No se dejen engañar por la información que llega a los medios de comunicación desde el Ministerio de Sanidad. Sabido es que la titular del mismo, Mónica García, viene avalada por su muy mala fama desde la Asamblea de Madrid, donde le pillaron en un renuncio de 13.000€ y actualmente ‘okupa’ un chalet reclamado por el Ayuntamiento de Cercedilla, que se ubica en un terreno dotacional donde debe construirse un hospital. Poner a este personaje al frente del Ministerio de Sanidad es un atentado a la convivencia y un desprecio a la negociación prudente; pertenece a ese sector ultrasiniestro al que los socialistas conocen como «comunistas del niño Jesús».
Razón tiene nuestro informador, inspector jubilado de la sanidad pública, cuando se refiere a la cuestión del globo sonda de MUFACE, promovido por los ultras del Gobierno: el voceras ministro de «Cultureta», Ernesto Urtasun, y la ME-MA madrileña, Mónica García: «A los voceadores de la izquierda irracional sólo les interesa la pasta de MUFACE. Les da igual lo que pase con la Seguridad Social, que se atasque, desmorone o arruine, pero se les llena la boca de SANIDAD PUBLICA. Por cierto, muchísimo más cara que MUFACE, así como con mayor grado de insostenibilidad e inviabilidad». Algo tiene el agua cuando la bendicen, dice el refrán, y es que mientras el Gobierno bajaba las dotaciones económicas para la Mutualidad, ésta seguía creciendo y no ha dejado de hacerlo.
Desde MUFACE y Función Pública se sigue trabajando en la continuidad de la mutualidad; no obstante, el ministerio de Sanidad no deja poner palos en las ruedas, además de lanzarse a los medios de comunicación con toda su ignorancia. No dejan de esputar barbaridades como que MUFACE es «inviable» e «insostenible». Y yo pregunto a Mónica García y a Ernesto Urtasun: ¿Acaso no es más inviable e inasumible la sanidad pública, que cada día tiene un agujero mayor? Ni la ministra de Sanidad, ni el ministro de «Cultureta» han conocido los tiempos en que los agujeros de la SS se tapaban con los montones de las mutualidades que pretenden arruinar.
Voy más lejos: ¿cuántas veces los Gobiernos utilizaron el dinero de las mutualidades y de las pensiones para sufragar el coste de elecciones generales? Pero, claro, ni Urtasun ni ME-MA se informan antes de soltar su lengua a pasear. Por cierto, ¿por qué está escondida en este tema la derechita cobarde de Núñez Feijóo y la derecha vocinglera de Abascal? Para ellos, la ciudadanía no es lo importante y tampoco el bienestar social. ¡Farsantes, hipócritas y sinvergüenzas de nuevo cuño!
Y si, durante años, las aseguradoras han trabajado a pérdidas, ya va siendo hora de que el Gobierno suelte la gallina en aras de la igualdad con lo público, bien es verdad que el socialismo siempre iguala mal y por abajo. La libertad personal está en la capacidad de elegir y ahora se puede hacer. ¿Lo harán en el Plan de afianzamiento de la Seguridad Social, que desde hace tres años propone la UE? Por cierto, a la generación que ahora se está jubilando la obligaron a afiliarse a MUFACE, ni siquiera le dieron opción a elegir, aunque pudiera saltar anualmente de compañía en compañía sanitaria. Ya desde hace unos años esa posibilidad sí existe desde el principio en lo que a elección sanitaria se refiere.
Hace una semana, más o menos, se llevó a cabo la tercera reunión del Consejo General de MUFACE en el actual ejercicio económico 2024. Entre otras cuestiones, además de las ayudas a los mutualistas y beneficiarios afectados por la DANA, se analizó la situación de los CAS (Conciertos de Asistencia Sanitaria) para 2025 y 2026; máxime cuando ninguna entidad aseguradora optó a la licitación, celebrada hace unas semanas, para esos años. Sin duda, la subida del Gobierno era raquítica tras años de pérdidas. Hay nuevas compañías que previsiblemente sí acudirán a la nueva licitación, pero tal vez no sean las que actualmente trabajan con MUFACE.
Es un hecho demostrable que la prima del 17,2% se quedó muy lejos de la necesidad real. Ello puede suponer un brutal atasco en la Seguridad Social y el hundimiento definitivo de la misma. No hay duda de que estamos ante una generación muy torpe de políticos, que más parecen poligoneros de la indigencia intelectual que personas con rigor al servicio de la ciudadanía y preocupadas por el bienestar social.
El hecho de que la secretaria general de la Función Pública (Clara Mapelli) transmita constantemente un mensaje de tranquilidad a los mutualistas y al sindicalismo no sectario de funcionarios, hace albergar esperanzas, a la vez que se aprecia un enfrentamiento a cara de perro entre los ministerios de Transformación Digital y Función Pública, por un lado, y el ministerio de Sanidad, por otro; eso sí, el manipulador ministerio de Sanidad, defendiendo el informe hecho hace tiempo por la UCM y que invita a la mofa sólo con leerlo. Pero eso lo dejamos para mañana. Nada que ver lo que defienden Función Pública y Sanidad, dos ministerios a la greña y de donde la ME-MA madrileña y Óscar López pueden salir abrasados.
Tanto Mapelli como Pallarés, directora General de la Mutualidad, han transmitido un mensaje de calma, tranquilidad y confianza, lo mismo a los mutualistas y beneficiarios que al resto de miembros del Consejo, incluidos los sindicatos de funcionarios no sectarios: «la continuidad de las prestaciones sanitarias está garantizada para todo el colectivo mutualista con arreglo a los mecanismos previstos en la Ley de Contratos del Sector Público».
De momento se ha confirmado una nueva licitación para los conciertos de asistencia sanitaria. La Unión Europea ha puesto su mirada en la aberración que pretende el ministerio de Sanidad y tanto la actual ministra como todo su equipo pueden tener las horas contadas tras “bombardear” a su propio Gobierno con innecesarias tensiones y azuzar Mónica García a sus acólitos contra el presidente, Pedro Sánchez.
El presidente Sánchez, agobiado por casos de corrupción y tras su huida de Paiporta, no quiere manifestaciones, ni traiciones y SUMAR parece que está en esa estratagema para ganar votos, orillar a PODEMOS y enfrentarse al PSOE, además de hacer daño a la ciudadanía, algo muy habitual en la irresponsable e innecesaria ultrasiniestra.
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