Frente a la visión del cardenal sevillano Miguel Ángel Ayuso, que desde los atentados contra las Torres Gemelas, planteó como inevitable un choque de civilizaciones, la Iglesia respondió intensificando con plena convicción el diálogo interreligioso.
El cardenal sevillano, a quien ya Benedicto XVI encomendó importantes responsabilidades, aportó a esta misión su enorme conocimiento, pero sobre todo la particular sensibilidad de quien, como ha dicho Francisco en su despedida, fallecido hace aproximadamente un mes, no perdía ocasión para testimoniar que “el amor de Dios por el hombre” se hace especialmente visible en “la fraternidad entre los pueblos y las religiones”.
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