La maternidad es la etapa vital más importante en la vida de una mujer y el inicio de la creación de la base de la sociedad, que es la familia. El embarazo, la gestación, el parto, el cuidado y educación de los hijos condicionan de manera importantísima e irreversible la vida de las mujeres y tiene una relevancia máxima para la sociedad de la que formamos parte. Servicios médicos, sociales y educativos a los que se dedican importantes recursos giran en tomo a la reproducción humana y todo lo que implica para las familias y el desarrollo y continuidad de la sociedad.
Pienso que hay que distinguirse por el apoyo decidido a la vida y, dentro de ella, a la natalidad y a la familia como la institución más relevante de la sociedad.
Hay que destacar que la natalidad o, más bien, el descenso de ésta en España y en toda Europa es un aspecto fundamental que excede de planteamientos políticos para convertirse en un asunto social con graves repercusiones negativas de no realizar acciones para su corrección.
Muchas son las causas que afectan a la natalidad: las dificultades económicas, el paro y la precariedad laboral, los bajos salarios y los altos precios de la vivienda están haciendo que la edad media del primer hijo en las mujeres españolas se siga retrasando y que se reduzca dramáticamente el número de hijos por familia. Todo ello nos aboca a un invierno demográfico de imprevisibles e indeseables consecuencias.
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