Cuarenta y cinco años después de la aprobación de la Constitución del 78, quedan todavía sectores ideológicos que pretenden negar a los católicos el ejercicio pleno de ciudadanía, cuestionando como privilegios el derecho de las familias a una educación integral para sus hijos, o la simple manifestación con naturalidad de la fe en el espacio público.
Frente a esta polarización, que convierte cualquier diferencia en ocasión de hostilidad, el presidente del episcopado español reivindicaba al inicio de la Asamblea Plenaria celebrada por los obispos, mayor “altura moral”, petición que hacía extensiva a “toda la sociedad".
Es la visión que, en particular, desde el Concilio, defiende la Iglesia católica para sociedades complejas y diversas como la nuestra, en las que grupos sociales de diferentes tendencias son llamados a colaborar, dando cada uno lo mejor de sí, al servicio del bien común.
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