Después de un año con Mariano Rajoy vacacionando en el limbo del Gobierno en funciones, y, pasadas ya unas semanas desde que con la ayuda y sumisión del PSOE y los anaranjados ciudadanos de Rivera dejó la provisionalidad, en los primeros días no feriados después del paréntesis navideño observo que todo continúa igual. La ciudadanía española sigue en manos de unos desalmados que, apoltronados en la comodidad y en los votos muñidos, siguen dando bandazos y, lo que es más grave, siguen pensando que España es su cortijo y los españoles sus súbditos.
Como cada inicio de año, éste 2017 no iba a ser la excepción, las grandes empresas suministradoras (agua, gas, electricidad y telefonía) han subido los precios de sus servicios, servicios que no son ningún capricho para la ciudadanía. Y, también como cada año, los políticos en el poder y sus palmeros disfrazados de socialistas unos, y los otros luciendo una camiseta naranja, su jefa en Catalunya con camiseta de diseño, han mirado hacia otro lado y han callado, ni una sola protesta se ha levantado entre los cómodos y calientes escaños donde aposentan sus traseros. Ellos no saben de pobreza energética y en cuanto a la telefonía somos los contribuyentes quienes les pagamos móviles, tabletas y lo que haga falta, al fin y al cabo, dicen, lo utilizan en su trabajo para procurar el bien de los ciudadanos. Nadie, desde el poder y vergonzosos aledaños, protesta ante la cara más cruel del capitalismo que lucen estas empresas, y no elevan protesta alguna porque muchos de ellos esperan, como sus antecesores llevan haciendo hace años, cambiar los mullidos escaños de la política por los más cómodos y remunerados de los Consejos de Administración de cualquiera de estas grandes empresas. A los demás como dijo
Andreita, la hija del malhechor Fabra, “que nos jodan”.
La muchachada de la gaviota en este nuevo año sigue en su
“Sostenella y no enmendalla” como frase mágica y tapadera de sus errores, que no son pocos. Estos días hemos conocido un dictamen del Consejo de Estado referido al caso del Iak-42, un avión de carga en el que en mayo del 2003 perdieron la vida 62 militares del Ejército español que venían de una misión en Afganistán. En este dictamen se dice que hubo negligencia por parte de los mandos de la milicia por no haber adoptado medidas que hubieran alejado el riesgo que se corría viajando en aeronaves de carga y sin ninguna seguridad. Entonces era ministro de Defensa Federico Trillo, numerario del Opus Dei como el anterior ministro del Interior. Le premiaron con una embajada en Londres y nunca pidió perdón, él, que era el máximo responsable, por aquel accidente.
Y desde el
PP siguen manteniendo que Trillo no tiene que pedir perdón por nada y que si lo cesan de embajador en Londres es porque estaba previsto hacerlo hace tiempo. El mismo día en que se publicó el dictamen del Consejo de Estado, Mariano Rajoy, desde sus vacaciones gallegas, a preguntas de los periodistas contestó lo siguiente “¿El Consejo de Estado ha sacado un dictamen sobre esto? No lo he visto. Pero yo creo que esto ya está sustanciado judicialmente. Pasó hace ya muchos años”, medalla de oro al cinismo. Estos gobernantes nos toman por niños de teta y biberón a los que pueden contar todos los cuentos, pero ya estamos hartos y nos sabemos todos los cuentos. Ahora la pelota está en el tejado de Cospedal que tendrá que comerse el marrón mientras Trillo, Aznar y Rajoy se van de rositas sin responsabilizarse de 62 muertos. Cuando estos tres se envuelvan en la bandera roja y gualda que recuerden a los 62 militares muertos por la desidia de unos mandos ineptos, aquellos militares llevaban dicha bandera en el uniforme y sus féretros fueron envueltos en la misma.
Y es que las mentiras de la muchachada de la gaviota carroñera siguen en vigor, todavía no se han cansado de mentir a los españoles, siguen mintiendo y claro, cuando alguien descubre la verdad se le queda la cara de gilipolla como le ha sucedido a
Toni Martín, dirigente del PP andaluz, que, después de pasar una semana en Girona se han encontrado con que lo que muchos, auspiciados por el PP y su prensa afín, la llamada “Brunete mediática”, dicen sobre el peligro y la persecución que corre el castellano en tierras de Catalunya es pura falsedad. Resulta que el señor Martín pensaba que diría “buenos días” y siempre le contestarían “Bon dia” y que nunca le hablarían en castellano y que le mirarían mal por no hablar catalán y venir de otras tierras. Y ha resultado todo lo contrario, el señor Martin, dirigente del PP andaluz, ha escrito que ha encontrado a los catalanes, amables, simpáticos, sonrientes y educados. Al señor Martín en constatar la realidad catalana se le ha quedado, él lo afirma, cara de gilipollas, a algunos no se nos queda la cara de esta guisa cada vez que vemos como el Gobierno de Rajoy nos miente, amenaza y maltrata, y no se nos queda cara de gilipollas porque ya sabemos que en el PP, especialmente, pero también en otros partidos se utiliza la mentira para así seguir ganando votos. Pero habrá un día en que, como cantaba Ovidi Montllor ya no nos alimentarán con migajas y querremos el pan entero.
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