Lo bueno de la curiosidad es que ayuda a descubrir lo equivocado que estaba uno la semana anterior. Salvada la digresión inicial, que tiene su intención, hay que decir que el drama de la dana ha evidenciado una vez más el ínfimo nivel dialéctico de nuestra clase política, lo cual impide saber qué pasa realmente. Consideramos clase política a todo emisor de opiniones políticas con repercusión social.
Si esto sucede con lo próximo y gravísimo, no digamos con lo lejano, sobre todo cuando tantos políticos han decidido convertirse en portavoces (a veces silenciosos) de intereses ajenos. Sobre el sabotaje al Nord Stream y sus consecuencias todavía no se ha hablado suficientemente.
En tal atonía pensante parece que estar contra algo obliga a estar inequívocamente con su antípoda y por tanto asumir todo lo que representa. Y al revés. Muchas veces este error provoca anteponer lo accesorio a lo principal.
Si ahora hay un problema muy grave, por encima del social y económico (siendo estos muy graves) es el del equilibrio bélico. Es decir, el de la paz. Al menos así se pensaba cuando la crisis de los misiles en Cuba, con la diferencia de que ahora la escalada es triple: Ucrania, Gaza, Taiwan. Una de las múltiples manipulaciones realizadas ha sido la de fomentar la idea de que el otro caminaba en alpargatas, lo cual le restaba peligrosidad. No saber evaluar al contrincante es una de las peores críticas que se puede hacer a un dirigente militar.
Si no se quiere a Trump (actitud legítima) hay que construir aquello que lo evite. No basta con demonizarlo sino superarlo. De ahí el enfado de Sanders: “No debería sorprendernos que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora lo ha abandonado a él”…, “Mientras el liderazgo demócrata defiende el status quo, el pueblo estadounidense está enojado y quiere un cambio”…, “…(somos) el único país rico que no garantiza un sistema de salud”…, “¿Habrán aprendido alguna lección de esta campaña desastrosa, los grandes intereses económicos y los consultores bien pagados que controlan el partido demócrata?”.
Por otra parte hay que hablar de esa propensión a los fuegos artificiales, más propia de un escenario cinematográfico que de la realidad. La campaña de Kamala Harris obtuvo el apoyo de una pléyade de estrellas del universo hollywoodenses, algo que evaluado por analistas norteamericanos ha sido contraproducente. La élite apoyando a la élite, mientras la inflación reducía en un tercio los salarios, la crisis inmobiliaria se convertía en uno de los mayores problemas del país (aquí lo mismo, los calcamos), las ciudades se poblaban de tiendas de campaña y de adictos a las drogas, la inmigración ilegal destruyendo empleo y bajando salarios (lo cual ha repercutido negativa y especialmente contra la población afroamericana y emigrante legal hispanoamericana). ¿El medio ambiente? Defraudante fue para los ecologistas una de las entrevistas a Harris en plena campaña. Preguntada si estaba contra el fracking respondió que no. Momentos antes había afirmado que ella no cambiaba de principios.
Volviendo a la guerra y la paz atómicas, que es lo fundamental en estos momentos, ya en 1997 George Kennan, inspirador de la doctrina Truman –el presidente demócrata de las dos bombas atómicas-- y cruzado de la Guerra Fría, publicaba en el New York Times un artículo premonitorio titulado “Un error fatal”. En él alertaba sobre que “extender la OTAN sería el error más fatal de la política de EE.UU. en toda la etapa posterior a la Guerra fría”, Posteriormente insistiría: “No había ninguna razón para esto en absoluto. Nadie estaba amenazando a nadie. Esta expansión haría que los padres fundadores de este país se revolvieran en sus tumbas”. Esta opinión fue compartida por senadores, académicos y periodistas de la época.
En una entrevista a El País, Brzezinski, otro demócrata determinante de la política norteamericana, afirmaba: “La solución definitiva para Ucrania sería convertirse en algo así como Finlandia con respecto a Rusia; es decir, mantener una relación en la que haya tanto relaciones económicas abiertas con Moscú como conexiones en expansión con la Unión Europea, pero sin participar en ninguna alianza militar”. Tampoco hay que olvidar que en Minsk y Estambul se había llegado a acuerdos de paz que, según los propios Merkel y Hollande eran maniobras distractoras para rearmar a Ucrania y luchar hasta el último ucraniano, según Boris Johnson.
Estos consejos no beligerantes (los de Kennan y Brzezinski, que en absoluto eran palomas) fueron ignorados por las políticas de los Clinton, los Obama, los Nuland y los Biden, y según se sabe, con intención de continuidad con Kamala Harris. ¿Qué es lo que más temían Kennan y Brzezinski? Muchas cosas, desde la chispa imprevista en un lago de petróleo hasta la unión estratégica de dos potencias como China y Rusia, antes distantes. Esto ha sido, según los analistas más realistas, uno de los mayores errores estratégicos de EEUU.
Más tarde, la finlandización que proponía Brzezinski se convirtió en la otanización de Finlandia y de Suecia. Por cierto, al menos en lo que se refiere a Suecia, era un proyecto bastante anterior (2018) al conflicto. Es decir, que había una decidida política de avanzar sobre una potencia, la primera, nuclear. Tanta habilidad ha convertido a la primera potencia comercial en segunda.
