Estamos padeciendo las consecuencias de otra DANA o gota fría en España. Una auténtica tragedia con 219 fallecidos, casi un centenar de desaparecidos y las cifras siguen aumentando. Desde el punto de vista económico y sicológico, los daños son astronómicos y están por cuantificar. El pueblo español ha respondido de forma ejemplar, no puedo decir lo mismo del Gobierno e instituciones oficiales.
Ahora es momento para la reparación y organizar la prevención para que en lo posible no se repita esta tragedia. Voy a plantear algunas consideraciones para que las resuelvan técnicos serios e independientes. No los políticos ni los muchos medios informativos, que desgraciadamente han perdido su imparcialidad y son lacayos dependientes del poder y de las subvenciones. Olvídense del “Relato”, que sólo pretende rentabilizar la desgracia y culpabilizar a otro. Algo bueno de lo sucedido en los últimos años, es que el escepticismo de los ciudadanos ha aumentado y la credibilidad de políticos, medios de comunicación e instituciones está por los suelos. La parte negativa es que ya no nos podemos fiar ni de la OMS.
1ª Consideración: Ursula von der Leyen, políticos y medios de comunicación han defendido que este desastre es en parte consecuencia del mantra siempre repetido del “Cambio Climático”. Nadie niega el cambio climático, en mi pueblo, provincia de Jaén es fácil encontrar almejas fosilizadas, parece que allí había mar y el clima cambió sin la intervención humana, hoy demonizada. Volviendo a las inundaciones en la Comunidad Valenciana, hay registros desde la época romana, de hecho, la presa romana de Almonacid de la Cuba (Zaragoza), del siglo I d.C. sigue protegiendo en el siglo XXI. Los Libres de Consell recogen decenas de riadas en la región valenciana, desde el año 1321, destacando como muy graves las de los años 1589 y 1590. Épocas en las que no había coches ni industrias contaminantes. Más recientemente todos conocemos el desbordamiento del Turia en 1957, la rotura de la presa de Tous en 1982, el desastre de Biescas (Huesca) en 1996 con 87 fallecidos y otras menos conocidas, la riada de Alzira en 1987 con 7 muertos, la riada del 2011 en Castellón con 4 muertos, la del 2018 en Mallorca con 13 muertos, la borrasca Gloria en 2020, que afectó a Cataluña, Valencia, Andalucía, etc y se cobró 13 vidas. No son las únicas y además estos fenómenos también atacan a otras regiones, con pérdidas de vidas humanas irrepetibles. En esta ocasión, también hay fallecidos en Murcia y Andalucía. Se trata de fenómenos meteorológicos que han existido siempre y que afectan a toda España. No podemos culpabilizar al pueblo causante del supuesto “cambio climático de origen humano”, una teoría no demostrada y con demasiados argumentos en contra. Con ese planteamiento, no vamos por el buen camino para impedir la próxima inundación.
2ª Consideración: Quiero recordar que el Plan Hidrológico Nacional del 2001, además de paliar la sequía crónica de parte de nuestro territorio, con los embalses, también podía aminorar los efectos devastadores de lluvias torrenciales. Si eso era cierto, ¿habrían sido menos graves estas inundaciones?, de ser así, algo que sólo pueden responder los especialistas, habría que pedir responsabilidades a los que echaron para atrás ese plan. Yo en Andalucía, cada año que padecemos sequía, me acuerdo de Zapatero y los suyos, por rechazar dicho proyecto.
3ª Consideración: Las agencias e instituciones que se han creado para proteger a la naturaleza, ¿se han encargado de limpiar los barrancos, torrenteras y cauces secos, para evitar que la maleza y detritus actúen de barreras temporales y después originen efecto “Ola”?, que produce más daño. Si los han limpiado, estupendo, pero si no lo han hecho, hay que pedirles responsabilidades y que no se repita.
4º Consideración: ¿Hubo fallo en la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), para detectar la que se nos venía encima?, ¿estuvo el fallo en la comunicación y transmisión de datos fiables a los políticos, a la población, a los dos?, o ¿no hubo fallo?. Se ha publicado que nuestros meteorólogos previeron una cuantía de precipitaciones que era la mitad de la que previeron los franceses. También se ha argumentado que esa predicción no correspondía a una institución oficial francesa, sino a un meteorólogo divulgador francés, por lo que no se tuvo en cuenta. Para mí, lo importante no es quién hizo esa previsión, lo importante a posteriori es ¿qué cálculo fue más correcto?, ¿por qué acertó más el francés?, ¿hicieron bien su trabajo nuestros meteorólogos?. Sólo los técnicos pueden responder a esa pregunta. Una vez detectado el peligro, éste se comunicó tarde y no llegó a tiempo a la población. El Sistema Europeo de Avisos de Emergencia por teléfono, se delegó a las comunidades autónomas y su implantación se está retrasando demasiado.
5ª Consideración: ¿Facilitan o dificultan las comunidades autónomas, la adopción de las medidas adecuadas para impedir estas catástrofes y si ocurren, actuar con rapidez y eficacia, para disminuir sus efectos?. Está claro que los avisos telefónicos, donde y cuando llegaron, ya era tarde. La burocracia y legislaciones regionales y centrales se ha multiplicado haciendo más difícil la toma de decisiones, así perdemos el tiempo en disquisiciones tontas del tipo de ¿debe desplegarse el ejército?, o ¿sería una afrenta llevar el ejército a la zona de Valencia, considerada por algunos parte de los “Países Catalanes”?. ¿Hay que pedir ayuda o debe llegar esta de forma automática?, etc., etc. La realidad es que no hay capacidad de decisión ni coordinación y todo se hace mal y tarde, si se hace. Por otra parte, las responsabilidades se diluyen y todos intentan echar la culpa al contrario, máxime si el Gobierno autonómico y central son de diferente partido. Está claro que para los políticos priman los partidos y sus sillones sobre las personas. Hemos llegado al sin sentido de no poder mencionar a la Nación Española, sólo tienen nación los vascos, catalanes, gallegos y otras que se irán inventando, por lo tanto, no se puede declarar una “Emergencia Nacional”, lo nacional está prohibido por los socios separatistas del Gobierno y éste comparte la idea. Las autonomías son un mastodonte muy caro y muy ineficiente, que hay que cuestionar.
Hay mucho que corregir, para prevenir estas desgracias y responder a ellas de forma eficaz. Por lo que hay que responder a las preguntas mencionadas y a todas las que se puedan formular, con escrupulosidad técnica y olvidarse del sectarismo ideológico que nos inunda.
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