria Antonieta, quién siendo Reyna de Francia tenía sus amantes, esto y mucho más sería objeto de crítica teatral por Moliere, “en las preciosas ridículas” y “los intereses creados” de Jacinto Benavente.
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