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La familia hoy

La institución familiar ha pasado por muchas alternativas a lo largo de la historia
Manuel Montes Cleries
viernes, 28 de febrero de 2025, 08:56 h (CET)

He descubierto con estupor, a través de los historiadores, que la familia nuclear se puso “de moda” durante la implantación de la etapa feudal en los diversos estados, a lo largo de la “edad moderna”. Un proceso que pretendía ampliar los espacios del feudo, mediante la creación de nuevas familias, que trabajaran en los nuevos territorios controlados por el señor feudal.


Es decir, se creaban nuevas familias jóvenes (eso sí, tras el paso reglamentario por el matrimonio), que se convertían en agentes independientes de producción, controlados por el párroco y el señor feudal. En el fondo, un criterio económico.


A lo largo de la historia hemos pasado posteriormente por una larga etapa de tendencia hacia la familia patriarcal. A más hijos y más parientes, más agentes económicos de producción. Finalmente, pasado el boom de los sesenta, se volvió a implantar la familia nuclear, en la que sobran abuelos, más de uno o dos hijos y parientes más o menos cercanos.


El siglo XXI ha traído consigo la familia desestructurada, a veces monoparental, y otras en la que los hijos se han sustituido por mascotas o tamagotchis -que comen menos y dan menos tabarra-, con el consiguiente descenso de la población humana. Hemos conocido las bodas unipersonales (sologamia), los matrimonios a plazo -con derecho a devolución- y demás inventos.


El problema surge de nuevo en estos tiempos. Como siempre, la economía. A menos habitantes, menos producción. A menos cotizantes, menos impuestos. No hay dinero para pagar las pensiones.

Así que los gobiernos dicen que a animarse, a tener más hijos, para ello subvencionarán la “aportación” de nuevos miembros a la sociedad. ¡Hay si hubiéramos contado con ese chollo las familias numerosas del siglo pasado! Contábamos con unos descuentos irrisorios en algunas cosas y unos “puntos” en las nóminas que eran para echarse a llorar.


Otros problemas que surgen con el aumento del número de familias. El empleo y la vivienda. La familia nueva necesita un hogar más grande y un par de trabajos, por lo menos, para afrontar la nueva situación. Viviendas a precio razonable no hay. De alquiler, menos. Al final, vemos que el problema de la sociedad feudal se sigue manteniendo a otra escala. En el fondo, “el parné”. Como Trump que hace un apaño en Ucrania si le regalan los “tierras raras”. Nuevo feudalismo. Los capitostes de nuestro país se preocupan poco de la familia como fuente de una sociedad sana. Lo importante es tener contribuyentes que mantengan el “chiringuito”.


Todos los tiempos pasados no han sido mejores, ni los actuales son peores. Mi menda seguirá apostando por una familia unida, fuente de educación, de respeto y de servicio a la sociedad. Basada en los valores naturales de los seres humanos. Pero no a toque de corneta. Basada en decretos e imposiciones. Cada cual según su criterio, Con eso, solo con eso, me conformo. 

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Si hay algo que me fascina de esto a lo que llamamos vida es, sin duda, la capacidad que tiene el destino de enredar las historias y desatar un cambio. Uno trata siempre de usar la razón, pero a menudo hay cosas que no se rigen por ese vanagloriado principio. A veces las cosas ocurren porque sí, y no hay más, y tampoco menos.

"No habrá guerra civil!". Eso es lo que tuiteó el premier Benjamin Netanyahu a poco de que Aharon Barak, expresidente de la Corte Suprema, sostuviera que su país pudiese estar entrando en tal dirección debido a los intentos del mandatario de remover a los dos principales funcionarios públicos: Ronen Bar, jefe del Shin-Bet (la policía secreta) y Gali Baharav-Miara, Fiscal General.

Ambos investigan al gobierno por serias acusaciones de corrupción. 

La cultura visual domina la vida social y también la esfera pública actualmente, en el mundo de la globalización. La imagen lo domina todo, porque estamos inmersos en lo audiovisual y digital.  Lo que no significa que se pueda despreciar el lenguaje escrito, como algo del pasado que ya está superado, por las costumbres de los nuevos tiempos.

 
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