El “barberá” en minúsculas y entre paréntesis, para separar la peripecia personal de María Rita Barberá Nolla, la política valenciana del PP, de lo que nos atañe a todos.
Para entrar en el tema con sosiego, conviene echar mano de algo ajeno a interpretaciones de parte y traer al presente una de las denuncias que se han hecho contra Rita Barberá que está resuelta. Hay algunas más. Y en el Estado de Derecho que disfrutamos es bueno que se destapen todas y que sigan el curso que corresponda respetando los derechos de todos sin tapujos.
Prescindamos del caso que hoy es noticia, el llamado “Caso del pitufeo de los Populares en Valencia”, que investiga el Tribunal Supremo por un presunto delito de blanqueo de capitales conectado con la financiación del Grupo Municipal del PP en Valencia. Dejemos a un lado, y no por minúsculas, las exiguas cantidades que aparecen en el caso. Prescindamos del resto de los casos. Y centrémonos en un asunto resuelto: El que suena con más fuerza porque aparece el nombre de la ex alcaldesa de Valencia: El “Caso Ritaleaks”, que debe su nombre a la unión del nombre de Rita con el vocablo inglés “leaks”, que puede ser traducido por “goteo”.
Nos encontraremos, pues, ante el «Caso de los goteos de Rita», un proceso que se inició cuando la Fiscalía Anticorrupción de Valencia consideró que Rita Barberá podría haber cometido un delito de ‘malversación de caudales públicos’, por unos gastos pagados por el Ayuntamiento de Valencia, entre 2009 y 2014, con un importe de unos 278.000 euros que corresponde al pago de 466 facturas emitidas por gastos de representación (de la alcaldesa, concejales, personal de confianza y funcionarios) y por unas cajas de naranjas que fueron usadas por lo que se llamó ‘regalo institucional del Ayuntamiento’.
Pues bien, el proceso, originado por una denuncia de Compromís que inició el actual alcalde de Valencia Joan Ribó, tras el proceso legal que corresponde (Juzgado, Fiscalía Anticorrupción, Tribunal Supremo), ha llegado a su término cuando la Fiscalía del Tribunal Supremo, tras un «estudio pormenorizado», ha decidido que «No hay motivo para investigar» y ha decidido archivar las actuaciones realizadas.
Ya resuelto el caso, con Compromís en el Ayuntamiento de Valencia y Ribó como alcalde, conviene echar la vista atrás, recordar las noticias que se han difundido sobre el caso, considerar cómo ha sido el respeto que se ha tenido con los derechos que tiene la ciudadana Barberá; y valorar los posibles daños personales (materiales, espirituales y políticos) que por este motivo haya podido soportar.
Estando, como estamos, en un Estado de Derecho, donde la Ley rige nuestra sociedad, parece llegado el momento de preguntarse si lo que ha ocurrido con la ex-alcaldesa es compatible con el Principio de Legalidad que, creemos, nos protege; y si ese principio puede ser sustituido sin menoscabo de una realidad social confortable por algo distinto: Difusión de opiniones no contrastadas, algunas viscerales. Noticias fabricadas buscando beneficios. Y un etcétera tan largo y conocido que no es preciso explicitar
No al margen, sino en el Estado de Derecho que creemos disfrutar, en torno al “Caso Ritaleaks” se ha generado un estado de opinión en busca del escándalo, parece que promovido con intención de perjudicar (a la ex alcaldesa valenciana, compañeros, familia y al partido al que pertenecía) u obtener beneficios personales, como los que puede haber conseguido el alcalde Ribó que estuvo en los orígenes del caso.
Lo anterior puede mover a una reflexión de la que no parece real esperar la reparación de daños que en justicia se podría apetecer. Sin embargo, con ella, sí puede surgir el fortalecimiento de una conciencia colectiva opuesta a arbitrariedades y linchamientos.
Pasando del “Caso Ritaleaks”, resuelto, a cualquiera de los que están sin resolver, incluidos los de corrupción y los convertidos (natural o artificialmente) en noticias, podemos concluir que las situaciones de los casos judiciales sin resolver, todas las situaciones y todos los casos, son tan similares que se hace necesario imponer un sistema que sea compatibles con las normas que nos hemos dado.
Porque Rita no somos ‘yodos’, borrón, ‘todos’, pero lo que se haga con ella nos afecta. Como nos afecta la errata que surge cuando un diablillo mecanográfico cambia la letra te por la y griega y, acaso por casualidad diabólica, convierte a la Rita enjuiciable, que puede representarnos, en algo yodado que produce alarma.
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