Uno de cada doce habitantes del planeta es hoy iberoamericano, una realidad geográfica conformada por más de 600 millones de habitantes, lo que supone el doble de la población de EEUU y, por poco, casi el total de la población de todo el continente europeo. Una realidad lingüística que en el ámbito del castellano supone más de 599 millones de hispanohablantes y una economía con un PIB en Latinoamérica en crecimiento con un dato regional con expectativas de crecimiento del 2, 7% y 2, 6% para 2025 y 2026, datos que sumados al PIB de España con 3,2 suponen en datos comparativos la superación del PIB de EEUU En 2024 fijado en 2,8 y el acercamiento al 4,1% del PIB de potencias como Rusia.
Pero es que la realidad de la Comunidad Iberoamericana viene a aportar además datos que ponen de manifiesto la importancia de la unión jurídica, económica y política de esta realidad en el escenario global. Hoy, la unificación de estas realidades llevarían a cabo la creación de un nuevo referente mundial que atesoraría recursos tan fundamentales como el Litio – básico para el proceso de revolución tecnológica e industrial en el siglo XXI- concentrado en su 50% en esta región, las 2/5 del cobre y la cuarta parte del níquel mundial. Elementos que sumados a la potencia en el ámbito del hidrógeno verde y las energías renovables que sitúan a España como país que formaría parte de esa comunidad convertirían a la Comunidad Iberoamericana de Naciones como uno de los líderes mundiales actuales.
Pero en este análisis de lo que hoy ocurre en el mundo y en la idoneidad de la creación de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, ponemos de manifiesto en este artículo el valor de otro elemento, el agua, ese que según el Banco Mundial hará que cerca de mil millones de personas vivan en ciudades sin suficiente agua. Esto sucederá por un doble mix, el del cambio climático y en gran medida por el aumento de la población y, en consecuencia, la creciente demanda. Y es aquí, donde la Comunidad Iberoamericana atesora hoy cerca del 40% de las fuentes de agua dulce del planeta. Algo que unido a la potencia que la unión de países significaría en sectores como el de la agricultura o el turismo ponen de relieve las grandes oportunidades que la integración económica suponen hoy en un mundo orientado a la bipolaridad entre el eje asiático y el eje occidental , en un marco en el que la vieja Europa pierde cada día mayor presencia en el tablero mundial y en el que la orientación de España y Portugal a este proceso de unificación con América Latina, compatible con la pertenencia a la UE , podría suponer un paso adelante en la configuración de una nueva realidad liderada por el acento hispano en un planeta en el que el propio EEUU un 20% ya tienen ese perfil.
No tiene lógica hoy, que las relaciones entre los países de América Latina y España-Portugal se limiten únicamente a los procesos de cooperación, cumbres específicas de proyectos económicos o alianzas estratégicas, que si bien son útiles, no alcanzan la fortaleza de lo que sería una realidad de integración estratégica a través de la creación de un ente jurídico que tuviera en el modelo europeo un ejemplo en su propia construcción, adaptada lógicamente a la realidad específica, pero que viera en la creación de una estructura de poderes supranacionales con capacidad de acción y en el modelo de cooperación y progreso de aportación de las economías más ricas de esa realidad a las más pobres aspectos de convergencia de una iniciativa única. Compartiendo el conocimiento, los avances tecnológicos con el talento de una Iberoamérica que hoy exporta su mano de obra cualificada al mundo y al desarrollo de otras economías pero que tendría en este proyecto la posibilidad de generar riqueza y progreso para sus propios países.
Una apuesta, que se orienta de manera directa a la creación de un fortalecimiento de las democracias y de las libertades, de superación de los conflictos sociales y las diferencias que hoy lastran el avance de Latinoamérica y que ahondan en las diferencias.
Es tiempo por ello, de valentía, de unificación, de acción y de creación de una hoja de ruta en la que los agentes sociales, económicos, culturales, académicos seamos capaces de involucrar a los gobiernos y a la política en el impulso a este proyecto necesario y urgente en un mundo en el que se ha demostrado que la dependencia de la región de economías como la China o la de EEUU sólo nos lleva a una falta de autonomía y decisión, de libertad en la creación de nuestro propio camino, ese que nos une en nuestra cultura e identidad, plural, pero con un hilo conductor de necesario encuentro hoy.
Es aquí, donde ya algunos hemos decidido dar pasos, en la creación de una Declaración específica por la Comunidad Iberoamérica de Naciones en la que en las próximas fechas vamos a invitar a sumarse a todas aquellas personas, instituciones y organizaciones que quieran construir este nuevo camino, con acciones específicas y con un horizonte claro. Vamos a ello, vamos a construir un nuevo relato, un nuevo camino que hoy es un sueño, pero mañana será una realidad.
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