Como hago todos los días cuando la gripe me lo permite, leo y releo para mantener en mi cerebro las neuronas suficientes y no caer en la imbecilidad por el deterioro de mi neocórtex (luego diré algo sobre él). Así, releyendo, me encuentro un artículo sobre globalización del articulista -y no sé cuántas cosas más- Joaquín Estefanía muy interesante. Es del año 2019, pero cuando les exponga parte de él verán que lo que dice está más que actualizado.
Con la llegada de Donald Trump al poder en los EEUU de América (y la “renovación” del poder de Putin en Rusia una vez más, y van…), las dos superpotencias mundiales económicas y armamentísticas (aunque en lo de económicas haya que contar ya con China y con la India), a mi corto entender, han dado al traste con eso de la globalización, y, según parece vislumbrarse, están promoviendo algo así como “la biglobalización”. Explicaba muy bien Joaquín Estefanía, ya en el 2019 como luego verán, el final de la globalización, y ahora se va llevar a cabo sin remisión, pues los dos líderes mundiales están en total sintonía sobre eso… y sobre muchas cosas más que servidor, obviamente, no puede analizar por falta de formación intelectual y política, ya que solo es un simple escribidor.
“Decía Joaquín Estefanía que se está instalando en el mundo un ambiente desglobalizador, que la globalización ya no está de moda. Que los perdedores de la globalización, que tienen mucha capacidad de presión, se manifiestan por las calles preguntando qué fue de aquello de que la liberalización comercial, la mundialización de las finanzas o el mercado único europeo harían avanzar la economía y mejorar el nivel de vida de todos. No ha sido así. Se sienten engañados”.
Y sigue Joaquín Estefanía: “Las protestas en muchos países alejados entre sí son heterogéneas, pero en todas ellas hay dosis de rebeldía contra la desigualdad. En su libro (servidor lo leyó en una semana a pesar de su amplitud), “Capital e Ideología”, Thomas Piketty recuerda que la desigualdad no es solo económica o tecnológica; es ideológica y política. No existen fundamentos “naturales” que la expliquen. De forma sorprendente, escribe el economista francés, las élites de las distintas sociedades, en cualquier época y en cualquier lugar, tienden a “naturalizar” la desigualdad; es decir, a tratar de asociarla con fundamentos naturales y objetivos, a explicar que las diferencias sociales son beneficiosas para los más pobres y para la sociedad en su conjunto, que en cualquier caso su estructura presente es la única posible y que no puede ser modificada sin causar inmensas desgracias (la teoría de la perversidad de Albert Hirschman). Sin embargo, las desigualdades actuales y las instituciones presentes también se verán expuestas al cambio y a la reinvención permanente. Mientras tanto, esa desigualdad conduce al control político por parte de los más ricos, un control imprescindible para la transmisión de todas sus ventajas (a través del dinero o de la educación)”.
Me pregunto: ¿No es lo que pretenden ahora Trump y Putin? ¿No es, sencillamente, una biglobalización? Uno con las tierras raras para su Inteligencia Artificial (IA), y el otro con el gas y el petróleo, por ejemplo, en la Ucrania, que, si dios no lo remedia, se van a repartir próximamente. Es decir, la biglobalización está al doblar la esquina, “se veía venir”, como diría Forges si viviera. Sólo China (¡ojo al Proverbio croata!: “Todos los hongos son comestibles; algunos, sólo una vez”) y la India pueden dar al traste con sus pensamientos expansionistas y dominadores del planeta, suponiendo que los llamados BRICS no terminen sucumbiendo también, que será lo más probable. Es algo obvio que las dos superpotencias mundiales, tanto armamentísticas como económicas, van dominar en las próximas décadas, y solamente podrán pararles los pies los chinos y los hindúes con sus IA, que, al parecer, le dan un “palito” a la de los yanquis.
Termina su magnífico artículo Joaquín Estefanía con un alegato sobre el deterioro de las clases medias y su pérdida de poder adquisitivo, del que sólo diré que recuerdo que alguien dijo hace ya mucho tiempo que en las clases medias estaba el próximo expolio capitalista, pues a los pobres ya no se les puede exprimir más de lo que están. Y, sino que nos lo digan a los españoles, alemanes, franceses, italianos, belgas, holandeses, nórdicos y, muy especialmente, a los de los países del Este de esa Unión Europea (UE), que, con el dinero de todos, sólo ha traído prosperidad y ha hecho más millonarios a los latifundistas y a los que ya lo eran.
Termino con lo que les dije al principio que diría sobre el Neocórtex: Es la parte del cerebro racional, que en el varón tiene unos ¡veinticuatro mil millones de neuronas! y en el femenino unos ¡dieciocho mil millones! Sencillamente, para recuperar neuronas de las que se pierden es bueno leer y escribir cada día, y no es recomendable ver demasiado la TV (manipuladora de las noticias y gran propagadora de bulos) ni hacer demasiado caso también a las redes sociales (sino se quiere terminar como los yanquis con el Sr. Elon Musk y sus payasadas). Y, desde luego, lo que ha quedado claro (no sólo con el posible reparto de Ucrania por parte de yanquis y rusos) es que los dirigentes de la UE (que se van a quedar con el culo al aire -como vulgarmente se dice- en lo de Ucrania después de haber puesto miles de millones de todos los contribuyentes) de los ¡veinticuatro mil millones! y los ¡dieciocho mil millones! de neuronas que podrían tener sólo les quedan -como a los dirigentes españoles del PP y de Vox- no más de ¡ocho o diez mil millones! de neuronas. Es decir, resumiendo: sus Neocórtex están seriamente dañados y necesitan ser sustituidos de inmediato antes de que nos sigan expoliando tontamente.
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