Comienza con nuestros padres, en especial con nuestra madre. ¿Cómo llega a nosotros el éxito? Llega cuando podemos honrar a nuestra madre y aceptar a nuestros padres tal como son, con agradecimiento por el don de la vida que nos han dado.
El éxito y la relación con los padres
¿Qué relación tiene el éxito en el trabajo o la profesión con nuestra experiencia de nacimiento? Según Bert Hellinger, filósofo y terapeuta alemán, quien consigue vincularse plenamente con su madre al nacer, tendrá éxito y será feliz en la vida. En la medida en que alguien rechaza a su madre, también rechaza la vida, el trabajo y las relaciones. Y del mismo modo, la vida, el trabajo y las relaciones le rechazan a él.
Tomar a la madre es tomar la vida. Cuando aceptamos a nuestra madre, nos alineamos con lo que la vida nos ofrece: nuestras relaciones, nuestra profesión y las circunstancias que nos rodean. Si, por el contrario, rechazamos a nuestra madre, inconscientemente rechazamos la vida que proviene de ella, nuestras relaciones y nuestro trabajo. Y en respuesta, estas dimensiones también nos rechazan.
¿Qué significa "tomar a la madre"?
Tomar a la madre significa aceptarla tal y como es, sin juicios ni exigencias. Nuestra madre nos dio el don más preciado: la vida. Incluso si las circunstancias no fueron ideales, o si no cumplió con todas nuestras expectativas, su acto de traernos al mundo es suficiente para merecer nuestro reconocimiento y gratitud.
Cuando criticamos o juzgamos a nuestra madre —ya sea por cómo manejó su vida, su relación con nuestro padre, su trabajo o sus decisiones— nos ponemos "por encima" de ella. Asumimos que habríamos hecho las cosas de manera diferente o mejor, lo que impide que la aceptemos plenamente.
No se trata de convertirnos en su mejor amigo o cumplir todas sus peticiones, sino de aceptarla con humildad y gratitud.
Las dos claves para aceptar a la madre y tomar la vida
- Aceptación: Aceptar a nuestra madre significa asumir que nadie mejor que ella pudo haber tomado las decisiones que tomó, en su nivel de conciencia y bajo sus circunstancias. Significa reconocer que no somos superiores a ella, ni sabemos más sobre lo que era mejor para su vida en su momento. Esta aceptación nos permite abrirnos al regalo de la vida que nos dio.
- Gratitud: La segunda clave es la gratitud. Independientemente de sus decisiones o acciones, nuestra madre eligió darnos la vida. Esto, por sí solo, merece nuestro agradecimiento. Gracias a ese acto estamos aquí, viviendo, con la oportunidad de aprender, crecer y desarrollar nuestra propia vida.
La figura fundamentaldel padre
De igual manera, es esencial reconocer y agradecer la figura de nuestro padre. Él, junto a nuestra madre, contribuyó a nuestra existencia. En cierto modo, muchas de las cosas que ha dicho este autor podrían aplicarse también al padre. Tal vez sus decisiones también puedan parecer imperfectas a nuestros ojos, pero es crucial aceptar que, sin ellos, no estaríamos aquí.
El vínculo con el padre es igualmente significativo para nuestra estabilidad emocional y éxito en la vida. Al aceptar a ambos padres tal y como son, nos reconciliamos con la vida misma, permitiendo que fluya hacia nosotros de manera más plena.
Los obstáculos para aceptar a los padres
Uno de los mayores obstáculos para aceptar a nuestros padres es la prepotencia. Cuando pensamos "yo lo habría hecho mejor" o juzgamos sus decisiones, nos colocamos en una posición de superioridad. Pero la realidad es que no podemos saber cómo habríamos actuado en su lugar, ni podemos prever si nuestras decisiones habrían sido mejores. Esta actitud impide que tomemos de ellos lo que realmente importa: la vida y las lecciones que, directa o indirectamente, nos transmitieron.
Los juicios hacia nuestros padres —como "mi madre debería haber dejado a mi padre", "debería haber tenido menos hijos" o "no me cuidó bien"— nos alejan de ellos y, en última instancia, de nuestra propia paz interior. En lugar de conectarnos con la vida, nos distancian de ella.
Conclusión: aceptar a los padres para aceptar la vida
Aceptar a nuestros padres con humildad y gratitud es fundamental para poder recibir la vida en plenitud. No se trata de estar de acuerdo con todas sus decisiones o comportamientos, sino de reconocer que, gracias a ellos, tenemos la oportunidad de estar aquí, de vivir y de seguir adelante. Cuando dejamos de juzgar y aceptamos, comenzamos a tomar la vida en su totalidad. Y es entonces cuando nos abrimos al éxito, a las relaciones y a todas las bendiciones que la vida tiene para ofrecernos.
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