No es asimilable ni aceptable esta continua, incesante y sin interrupción entrada de emigrantes que los pueblos ribereños del Mediterráneo, especialmente Italia y España, están soportando. El cálculo no solo exacto, sino ni siquiera aproximado, de los que ya están en España de forma irregular y sin papelas, es desconocido, por eso precisamente por lo que es muy difícil, cuando no imposible de evaluar y conocer. Hay quienes dan unas cifras estimativas que oscilen entre los 500.000 y 5600.000. Son datos estimativos, pues según los registros de Cáritas, solo durante el año 2022 atendieron a 500.000 emigrantes en situación irregular de distinta y diferente procedencia, pues no solo son los que llegan en pateas, sino los hispanoamericanos que vienen en avión. En muchas ocasiones como turistas, y, finalizado el plazo concedido, se asientan en nuestro país e situación totalmente irregular. Otros, la mayoría procedentes del África negra, son hombres jóvenes, algunos casi niños, e incluso niños. De la misma manera que muchas mujeres solas, y embarazadas que se exponen a perder no solo su vida, sino también la que portan en sus entrañas. Abandonan sus países lo más granado de su juventud, quienes están en el momento óptimo para dar su esfuerzo y su trabajo a la patria en la que nacieron, y poder, de esa manera, hacerla prosperar y que deseche las cotas de miseria, abandono, incuria y carencia de prosperidad que sufren. Vienen hacinados en falúas en las que doblan la capacidad de su espacio, así como el peso que estas pueden soportar, expuestos al hambre, al frío, a las inclemencia del tiempo cuyos efectos son causa de una elevada mortandad. La avalancha es tal que se están colapsando los medios de los que disponen las diversas ciudades a las que llegan. Las Islas Canarias están padeciendo una sobresaturación de inmigrantes para los medios de los que disponen, de forma tal que, material y especialmente no están en condiciones de atender ni asistir. No mencionaré las soluciones que el Gobierno pone para remediar no este problema en concreto, ni los restantes que padecemos los españoles. Solo pretendo exponer las dificultades que se generan por la venida de personas procedentes de lugares allende nuestras fronteras. No estoy aquejado de conspiranoia, pero ciertamente hay que preguntarse que quién está detrás de estas masas que, de forma irregular, se desplazan de sus lugares de residencia y llegan a tierras en las que muchas veces, sin oficio ni beneficio, ni quien se lo proporcione por su irregularidad, se dedican a vagar por las calles en busca del sustento necesario que tienen que conseguir también de manera anormal, rayando en ocasiones en la delincuencia, y creando guetos en los que es peligroso que se adentren no solo las mujeres, sino igualmente lo hombres y, hasta las mismas fuerzas de seguridad, ponen reparos o no se atreven a entrar. Los humanos desde los que dieron los primeros vagidos como tales, han emigrado continua y constantemente, pues si no hubiese sido así la Tierra estaría despoblada. Los hispanos sabemos mucho de inmigraciones, llegadas de pueblos extraños a nuestra Península en tiempos, pasados. Fueron otros momentos de la Historia. En la actualidad no es de esa manera, hay reglas y normas que cumplir, quien quiera llegar a un país, España, o cualquier otro, deberá de someterse a las pautas establecidas para el cruce de sus fronteras, quien no lo haga, se expone a su expulsión.
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