En el Perú del último siglo la muerte de todos lideres partidarios ha producido la agonía, crisis o defunción de sus respectivos partidos. El fallecimiento de todos los antiguos dictadores civiles o militares (Leguía, Sánchez Cerro, Benavides, Prado, Odría, Velasco y Morales) dio paso a la desaparición de sus respectivos movimientos políticos, algunos de los cuales llegaron a ser masivos.
La desaparición física de Luid Bedoya casi sepultó al PPC. La de Belaunde hizo que Acción Popular nunca más sacara más de un digito en cualquier elección presidencial (y solo llegase a palacio a través de una nominación congresal en 2000 y 2020), mientras que hoy la lampa se viene enterrando a sí misma. La partida final de Haya en 1979 dividió a su partido en dos (Villanueva vs Townsend). Alan García logro reunificar y reflotar al APRA, pero su mal gobierno y posterior suicidio fue un tiro en la nuca contra la única fuerza nacional que ha cumplido un siglo de vida.
Cuando Castaneda Lossio (el único alcalde de Lima durante 3 gestiones) falleció bajo prisión domiciliaria dejó desgastado a su partido. De este ha surgido las dos bancadas que se disputan el segundo lugar en el Congreso (APP y Podemos) y Solidaridad se rebautizó como renovación comandada por otro caudillo. Acuña, Luna y López Aliaga han creado partidos-empresas que funcionan como feudos personales.
Ahora que Fujimori ha muerto va a ser muy difícil que su partido se mantenga fuerte o unido. Por ahora, Fuerza Popular controla los hilos del poder legislativo y ejecutivo, y el Tribunal Constitucional. Empero, es muy rechazado por la población. Muy pocos centenares fueron al entierro del ex dictador (lo inverso al masivo despido final que tuvo Haya hace 45 años). En su sepelio se escucharon lemas en favor de Kenji o de Keiko, lo que presagia que entre ambos hermanos va a darse una disputa por liderar al fujimorismo. De darse ello, el fujimorismo volvería a seguir la senda del APRA post-Haya, pero sin que haya un Alan que luego les revitalice.
|