Muchas son las circunstancias que nos zarandean a diario, compiten con tantos o más impulsos surgidos desde los adentros íntimos de cada persona; en ambos supuestos, el descontrol predomina con la consiguiente intranquilidad. Nos abruma el desconocimiento de los factores condicionantes, con el resultado crudo de la incertidumbre como fondo permanente. Por mucho empeño puesto en simplificar las cosas, lo nuestro está ubicado de lleno en el campo de la COMPLEJIDAD, donde debiéramos enfocar los aprendizajes para mejorar los comportamientos. Las soluciones simplistas tienden a esconder maquinaciones y por lo tanto, falsean los ambientes. Las enormes variaciones se transparentan por sí mismas.
Precisamente, esas actitudes simplistas al servicio de los empoderados deslucen la complejidad comunitaria, siempre intentan reducirla a sus utilidades sectarias. De tal forma, ahogan la pluralidad de versiones, tratan de controlar las diferentes áreas de la actividad social hasta extremos inauditos. Sólo se admiten los razonamientos tendenciosos, forzando la situación a base de acaparar las vías informativas, con todo tipo de presiones ambientales. Llegan a considerarse intempestivas las CONVERSACIONES abiertas, los intereses captan a los interlocutores y estos se ciñen a los comentarios afines a los controladores. Pese a todo, la complejidad subyacente mantiene su urdimbre en un contraste radical inquietante.
Ante cualquier situación ambiental, los mismos comentarios descriptivos son reveladores. Nos abruman una serie de discursos con variados talantes y con habituales tendencias deformantes. Las ironías ácidas suplen al tono de lo razonable, el cinismo rezuma con frecuencia y, en definitiva, la hipocresía acrecienta las distorsiones. Cuando tratamos de deslindar la trama auténtica, tropezaos con toda una serie de formatos DESINTEGRADORES, quedan muy alejados de una mejor comprensión de los eventos, reunir las anotaciones dispersas es difícil; por el contrario, pretenden una explosión final de expresiones centrífugas. En la mayoría de las ocasiones se consolidan en hostigamientos violentos e irreconciliables.
Estamos inmersos en un modelo de incultura muy peculiar, precisamente, porque el caos de datos circundante no equivale a percepciones y conocimientos reales. Desde ese fondo heterogéneo es imposible precisar el concepto de persona y su relación con el conjunto. Cada uno escoge su ética y procede a su gusto. Las cualidades las aprecia cada sujeto a su aire, sin atender para nada a los aires y necesidades ajenos. Y para empeorar el panorama, a la hora de expresarnos lo hacemos con palabras CHAMUSCADAS, que no se aproximan siquiera a la comunicación franca. Se multiplican las intervenciones disonantes, con talantes crispados en una negación cotidiana de la armonía.
Me acuerdo de la “Comedia” de Samuel Beckett. En el escenario aparecen tres grandes tinajas y en cada una asoma una cabeza expectante; hablarán o callarán cuando el foco las ilumine o no, con frases arbitrarias, sin ilación, en los discursos interrumpidos. Nos suena esta dispersión de los lenguajes sin sentido, alguien maneja los ritmos alternantes sin cuestionarse en ningún momento las posibles valoraciones de lo expresado. La palabrería notoria en los ambientes actuales deriva en una ALGARABÍA vociferante, mientras desaparecen aquellas referencias al diálogo, los debates, en el contraste de pareceres. Del entendimiento, ni se menciona ni se le espera; se actúa con la menor demora posible.
Las actitudes vitales de cada ser humano adquieren tendencias de una enorme variedad, con el añadido de ser cambiantes. Los solipsistas no piensan en los demás, los utilitarios se centran en sus necesidades, algunos pensarán en la comunidad, otros pueden sentirse universales, espirituales o no. En dichas andanzas se forja el proceso intransferible de la INDIVIDUACIÓN, para determinar sus características peculiares. Estos rasgos apenas constituyen una introducción somera; influyen muchos otros factores foráneos, sin olvidar los importantes matices novedosos surgidos en cada caso. Sobre todo. Saco a colación el carácter rutinario anodino, el que intenta progresar, el ambicioso y quien se orienta a la excelencia de sus labores.
Si pretendemos aclararnos con respecto a los patrones organizativos de la sociedad y sus efectos, nos perdemos en un extenso panorama de ideas abstractas, que si arquetipos definidos, culturas especiales o costumbres comarcales. Al tratar de concretar encontramos datos innumerables, hechos descollantes y narraciones muy curiosas. En cualquier caso, nos quedamos con la sensación de no haber conseguido el propósito informativo, de habernos entretenido con aspectos alejados del verdadero meollo. Es la mostración del ICEBERG social, mantiene sumergida la verdadera trama constituyente de su realidad. El sentir de los protagonistas, las conexiones internas, la verdadera esencia de los impulsos existenciales, se nos resisten.
La imaginación es importante como recurso humano, pero a la vez, de gran ambigüedad; nos puede inducir hacia los mejores objetivos, como a las peores maldades. Nos permite abstraernos en torno al arte o las posibilidades futuras; la variación de los resultados es asunto diferente. Existe una diferencia evidente entre todas las proyecciones posibles y la vida cotidiana de cada persona. Un hogar, unas relaciones, unos sentimientos, requieren una cercanía inmediata. El intento de ese deslinde de lo abstracto a lo concreto, exige un ATERRIZAJE, que presenta sus dificultades en la práctica, aunque resulta fundamental si pretendemos aclararnos con respecto a nuestra posición y sus alcances.
Estaremos de acuerdo, las añoradas PISTAS para dichos aterrizajes son un laberinto. En parte, lo son debido a la incertidumbre acumulada en cada sector; se agrava la cuestión si añadimos la actuación de los canónigos descritos por Unamuno, que intentan ilustrarnos y dirigirnos a su aire, sin permitirnos un respiro. Habitamos en unos territorios infestados de irregularidades, nos dificultan la percepción de la realidad. La poesía lo refleja en la actitud del sabio, entretenido en la danza de una mariposa blanca y otra negra; no se apercibía de que la negra era sólo la sombra. El aleteo ambiental subsiste potente y el pálpito de cada sujeto también; la pugna no cesa.
De un lado, las luces de alarma se encienden ante la proliferación de tanto encantador de multitudes en la sociedad, las SOSPECHAS se incrementan cuando salen a la luz los escasos contenidos de sus alforjas. No precisamos de grandes investigaciones, el mero transcurso del tiempo suele poner de manifiesto dichas carencias. Somos demasiado crédulos o comodones.
Si pretendemos mantenernos con cierta dignidad, no es suficiente hacer con una resiliencia resignada un tanto estoica. Hemos de sacudirnos los adentros para indagar las respuestas pertinentes y los recursos para mantener activa nuestra PRESENCIA, cargada de indudables atributos, no sólo en busca de una adaptación, sino de una participación en toda regla, reivindicativa y dispuesta al esfuerzo requerido.
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