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La medida de la mediocridad

Cuando una persona se relaja en una situación que considera cómoda, incluso ante la insatisfacción, se encuentra en una zona de confort, paralizada, y, de esta manera, muestra una actitud mediocre
Uemerson Florêncio
viernes, 28 de febrero de 2025, 10:19 h (CET)

Si adoptas una postura en la que empiezas a medirte o compararte desde abajo para no crecer y asustar a los demás, respiras mediocridad. ¿Quién se beneficia con su disminución? La sociedad en general no tiende a admirar, inspirarse o respetar a quienes se menosprecian o se autodesprecian. ¿Qué has ganado al reducirte a lo largo de tu vida?

La medida de la mediocridad Uemerson Florencio


El miedo a tener coraje y decir lo que piensas para no herir a los demás es una forma de manifestar la mediocridad. Tenga la seguridad de que los demás no lo pensarán dos veces antes de proteger sus oídos, dirán claramente lo que piensan sin piedad. Quien tiene voz, tiene voz, tiene voz, por eso, asegura tu poder de hablar. ¿Cuántas personas están contentas con tu silencio?


Cuando una persona se relaja en una situación que considera cómoda, incluso ante la insatisfacción, se encuentra en una zona de confort, paralizada, acomodada y de esta manera, respira mediocridad. Quienes no buscan la mejora continua y el reposicionamiento viven en la mediocridad, lo que atenta contra la excelencia en cualquier área de su vida. ¿A cuántas personas no les gusta la investigación, los estudios o el proceso mismo de aprendizaje, adoptando siempre la actitud de quien lo sabe todo?


Conformarse con notas medias en el ámbito docente o laboral es adoptar una actitud mediocre. Hay personas que se conforman y no muestran ningún esfuerzo por llegar al siguiente nivel, porque están felices donde están. Ahora piensa: es día de evaluación teórica, la nota máxima es 10 y la media es 5, obtienes una nota de 5. ¿Cuál es tu discurso hacia ti mismo? ¿Es bueno que haya obtenido un 5? Entonces, ¿es bueno que fui mediocre? ¿Por qué no estudiaste para sacar un 10? ¿Cuál es tu estado emocional final?


Enciende tu alerta: Si estás enfocado en tu salud, has dejado de fumar, beber o te has librado de cualquier tipo de adicción, pero te has enamorado de una persona que tiene adicciones pasadas, es posible que estés repitiendo patrones. ¿Estás sanando lo suficiente para poder vivir con alguien que está viviendo con el dolor de su pasado? No creas que puedes cambiar a la otra persona, esta actitud además de arrogante trae mediocridad de fondo.


En realidad, la medida de la mediocridad es una actitud mental que se manifiesta cuando algunas personas no se sienten dignas de estar en una relación con un hombre o una mujer cuando desean una relación. Por ello, hay quienes quieren permitirse, por sus necesidades, vivir con alguien que sea fácilmente accesible o disponible.


En otras palabras, busca a una persona con un nivel de resistencia bajo, alguien que no la bloquee, al contrario, la acepte. Pero cuidado, las relaciones muy fáciles pueden traer desafíos muy difíciles. ¿Alguna vez has notado cuántas decepciones has acumulado por no adoptar criterios en tu vida al momento de seleccionar a alguien para una relación?


Reflexionemos sobre otros aspectos de la medición de la mediocridad:


- Cuando no quieres un nuevo nivel o ascender en la vida, sólo porque la mayoría de la gente está en la base de la pirámide está eligiendo la mediocridad. Esta es la realidad de aquellos que no creen en su valor, no tienen una visión de sí mismos o incluso carecen de confianza en sí mismos y se autodestruyen. ¡Tiene miedo de su propia victoria y elige la escasez!


- Cualquiera que se esfuerce por ser aceptado por una persona o un grupo, por miedo al rechazo o a la desaprobación, está utilizando la medida de la mediocridad.


- Aceptar relaciones frustradas, abusivas o tóxicas dando constantemente justificaciones de que sigues en ellas porque la otra persona te necesita es mediocridad con pasividad asociada.


- Vivir con una intensa necesidad de reconocimiento de los demás, además de ser una carencia, una dependencia o prisión emocional, es una gran falta de amor propio, y por tanto, un camino hacia la mediocridad.


Muy bien, queridos lectores, la idea de este texto no es representar los manuscritos de la verdad, sino traer aspectos reflexivos para la adopción de nuevos reposicionamientos. ¿Te identificaste con alguno de los puntos aquí presentados? Si te vieras ¿qué podrías hacer para mejorar tu bienestar?

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Lidiar con una persona pasivo-agresiva puede ser como caminar por un campo minado cubierto de flores. No gritan, no insultan abiertamente, pero cada palabra que dicen lleva veneno disfrazado de cortesía. A primera vista parecen inofensivos, incluso agradables, pero su forma de actuar deja una sensación de incomodidad que va calando poco a poco, como aquella gota de la que hablaba el sabio Salomón. “Decía el Sabio Salomón que una gota constante, ablanda un duro peñón”.

Pensamos que las enfermedades deben aparecer cuando somos mayores, creemos que nuestro sistema empezará a fallar o a tener ciertas inestabilidades cuando vamos sumando años en la últimas etapas. No concebimos tener mala salud o empezar a perderla cuando somos jóvenes, porque nos han inculcado que cada fase tiene su cometido y sus vivencias.

A veces parece que somos nuestros peores enemigos. Queremos avanzar, mejorar, lograr nuestras metas… pero justo cuando las cosas empiezan a encaminarse, algo dentro de nosotros hace que nos detengamos. Posponemos, nos autosaboteamos, nos convencemos de que “todavía no es el momento” o de que “seguro va a salir mal”.

 
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