Apreciados lectores, piensen en esta frase: «Si las matemáticas son una construcción teórica para comprender un problema determinado, quizá todo lo sea». Cuando hace unos días leí esta reflexión, como se dice vulgarmente: me caí del guindo... ¿O empecé a tomar conciencia de la realidad?
Continué con la lectura, y me llamó la atención lo siguiente : «El número, la proporción y el orden que rigen lo que afanosamente llamamos realidad, ¿hacen posible lo real o nos valemos de ellos para aspirar a entenderla?». Paré de leer y saqué la siguiente conclusión : «La ciencia como instrumento es una cosa, como gran libro de la verdad es otra».
En medio de ese diálogo me acordé del escritor francés Gustave Flaubert, porque decía que la ciencia no puede explicarlo todo ni despejar las dudas definitivamente, y lo afirmó con esta frase: «Cuanto más perfectos sean los telescopios, más numerosas serán las estrellas».
Cuando he leído páginas de temas científicos, reconozco que he tenido dificultad en entender muchos significados, porque las ondas de su escritura nunca han agrandado la retina de mis emociones. Las obras literarias científicas, si se pueden llamar literatura, no poseen magia, ya que no transforman las letras en sentimiento y amor, ese amor silencioso de la expresión de las palabras.
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