Blas de Sebaste, mártir y taumaturgo, fue de esos tipos que terminan convertidos en leyenda. "Taumaturgo" es una palabra de origen griego que significa "hacedor de milagros". Se usa para referirse a personas, generalmente santos, a quienes se atribuyen poderes milagrosos, como curaciones o hechos extraordinarios. En el caso de Blas de Sebaste, se le llama taumaturgo porque, según la tradición, tenía la capacidad de sanar tanto a personas como a animales, además de otros prodigios que se le atribuyen.

Orígenes y Vida Temprana
San Blas nació en la región de Armenia, en la ciudad de Sebaste (actualmente Sivas, en Turquía), probablemente en una familia cristiana. Se sabe que Blas fue un hombre piadoso desde su juventud y se distinguió por su fe y su dedicación a la enseñanza del cristianismo. Llegó a ser elegido obispo de Sebaste debido a su liderazgo y virtudes cristianas.
Blas también es reconocido por su dedicación a la curación de los enfermos y su capacidad para realizar milagros, lo que lo hizo muy querido entre la gente de su región. A menudo se le atribuyen curaciones milagrosas, especialmente relacionadas con enfermedades de la garganta. Por este motivo, es considerado el santo patrón de los enfermos de garganta.
Médico de profesión, obispo por vocación y santo por destino, acabó sus días como tantos en aquellos tiempos: con la cabeza separada del cuerpo por orden de algún gobernador romano con exceso de celo imperial. Pero antes de su final, dejó una huella lo bastante profunda como para que su nombre perdurara en la memoria de la cristiandad.
Sobre la muerte de San Blas
San Blas, obispo y mártir cristiano que vivió en el siglo III, tiene una vida rodeada de gran devoción y varios relatos legendarios, aunque la información histórica precisa sobre su vida es limitada. Sin embargo, su figura sigue siendo muy importante dentro del cristianismo, especialmente en la tradición de la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa.
La historia de su ejecución varía dependiendo de la fuente, pero se dice que fue martirizado durante la persecución de cristianos bajo el emperador romano Licinio, quien gobernó entre los años 308 y 324.
La ejecución de San Blas ocurrió durante la época de las persecuciones a los cristianos en el Imperio Romano. Estas persecuciones fueron parte de los esfuerzos de los emperadores romanos por erradicar el cristianismo, que se estaba extendiendo rápidamente. La persecución más conocida y brutal durante este periodo fue la de Diocleciano, quien persiguió a los cristianos de manera masiva en el año 303, aunque la muerte de Blas ocurrió durante el reinado de Licinio, quien gobernó entre los años 308 y 324.
Licinio fue uno de los emperadores romanos que persiguió a los cristianos de manera brutal, y Blas, debido a su fe y su papel como líder cristiano, fue arrestado y condenado a muerte. Blas fue llevado a una prisión, donde, al pasar por un grupo de personas que sufrían diversas enfermedades, les ayudó a sanar, realizando milagros como curar la ceguera o curar a personas que sufrían dolores de garganta.
Blas fue sometido a torturas y finalmente decapitado c. 316 d.C.
A lo largo de la historia, se ha contado que Blas era conocido por sus milagros y por curar a los enfermos, lo que aumentó su fama entre los cristianos de la época. Hoy en día, San Blas es venerado como santo patrón de los enfermos y de aquellos que tienen problemas con la garganta.
Los dones de San Blas
Dicen que Blas tenía un don y es que curaba con una mezcla de ciencia y milagro. No solo a personas, sino también a animales, que acudían a él como si supieran que aquel hombre tenía las manos de un sanador y el alma de un santo.
Blas habría salvado a un niño al que se le había clavado una espina de pescado en la garganta y de ahí viene la costumbre de bendecir gargantas el día de su festividad, el 3 de febrero.
Ser cristiano y obispo en su época no era “una profesión de futuro”. Cuando el gobernador Agrícola decidió que había que terminar con los seguidores de Cristo, Blas fue capturado en su refugio del bosque, donde había convertido una cueva en su sede episcopal.
Lo llevaron ante el poder romano y, cuando se negó a renegar de su fe, empezaron los tormentos. Primero lo arrojaron a un lago, pero el hombre, según la tradición, no solo flotó, sino que desafió a sus verdugos a seguirlo si realmente confiaban en sus dioses. Los romanos, testarudos como eran, aceptaron el reto… y se ahogaron todos.
La paciencia de Agrícola se agotó. Blas fue atado a un poste y lacerado con rastrillos de cardar lana, una forma especialmente cruel de tortura, pero no se doblegó. Viendo que no había manera de hacerlo claudicar, lo decapitaron, asegurándose de que no hubiera más milagros, pero no pudieron evitar es que su historia se expandiera por todo Oriente y, más tarde, por Occidente.
Uno de los Catorce Santos Auxiliadores
San Blas es considerado uno de los Catorce Santos Auxiliadores, un grupo de santos venerados especialmente por su intercesión en momentos de dificultad y enfermedad. Su figura también se relaciona con el poder de interceder ante Dios para aliviar las dolencias físicas y espirituales de los fieles.
Iconografía y veneración
La iconografía de San Blas lo representa como un obispo con mitra y un báculo símbolos tradicionales de su rango eclesiástico. A menudo se le muestra con un niño a su lado o con una vela en la mano, para simbolizar sus milagros de sanación, especialmente de la garganta de este niño que le acompaña.
La devoción a San Blas se ha difundido ampliamente en diversas regiones del mundo, y hay numerosas iglesias y capillas dedicadas a él, especialmente en Europa y América Latina. Su día festivo, el 3 de febrero, es una fecha de especial devoción en muchas comunidades, donde se celebran misas y procesiones en su honor, así como la tradicional bendición de la garganta.
San Blas es reconocido no solo como protector de los enfermos de la garganta, sino también como un símbolo de resistencia frente a la persecución religiosa y un modelo de fe inquebrantable.
San Blas es un santo de gran importancia en la tradición cristiana, conocido por su valentía ante la persecución, sus milagros de curación y su devoción a la fe cristiana. Aunque su vida y martirio están envueltos en leyendas, su impacto y legado como protector de los enfermos de la garganta siguen vivos hoy en día, especialmente a través de las prácticas de devoción y las festividades en su honor.
Hoy, San Blas sigue siendo invocado contra enfermedades de garganta y es patrono de otorrinolaringólogos, entre otros. En Dubrovnik, su festividad es una de las más importantes desde el siglo XII y su culto sigue vivo en distintas partes del mundo.
|