Juliana de Norwich (Julian of Norwich, en inglés; c. 8 de noviembre de 1342 – c. 1416) está considerada una de las más grandes escritoras místicas cristianas de Inglaterra. Es venerada por la Iglesia de Inglaterra, la Iglesia Luterana y la Iglesia católica. Le fue dedicada una estatua en el pórtico de la catedral anglicana de Norwich. Sus obras se consideran los más antiguos textos sobrevivientes en inglés escritos por una mujer, aunque es posible que haya también algunas obras anónimas creadas por mujeres, las suyas son también las únicas obras sobrevivientes en inglés creadas por una anacoreta.
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En tiempos convulsos, cuando Europa olía a peste y a hogueras inquisitoriales, una mujer, recluida en su celda de Norwich, se atrevió a escribir sobre Dios con una audacia inusual. Juliana de Norwich o al menos así se la conoce, porque su verdadero nombre se perdió en las brumas de la historia, no era una mujer cualquiera. Fue mística, visionaria y, lo que más molesta a algunos, escritora en un tiempo en el que a las mujeres se las quería silenciosas y obedientes.
Se conoce poco de su vida
Aparte de lo que ella misma dejó escrito en sus apuntes se conoce muy poco de su vida. Incluso su nombre es incierto, dado que el nombre de Juliana proviene de la iglesia de San Julián, en Norwich, junto a la cual la santa ocupaba una celda de anacoreta.
Su vida se desarrolló en un período turbulento para Inglaterra, con la Peste Negra devastando la población y las secuelas de la Guerra de los Cien Años afectando a la nación.
A los treinta años, al borde de la muerte por una grave enfermedad, tuvo una serie de visiones que le marcaron la vida. En el transcurso de la enfermedad parece ser que sufrió una serie de visiones y/o revelaciones, las cuales supusieron, veinte años más tarde, la fuente principal para su obra titulada Sixteen Revelations of Divine Love ("Dieciséis Revelaciones del Amor Divino", circa 1393). Se hizo ermitaña tras sufrir sus revelaciones y se ha establecido como válida una cronología que marca el camino de la gestación de su libro. Habría tenido sus visiones en 1373, alcanzó a comprenderlas en 1388 y escribió sobre ellas hacia 1393, aparte de unos apuntes que tomaría poco después de la experiencia.
Podría haber callado, como tantas otras, pero en vez de eso escribió. Y lo hizo en inglés, la lengua del pueblo, en lugar del latín, reservado a los doctos y a los clérigos. Su obra, Sixteen Revelations of Divine Love, es el primer libro escrito en inglés por una mujer que ha llegado hasta nosotros. Un detalle nada despreciable en una época en la que pensar demasiado podía costarte la vida.
A diferencia de los teólogos de su tiempo, que veían en la peste negra un castigo divino, Juliana hablaba del amor de Dios con una ternura que rozaba lo subversivo. Para ella, Dios no castigaba con el sufrimiento, sino que lo usaba como medio para acercarse a los hombres. Y ahí no acaba su osadía, se atrevió a describir a Dios en términos femeninos, comparando a Cristo con una madre amante y misericordiosa. Los teólogos del siglo XIV al leer eso empezaban a oler a chamusquina, pero no sería el cuerpo de Juliana y las páginas de su obra.
Su optimismo desentonaba en una Europa sombría con su “Todo irá bien y todo irá bien y toda clase de cosas irán bien”, escribió. Una frase que siglos después citaría T. S. Eliot en Cuatro cuartetos, y que ha servido de refugio a generaciones enteras que buscan un asidero en tiempos oscuros.
Curiosamente, su obra sobrevivió sin ser condenada, tal vez porque su vida de ermitaña la mantenía fuera del alcance de las hogueras; o, tal vez, porque nadie en su sano juicio creía que una mujer enclaustrada pudiera ser peligrosa.
Siglos después, su legado sigue vivo, admirado tanto por católicos como por protestantes y reivindicado por feministas que ven en ella a una pionera en la relectura de lo divino.
Ejemplo de resistencia según bell hooks
No es de extrañar que bell hooks, una de las grandes teóricas del feminismo, la cite como ejemplo de resistencia dentro de una institución patriarcal. Juliana, con su visión de un Dios maternal, se adelantó a su tiempo y abrió una grieta en la estructura de piedra de la teología medieval. Existe un paralelismo entre ambas autoras en cuanto a su visión de la vida y del mundo.
Añadamos que bell hooks (1952–2021) fue una influyente escritora, teórica feminista, activista y profesora estadounidense, cuyo verdadero nombre era Gloria Jean Watkins, pero adoptó el seudónimo "bell hooks" (en minúsculas) en honor a su bisabuela materna, Bell Blair Hooks; y optó por escribirlo en minúsculas para centrar la atención en sus ideas en lugar de en su identidad personal. Esta autora practicó feminismo interseccional, criticando el feminismo blanco hegemónico por ignorar las experiencias de las mujeres negras y otras mujeres racializadas; y defendió un feminismo inclusivo que considerara la raza, la clase y el género como sistemas de opresión interconectados. Analizó cómo el racismo estructural afecta la vida de las personas negras, especialmente las mujeres. Propuso la educación y la conciencia crítica como herramientas para resistir la opresión. Esgrime el amor como práctica política. En libros como All About Love (2000), planteó que el amor no es solo un sentimiento, sino una acción transformadora. Vinculó el amor con la justicia social y la liberación personal.
