Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | ricos | Riqueza | mediático | Poder

Los ricos, los superricos y los otros

Si se habla de verdadera riqueza, es en los que apenas se dejan ver en los que hay que fijar la atención, no son carnaza mediática y a los que se acercan a ellos volando les cortan las alas
Antonio Lorca Siero
viernes, 17 de enero de 2025, 11:01 h (CET)

Se ha puesto de moda en muchos medios hablar de la gente de dinero casi como iconos sociales. Lo que es natural en la sociedad de mercado de masas. A la mayoría de esta clase social se les llama ricos, y su función es la de lucirse ante el auditorio para resaltar su persona, reafirmando en algunos el componente narcisista y hedonista para adornar su ego, animándose así a cumplir con la riqueza, mientras puedan. Para los que les alientan y contemplan, la cultura de los ricos tiene una triple finalidad, económica, política y social. En el primer plano, su valor es mediático, caso de quienes les utilizan para vender y rellenar espacio publicitario, que de otra manera quedaría vacío, y también para entretener a la masas. Los políticos van por otro lado, en cuanto pasan a ser instrumento de utilización política para tratar de ganar votos. Es frecuente oír a los demagogos que hay que acabar con los ricos y distribuir la riqueza entre los pobres, para que se luego se la gasten en el mercado. Socialmente, lo de ser rico invita a despertar a muchos y tomar el camino de la riqueza por la vía de la imitación, mientras que para otros supone disfrutar de la envidia sana.


Los superricos se sitúan más arriba, son la elite visible de la riqueza. Muchos, una simple tapadera de lo que hay detrás de ellos. Existe cierta leyenda a su alrededor, tal es así que eso de empezar de cero, aunque sea aportando algo genial, si no cuenta con el apoyo apropiado, la genialidad se queda en nada. El hecho es que estos personajes, no han llegado a lo alto de la escala sin contar con el debido apoyo y tutela, alimentada y subvencionada por quien se ocupa de hacerlo. De manera que no estarían ahí si los encargados del sistema no les hubieran dado cuerda. En cualquier caso, al igual que les montan, les desmontan. Lo que sucede es que, en tanto sirvan para dar lustre al sistema, sus patrocinadores no pierden nada con dejarles disfrutar de la riqueza, si son capaces de crear capital para el sistema. Por otro lado, los superrícos, ademas sirven para realizar la actividad de ocultación de la riqueza de más arriba, Su función prevalente, además de las que corresponden a los ricos pero a gran escala, permite ilustrar al respetable sobre cómo se maneja el mundo a través del dinero.


Lo curioso es que los que venden plutocracia para mantener el auge del negocio económico, político y social no dicen ni palabra de los otros, los que verdaderamente cortan el bacalao. Es decir, de los que dirigen el mundo desde el poder del dinero, los que situados más arriba de los los superricos, a los que también se les llamada la sinarquía económica, incluso algunos hablan del Estado Profundo.


A la pregunta de quienes son estos otros, no hay respuesta para muchos, alguno los conoce y muy pocos están enterados de sus funciones reales, que puede resumirse en acumular capital, controlar la política y tomar el pelo a la sociedad. A esos otros no los conoce casi nadie porque actúan desde las sombras, utilizando un amplio tejido jerárquico, el que nadie menciona, incluso, para despistar, ponen el límite de la escala en los superricos. Si se habla de verdadera riqueza, es en los otros en los que hay que fijar la atención, porque apenas se dejan ver, no son carnaza mediática y a los que se acercan a ellos volando les cortan las alas. Baste con señalar que los otros son los que venden la política del despilfarro a sus peones políticos, para que la pongan en práctica y que el mercado prospere, porque son ellos los que lo controlan. También los que ordenan practicar la libertad en el cercado, los que manejar los países inclusivos, donde caben todos, esos lugares donde se privilegia a los grupos para dividir la sociedad, junto con otras argucias de última generación. Todo ello para que los buenos sigan gobernando. Mientras la sociedad permanezca dividida, será mejor para el gran negocio, porque así se vende más.


A los otros, los que realmente mandan en la economía, la política y la sociedad, había que decirles, que no nos tomen el pelo con sus estrategias para vender, su doctrina y el falso material que ofrecen, dejen en paz a los superricos y a los ricos, no les utilicen como pantalla y salgan ustedes a escena para decir que son quienes realmente mandan. Los destinados a obedecer, probablemente les quedarán agradecidos al ser los artífices de su bienestar. Además, vistas las caras, muchos les podrán venerar e incluso hacer estatuas, como a los viejos dioses, en prueba de agradecimiento por lo bien que marcha esto.

Noticias relacionadas

Se ha puesto de moda en muchos medios hablar de la gente de dinero casi como iconos sociales. Lo que es natural en la sociedad de mercado de masas. A la mayoría de esta clase social se les llama ricos, y su función es la de lucirse ante el auditorio para resaltar su persona, reafirmando en algunos el componente narcisista y hedonista para adornar su ego, animándose así a cumplir con la riqueza, mientras puedan.

Transitamos jornadas de absurdo y desasosiego, camino del corazón del invierno en un contexto político y social que no se sospechaba. Se advierte, “in crescendo”, el retroceso del raciocinio y de la lógica, más allá de los cuales solo anidan la nada y el vacío. Sin entrar en consideraciones filosóficas, y ciñéndonos al román paladino, se percibe una creciente sensación de absurdo, considerado por Albert Camus como integrante fundamental de nuestra condición humana.

Muchas son las circunstancias que nos zarandean a diario, compiten con tantos o más impulsos surgidos desde los adentros íntimos de cada persona; en ambos supuestos, el descontrol predomina con la consiguiente intranquilidad. Nos abruma el desconocimiento de los factores condicionantes, con el resultado crudo de la incertidumbre como fondo permanente.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto