El reciente ganador del Goya al Mejor Actor Protagonista, Eduard Fernández, se ha abierto en canal con Jordi Évole en una entrevista que ha dejado una huella significativa en el debate sobre la salud mental y las adicciones en nuestra sociedad. Su testimonio, cargado de sinceridad y humildad, aborda cuestiones que a menudo se ocultan o se estigmatizan, contribuyendo a una cultura que todavía tiene dificultades para hablar abiertamente sobre la depresión, la vulnerabilidad y la importancia de pedir ayuda.
Eduard Fernández compartió por primera vez públicamente sus problemas de adicción, especialmente con el alcohol, al que se refirió como su "droga estrella". Describió cómo la adicción le llevaba a consumir desde el mediodía y cómo enfrentaba la vergüenza y el desasosiego asociados: "La adicción da mucha vergüenza porque tú notas que algo no tira". Reconoció la importancia de aceptar que uno no puede superar la adicción por sí solo y la necesidad de buscar ayuda profesional.
El actor también respondió con honestidad a la pregunta de Évole sobre por qué había decidido hablar de su problema de adicción. "Lo he pensado mucho, contarlo o no, y había gente que me decía que no lo contara", confesó Fernández. "Me decían que para qué lo iba a contar ahora, estando en un momento tan bueno. Pero yo decía que si lo contase en algún sitio sería con Évole, en una entrevista como dios manda".
Fernández sigue asistiendo a terapia y la defiende con pasión. "Sigo yendo de vez en cuando a terapia para veteranos y también vas para estar con los que empiezan", afirmó. "Me gusta mucho, es una escuela de vida. Es la humanidad a lo bestia". Además, destacó la importancia de reconocer la depresión y la adicción como enfermedades tratables: "La depresión es una enfermedad, no es alguien que es raro y que, además, es culpable por estar mal. Un adicto es lo mismo, tiene que pedir ayuda. Tiene que hacer el acto de humildad de decir: 'ayúdame, que yo no puedo'".
Otro aspecto clave que abordó en la entrevista fue su evolución como actor y la importancia de la autenticidad en su trabajo. Durante sus primeros años, intentaba imitar a otros actores, hasta que comprendió que su mejor versión surgía cuando dejaba de copiar a los demás y se enfocaba en ser él mismo. Habló del proceso de deconstruir el "personajillo" que había construido y de la riqueza que supone ese ejercicio para lograr una interpretación auténtica y real.
Comentó cómo los actores luchan constantemente con la incertidumbre y la autoevaluación: "Tienes que buscar constantemente 'cómo lo he hecho'", reflexionó. Ilustró este sentimiento con un chiste: "Dos actores se encuentran y uno le dice al otro: 'Te vi en el metro'. El otro contesta: 'Y ¿qué tal estuve?'". Esta constante autoobservación y la paranoia le llevaron a pensar que en una conversación entre dos actores famosos en una película hablaban de él y que querían despedirlo: "¿Quién se lo dice?".
Con el tiempo, según confesó, ha aprendido a relativizar y a comprender que "nada es tan importante". "No es para tanto", afirmó, reconociendo que la preocupación excesiva no compensa. Este aprendizaje, tanto en lo profesional como en lo personal, ha sido clave en su evolución y en la manera en que hoy afronta su carrera y su vida.
En un mundo donde la imagen de fortaleza y éxito parece ser la norma, escuchar a una figura destacada del cine compartir sus luchas personales con las adicciones y la salud mental es un acto de gran valentía. No solo rompe el silencio sobre temas tabú, sino que también ofrece un mensaje de esperanza para aquellos que atraviesan situaciones similares. La capacidad de reconocer las propias debilidades y la necesidad de apoyo es un signo de madurez y fortaleza, y Eduard Fernández lo ha demostrado con honestidad.
Su relato se suma a un cambio de paradigma en el que cada vez más personas públicas, desde actores hasta deportistas y músicos, deciden compartir sus experiencias con la salud mental. Esto no solo ayuda a desestigmatizar la problemática, sino que también empodera a quienes se sienten atrapados en el miedo o la vergüenza. Hablar de la depresión, de la necesidad de pedir ayuda y de la importancia del acompañamiento profesional y personal es una manera de dar visibilidad a un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Vivimos en una sociedad donde la cultura del éxito muchas veces oculta las sombras de la realidad humana. Sin embargo, testimonios como el de Eduard Fernández nos recuerdan que la auténtica grandeza también reside en la capacidad de mostrarnos tal como somos, con nuestras luces y sombras, con nuestras victorias y caídas. Su mensaje resuena con fuerza en un momento en el que es urgente fomentar espacios de diálogo y comprensión sobre la salud mental.
Es fundamental que los medios de comunicación continúen dando voz a estos temas, que la educación incorpore una mayor conciencia sobre la salud emocional y que, como sociedad, aprendamos a valorar la vulnerabilidad como parte del ser humano. La historia de Eduard Fernández es una invitación a reflexionar y a abrir el corazón hacia una cultura más empática, donde pedir ayuda no sea un signo de debilidad, sino de coraje y autoconocimiento.
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