A todos los Rafaeles y Rafaelas, especialmente a mis familiares y amigos.
El arcángel Rafael, en Córdoba es venerado, pues fue el enviado fiel que Dios había designado para echar de nuestro lado aquella peste tan cruel.
El que se sienta agraciado, por llamarse Rafael, estará siempre encantado de que ese gran timonel, digno del mejor dosel sea el Custodio revelado.
Quien se llame Rafaela, lo mismo habrá de sentir, pues notará su tutela en el diario vivir, que comenzará a lucir como una radiante vela.
Y yo, con gran ilusión, les dedico esta poesía, deseando de corazón que la vida les sonría; y reciban cada día del Arcángel protección.
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