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Estrategias para afrontar sentimientos de pérdida, dolor e incertidumbre tras sufrir los efectos de una catástrofe devastadora

El impacto psicológico tras la tragedia de la DANA y algunas claves para superar las secuelas emocionales
Redacción
jueves, 14 de noviembre de 2024, 10:14 h (CET)

La DANA que ha azotado a varias localidades de la Comunidad Valenciana y del sur de España ha dejado un panorama devastador: hogares destruidos, servicios interrumpidos y, lo más grave, pérdidas humanas. Este tipo de fenómenos meteorológicos, cada vez más intensos y frecuentes, no solo dejan daños físicos, sino que afectan profundamente la salud mental de quienes se ven involucrados, directa o indirectamente.


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El impacto psicológico de una catástrofe


Las catástrofes naturales son eventos que sacuden la vida cotidiana y pueden desestabilizar a las personas emocionalmente. Quienes han vivido esta reciente DANA han experimentado miedo, incertidumbre y pérdida, sentimientos que pueden desencadenar cuadros de ansiedad, estrés postraumático e incluso depresión. Estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Cruz Roja confirman que hasta un 40% de las personas afectadas por desastres naturales desarrollan algún tipo de trastorno psicológico en los primeros seis meses posteriores a la catástrofe.


Según los especialistas, una reacción común ante estos eventos es el estrés agudo. Este estado de alerta constante puede afectar tanto a quienes han sufrido daños materiales como a aquellos que, sin ser directamente afectados, observan la tragedia desde un lugar de empatía y miedo. El cerebro humano no está totalmente preparado para enfrentar pérdidas repentinas y desolación, y el estado de shock inicial, que dura desde unos minutos hasta varios días, puede derivar en trastornos a largo plazo si no se gestiona adecuadamente.


La importancia de expresar las emociones


Es fundamental comprender que las emociones derivadas de este tipo de eventos deben ser expresadas. Reprimir el miedo o la tristeza, así como minimizar la gravedad de los acontecimientos, puede complicar el proceso de sanación. Según datos de la Asociación Americana de Psicología (APA), expresar el dolor, ya sea mediante palabras, escritura o arte, es uno de los primeros pasos para procesar la experiencia traumática y reducir el riesgo de padecer trastornos mentales posteriores.


La ayuda psicológica es clave para fomentar esta expresión emocional. En situaciones de emergencia como esta, los profesionales de la salud mental recomiendan hablar sobre lo vivido, ya sea en grupo o en sesiones individuales, para que las personas puedan compartir sus experiencias y miedos en un entorno seguro y empático. En Valencia, varias organizaciones, incluidas ONG y servicios sociales, han comenzado a ofrecer apoyo psicológico gratuito para los afectados por la DANA, tanto en persona como en línea.


Estrategias para gestionar el estrés


Una de las primeras recomendaciones de los expertos es establecer rutinas en la medida de lo posible. Mantener una estructura diaria proporciona una sensación de control en momentos de caos y ayuda a reducir el estrés. Además, la actividad física se presenta como una herramienta clave: ejercicios sencillos como caminar, respirar profundamente o realizar estiramientos pueden reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y mejorar el estado de ánimo.


La resiliencia como herramienta fundamental


En este contexto de desastre, la resiliencia —la capacidad de adaptarse y recuperarse frente a situaciones difíciles— se convierte en una herramienta imprescindible. La resiliencia no implica minimizar o negar el dolor, sino buscar maneras de salir fortalecido de la experiencia traumática. Practicar la gratitud y valorar las pequeñas victorias, como encontrar apoyo en la comunidad o recibir ayuda de seres queridos, son actos que fortalecen la resiliencia.


Además, establecer redes de apoyo y mantener contacto con amigos, familiares y vecinos contribuye a aliviar el estrés y proporciona un espacio de contención emocional.


La salud mental de los niños y adolescentes


Los más jóvenes suelen ser especialmente vulnerables a los efectos psicológicos de los desastres naturales. Para ellos, ver su hogar o comunidad afectada por el agua, los daños o las pérdidas puede ser un evento traumático que, si no se trata, podría influir negativamente en su desarrollo emocional. Es esencial que los adultos mantengan la calma y sean un modelo de contención emocional para ellos. Hablar con los niños, responder sus preguntas y tranquilizarlos con palabras y gestos de seguridad puede marcar la diferencia en su proceso de recuperación.


Las instituciones educativas juegan también un papel importante en la recuperación emocional de los menores. Profesores y orientadores están capacitados para brindar apoyo y crear espacios de diálogo, donde los estudiantes puedan expresar sus preocupaciones y encontrar consuelo.


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Hacia una recuperación integral


La reciente DANA ha puesto de relieve la necesidad de integrar la atención a la salud mental en la respuesta a desastres. La OMS y la Cruz Roja ya insisten en la importancia de que los planes de emergencia incluyan recursos y protocolos de salud mental para afrontar catástrofes naturales.


Para quienes están pasando por este momento difícil, recordar que el dolor es parte del proceso y puede ayudar tomar la decisión de buscar ayuda profesional. Las heridas emocionales de una catástrofe, aunque invisibles, son reales y merecen ser atendidas con el mismo cuidado y respeto que cualquier otra lesión física.

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La DANA que ha azotado a varias localidades del este y del sur de España ha dejado un panorama devastador: hogares destruidos, servicios interrumpidos y, lo más grave, pérdidas humanas. Este tipo de fenómenos meteorológicos, cada vez más intensos y frecuentes, no solo dejan daños físicos, sino que afectan profundamente la salud mental de quienes se ven involucrados, directa o indirectamente. Las heridas emocionales son reales y merecen ser atendidas.

Vivimos en una sociedad en la que tenemos la obligación de actuar como lo hace el resto, de comer lo que prueban otros, de tener aficiones conforme al entorno al cual nos hemos desarrollado y sobre todo, a relacionarnos con personas afines a nuestros intereses y clase social

Rabia, impotencia, indignación, tristeza, pena, frustración, culpa, orgullo, solidaridad, responsabilidad. Todas estas emociones se han desatado ante la tragedia de Valencia entre las víctimas, sus vecinos y entre los millones de personas que han contemplado el desastre a través de los medios y las redes sociales. Es una carga emocional extraordinaria que será necesario ir gestionando de manera individual y colectiva en los próximos meses. 

 
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