Dice un refrán que la mancha de la mora con otra mora se limpia. Ese dicho popular parece ser una de las consignas de Sánchez, en cuya gestión apenas pasan horas sin que tras una mora, llegue otra que oculta la anterior y otra y otra, sin dar tiempo a la ciudadanía a asimilar significados ni a calibrar consecuencias y, todo ello, con la pretensión de borrar manchas con otras manchas, y de hacer olvidar desmanes con otros desmanes.
Los sociólogos de la comunicación afirman, con práctica unanimidad, que nuestro tiempo es en el que más noticias circulan y en el que más impactos de actualidad reciben los ciudadanos y, paradójicamente, es la época en la que esos mismos ciudadanos, están menos y peor informados.
Si a esa realidad -posiblemente propiciada por las facilidades tecnológicas para que cualquiera pueda opinar, sean cuales sean sus bagajes socioculturales y lanzar noticias con independencia de ser contrastadas y de ser veraces- se añaden los intereses políticos y económicos de estamentos ideológicos en busca de influencia social, de los grupos de presión que representan intereses globales y de las apetencias personales de algunos hombres públicos, ese aluvión de noticias y esa falta de información por parte de los ciudadanos, está servida.
Entre otras, ahí podría estar la respuesta a la pregunta que tantos se hacen de por qué ciertos individuos, con nombres propios de todos conocidos, han podido llegar al poder y además, lo han hecho por supuestos métodos democráticos.
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