La pretensión calculada de influir en la opinión pública no siempre va acompañada de connotaciones negativas. Todo lo contrario. Imaginemos las campañas de sensibilización en seguridad vial o las relativas al ámbito de la salud y la extrema importancia que tienen para ellas lograr la atención del observador a través de una estudiada ‘pregnancia’.
Una intención similar, aunque un tanto perturbada, la encontramos muy presente en el ámbito de lo político e institucional y de forma conjunta con la ‘Agenda Setting’ (Maxwell McCombs, Periodista 1938): ‘la influencia de los medios de comunicación en la ciudadanía a través de la distribución de noticias relativas a los asuntos públicos y la percepción que ésta tiene sobre ellos’.
Cuestiones, que van desde qué problemas son de orden político y cuáles no, la asunción de responsabilidades o proveer al respetable de noticias referentes a cualquier eventualidad por anodinas que resulten, por ejemplo: manifestaciones redundantes, proclamas de medidas absurdas y/o ideaciones hiperbólicas, entre otras.
De fondo, la vacuidad.
Es decir, secuencias en bucle donde la comunicación política da por descontado que no provocará ninguna interpelación lógica de nadie ni mucho menos alentará una batalla de ideas. Pero, no hay duda que una exposición programada por los masmedia conduce al resto a imaginar una dinámica activa de la gobernanza.
La misma pose desde el mismo lugar repetida una y otra vez.
A pesar de las diferencias epistémicas (notables), no es extraño reconocer en la teoría un cierto reflejo con el conocido ‘fenómeno phi’ (Max Wertheimer, Psicólogo 1912) la describe como una ilusión óptica de movimiento en lo que son meramente una sucesión de imágenes estáticas. Y concluye: ‘que nuestro cerebro interpreta el mundo de manera activa organizando estímulos dispersos en experiencias coherentes además de la importancia de los patrones y la organización en nuestra experiencia visual’.
Es probable que esta agenda mediática sea la que defina las políticas públicas en función de una opinión ciudadana condicionada por la estrategia de los medios y la oportunidad convenida de cada momento.
No deja de sorprender como se redoblan los esfuerzos en engendrar espirales efectistas en la población como inevitable coartada para el derrumbe partidista y la corrupción retrógrada de estética ‘cani’.
|