Respecto a la política interior, aparte de asunto secundario, (woke sí, woke no, en realidad cáscara de fruto que los grandes poderes no tendrían inconveniente en variar) nos puede gustar o no, pero no nos incumbe. Esto, por supuesto, no impide decir que han sido tantas las veces que se han anunciado proyectos sociales importantes que finalmente no han prosperado, si es que no han retrocedido, que es absurdo opinar.
¿Y aquí cómo lo llevamos? Pues como siempre: o entusiastas de Trump o entusiastas de Harris, sin reflexionar desde una perspectiva y un interés propios. Lo que está a la derecha desde un lado de la orilla, está a la izquierda desde la otra.
Por el contrario, su política exterior sí nos afecta. No es una posibilidad sino una evidencia. Por ejemplo, la propia Ley de Reducción de la Inflación aprobada por Biden, que aparentemente es un capítulo de política interior, según Cinco Días “es una declaración de guerra económica en toda regla que la UE no puede tolerar si quiere sobrevivir”. Ignoramos como entiende la Comisión Europea la cooperación. En esto tenemos dudas de que haya diferencias entre Harris y Trump.
Sobre Gaza sólo cabe decir que durante más de setenta años, entre matanza y matanza se produce una maniobra de distracción disfrazada de acuerdo (San Francisco, Washington, Camp David, Madrid, Oslo…) para evitar lo obligado por las leyes internacionales, es decir, la constitución de dos estados independientes y soberanos. Mientras si sí o si no, los colones ocupantes de territorio palestino han pasado de 200 mil a 750 mil, si no más. Baste con mirar el mapa de la involución territorial palestina (https://www.newtral.es/territorio-israel-palestina/20231010/) para saber del nivel de honradez y fiabilidad que gastamos. ¿Qué vamos a criticar luego?
Irán: Posible recrudecimiento con Trump; aunque según Mesud Pezeshkian, presidente del país "no hay mucha diferencia" entre Trump, Kamala Harris y Joe Biden.
China: Harris más agresiva, insistiendo en que es un problema existencial, el principal. Trump, por suparte, insistiendo en la guerra comercial (arancelaria).
Méjico: Mas control fronterizo. Pero son palabras. Obama fue el presidente que más emigrantes ilegales expulsó.
Venezuela y Cuba: iguales.
Argentina: Olvidada por ambas partes en la campaña.
América latina en general: idem.
Corea del Norte: Trump ligeramente menos agresivo.
Rearme de EEUU: Harris bastante más radical. Ha prometido convertir a las “fuerzas armadas (en las) más letales del mundo”. Ya Biden había aumentado en 2020 un 5 por ciento el presupuesto de Defensa. Ser de las primera potencias nucleares no basta.
Ucrania: Harris: continuidad con la vía Biden. Trump: llegar a un acuerdo. The Wall Street Journal ha anticipado un supuesto plan de paz de Trump. Renuncia de Ucrania a ingresar en la OTAN durante veinte años. Consolidación del veinte por ciento del territorio conquistado. Estados Unidos seguiría enviando armas a Ucrania (así se calla a la industria de armas), pero no soldados. 100 kilómetros de zona desmilitarizada. Europa pasaría a hacerse cargo del asunto. Problemas: 1) ¿Puede Europa gravar aún más su economía? 2) Rusia. Dada la correlación de fuerzas el asunto ya no es Ucrania, sino el Tratado de Seguridad Colectiva europea, los acuerdos de Helsinki no cumplidos, el concepto de la indivisibilidad de la seguridad. Ucrania no es la única amenaza que percibe Rusia. No hay que olvidar que Alemania recibirá armas de largo alcance en 2026. Es decir, las advertencias de Kenan y Brzezinski se materializan.
OTAN: Harris: habría seguido la política de Biden. Trump ha amenazado varias veces a los gobiernos europeos con sacar a EEUU de la organización si ellos no se hacen cargo de los gastos europeos.
Inmigración: Harris, como con el fracking, en los últimos momentos ha acercado su mensaje al de Trump. Este es un problema delicado en el que no caben opiniones a bulto. Se mezclan lo humano con las posibilidades reales. Creemos que en uno y otro sentido se toca a rebato; y además contradictoriamente: ¿la baja natalidad es o no un problema en muchos países?
Guerras: En los cuatro años de mandato trumpista estas se paralizaron. Sin embargo no hay que olvidar el asesinato del general iraní Qasem Soleimani. Harris, por su parte, arrastra la política de Biden (no en vano fue su vicepresidenta) y no es ajena al equipo más belicoso de la historia norteamericana después de 1945: el de Obama, con siete guerras simultáneas en los ocho años de mandato (lo reconoce el New York Times). Ello sin olvidar a los Clinton (Yugoslavia, Libia. Irak; aunque posteriormente, en 2002, Clinton se opuso a una nueva intervención en ese país).
Volviendo al comienzo, el ambiente demostrado durante la dana reafirma nuestra convicción de que los problemas nacionales e internacionales no se pueden tratar con el apasionamiento desinformado que mostramos. Una y otra vez nos vienen a la mente las palabras de Azaña: si en vez de gritar sobre lo que ignoramos, nos pusiéramos a estudiarlo, que silencio y sapiencia. Lo mejor sería observar con cautela, no caer en kamelos ni trumpas y evitar las euforias y las fobias que nos impiden proyectar fría e independientemente lo que nos conviene. Respecto a la adscripción como extrema derecha es necesario que se la sitúe en su esencia (el belicismo y la violencia como características principales) y no según con quien esté aliada. La real, aún aliada, es peligrosa.
|