Critica a los medios y la representación, analizando cómo el cine, la televisión y la música perpetúan estereotipos racistas y sexistas. Destacó la importancia de la representación positiva y crítica de las personas negras en los medios.
Aboga por la educación como práctica de la libertad. Influida por Paulo Freire, veía la educación como una herramienta de liberación y cambio social. Abogó bell hooks por una pedagogía crítica que fomente el pensamiento independiente y el empoderamiento.
Hay muchas maneras de desafiar al poder y una de las más eficaces es escribir. Ella, Juliana de Norwich, lo hizo y por eso seguimos hablando de ella. Porque, al final, las palabras tienen la mala costumbre de sobrevivir a quienes quisieran o quisieron enterrarlas.
Principales visiones y temas:
El amor incondicional de Dios. Juliana vio que Dios es puro amor y que su misericordia es infinita. Enfatizó que Dios no tiene ira y que todo está dentro de su voluntad amorosa.
Cristo como madre. Juliana describió a Jesús como una madre amorosa, que cuida y protege a los fieles con ternura maternal.
El significado del sufrimiento. Entendió que el sufrimiento tiene un propósito divino y nos acerca más a Dios. Aceptó la Cruz como una expresión del amor de Cristo.
La famosa frase: "All shall be well" ("Todo estará bien"). En una de sus visiones, Dios le aseguró que, a pesar del pecado y el sufrimiento, al final "todo estará bien".
La pequeñez del mundo en comparación con el amor de Dios. Tuvo una visión de algo pequeño como una avellana en la palma de su mano y Dios le explicó que eso representaba la creación entera, sostenida por su amor.
El pecado y la misericordia divina. No veía el pecado como algo que separa al ser humano de Dios, sino como una oportunidad para recibir su misericordia.
Sus escritos influyeron en la espiritualidad cristiana y todavía hoy se consideran una de las reflexiones más bellas sobre la bondad y el amor divino.
Su Teología
Aunque vivió en una época agitada, la teología de Juliana es de corte optimista. Habla del amor de Dios en términos de alegría y compasión y no de ley o deber. Para Juliana, el sufrimiento no es un castigo infligido por Dios, sino una herramienta que Él utilizaría para atraernos, según ella pensó. Este concepto es muy diferente de la opinión predominante en su tiempo, que vio en desastres como la peste negra un merecido castigo divino. Creía que más allá de la existencia del Infierno había un misterio mayor, que es el amor de Dios. Pese a que sus opiniones eran singulares en su tiempo, las autoridades eclesiásticas no las criticaron, debido a la condición ermitaña de Juliana.
Otro aspecto muy significativo y original en su doctrina es el tratamiento que da a la Santísima Trinidad, en la cual compara a Jesús con una madre sabia, amante y misericordiosa. Del mismo modo, enlaza a Dios con la maternidad en términos de engendrador de la Naturaleza. Juliana, pues, al igual que otros grandes místicos, usó tanto términos femeninos como masculinos para referirse a Dios y convierte este concepto en el centro de su teología. El alma, la Energía, no tiene sexo.
Además, Juliana promovió la idea de que la salvación no debía verse como un camino de sufrimiento, sino como un proceso de comprensión y amor. Su visión de Dios como una presencia amorosa y compasiva contrastaba con la imagen más severa y castigadora que predominaba en la época.
Su Legado
Quizá la cita por la que mejor se la recuerda es la optimista: All shall be well, and all shall be well, and all manner of thing shall be well ("Todo irá bien y todo irá bien y toda clase de cosas irán bien"), una de las frases más conocidas de la literatura de su época, citada en el siglo XX por el poeta T. S. Eliot en su obra Cuatro cuartetos (dentro del último cuarteto: Little Gidding). Sirvió igualmente como título a la primera novela de Tod Wodicka.
Se considera que como habitante de Europa occidental en su época, Juliana era católica; no obstante, algunos estudiosos la consideran en ciertos aspectos precursora de Martín Lutero y la Reforma, lo que magnifica su figura en dos confesiones distintas. La Iglesia católica la venera como santa, pero también se la admira en muchas iglesias reformadas. El líder evangélico A. W. Tozer, por ejemplo, en uno de sus sermones habló de ella diciendo:
"Ella vivió 200 años antes de Martín Lutero y, sin embargo, en espíritu era protestante. En su pequeño libro dice que en una ocasión estaba orando (y ya saben cómo rezaban con todo tipo de artilugios para ayudarse); el Señor se le apareció y le dijo: 'no tienes que tener todas estas cosas para orar; todo lo que Dios quiere y espera de ti es que creas en Él y lo ames con todo tu corazón'".
La obra de Juliana de Norwich se ha hecho muy popular entre los y las feministas cristianos, debido a su concepto de lo femenino asociado a la divinidad. Y no solo, por su parte, bell hooks –una de las más destacadas desarrolladoras del denominado feminismo de la interseccionalidad– destaca algunas reflexiones de la mística por atreverse desde dentro de la Iglesia a oponerse a una idea de salvador única y exclusivamente masculina, contribuyendo con ello a liberar a las mujeres de "las cadenas de una religión patriarcal" como reflejan estas palabras:
“Nuestro salvador es nuestra verdadera madre, en quien somos eternamente engendrados y del que no saldremos jamás”.
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