Si Artur Mas, Irene Rigau y Joana Ortega tenían previsto que, una condena del TSJC, les iba a proporcionar una magnífica coartada para soliviantar al pueblo catalán para que acudiese a una magna manifestación de apoyo, deberemos reconocer que han fallado en el pronóstico. Si, cuando empezaron a pergeñar su estrategia separatista, supusieron que el Estado español iba a mover al Ejército contra la insurrección catalana, no supieron valorar adecuadamente lo que iba a ser la estrategia del Ejecutivo en el contencioso con Cataluña y si, cuando se lanzaron de cabeza a la piscina de aguas turbias del desafío directo a la soberanía nacional, tuvieron la absurda ilusión de que tendrían oportunidad de emular al señor Companys, siendo encarcelados por la “causa” y, en consecuencia, poder exhibirse ante el pueblo catalán como mártires inmolados en defensa del famoso “proces”, tampoco dieron en el blanco, porque la condena no habla de criminales, ni de patriotas ni, por supuesto, de intento de constituirse en “salvadores de la patria”; sólo los han inhabilitado para el ejercicio de cargo público por unos años.
Suponemos que, la indiferencia con la que se ha tomado la sentencia del TSJC, la población catalana, debe de haber dejado atónitos a los tres condenados al verse solos, solamente acompañados por los compadres habituales de su gabinete particular y el apoyo, no excesivamente entusiasta, de los partidos que forman el meollo del separatismo, que pretenden darle una salida airosa a los tres mosqueteros del separatismo catalán, encomendándoles la labor de ir por estos mundos de Dios, para irles explicando, a todos aquellos que tengan el humor de hacerles caso ( no políticos de importancia, que ya se han manifestado, en todos los países que han intentado vender su separatismo, en contra, no solamente de escucharlos, sino incluso de recibirlos) como la mitad de los ciudadanos de una autonomía española, reclaman sin argumentos solventes, sin haber tenido una identidad propia en toda la historia de la nación española y anterior a ella, limitándose a haber sido un condado de la vieja corona de Aragón; que se les conceda la independencia de España, manteniendo la pretensión absurda y contraria a las leyes de la CE, de que una vez conseguida su utópica aspiración, se les concedería automáticamente ¡ por ser tan importantes!, el poder seguir permaneciendo en la UE, olvidándose de que, esta posibilidad, es de todo punto imposible que se dé.
Critican al Estado – y en esto, desgraciadamente, coinciden por muchos intelectuales, periodistas y políticos amarrados a la idea de que, con diálogo todo se soluciona, olvidándose de que hay temas con los que no se puede transigir, si en ello va implícita la unidad de la patria – de no dialogar suficientemente, de inmovilismo, de no ser más flexible y buscar puntos de acuerdo y, no obstante, no toman en cuenta ni, los críticos, aportan soluciones viables, que existe un muro contra el cual se van estrellando todos cuantos intentos, directos, secretos o por intermediarios, que se han ido llevando a cabo desde el Ejecutivo, que siempre han tropezado con la actitud cerril, obstinada, intransigente y cerrada de los nacionalistas, que anteponen la celebración del referéndum “para decidir” a cualquier tipo de acuerdo con el Estado español. Una postura que ningún estado del mundo aceptaría si ello suponía que se pusiera en cuestión su unidad y su propia estimación como nación.
Es evidente que, tanto al nuevo partido sustituto de CDC, el PDEcat, como a todos los que vienen apoyando el separatismo, les hubiera resultado más conveniente que, a los encausados por su participación activa en el referéndum del 9N, les hubieran caído penas de cárcel, para tener ocasión de organizar una de estas famosas caravanas a las que son tan aficionados los políticos catalanes, como aquella en la que acompañaron al señor Homs a prestar declaración, en la que las dotes dramáticas de todos los asistentes, sus posturas hieráticas y sus banderas independentistas al viento, quisieron componer una imagen parecida a aquella famosa fotografía de Okinawa, cuando unos soldados estadounidenses clavaron, en lo alto de una montaña, la enseña nacional de los EE.UU de América. Todo muy preparado, muy conmovedor y teatral, al gusto de quienes se han convertido en una compañía de arte dramático a nivel de toda Cataluña, con lo que intentan, a base de teatro, convencer a los españoles de que les conviene entregarles este pedazo de España para que acaben arruinándolo y convirtiéndolo en uno de los estados bananeros, como los de Suramérica, que han caído en manos de los patrocinadores de Podemos.
Mientras tanto, la señora Colau y sus colaboradores, siguen convirtiendo Barcelona en una sucursal directa del marxismo bakuniano, instaurando un tipo de gobierno asambleario y ácrata, donde los que reciben apoyo son los sinvergüenzas que, sin ningún temor, se apoderan de las viviendas vacías o aquellas en las que sus habitantes se han ausentado por unos días, para entrar a la fuerza en ellas, destrozarlas, robar todo lo que encuentran de valor y después, o se quedan residiendo en ellas bajo la conocida modalidad de okupa o, rizando el rizo, las alquilan a otra persona que, de buena fe se cree que lo hace tratando con su propietario o, aun sabiendo que se está cometiendo un delito, está dispuesta a correr el riesgo, sabiendo que la Justicia, en estos casos, mientras el Estado no tome cartas en el asunto, el trámite por los tribunales de Justicia, es largo, complicado y costoso.
Y es que, la señora Ada Colau, como ya anunció cuando ocupó su cargo de alcaldesa de Barcelona, dejó claro que, para ella, las leyes que no le parecieran bien no contaban y, con su “gran preparación en leyes” estaba dispuesta a implantar aquellas que le interesaran, sin tener en cuenta si estaba amparadas por la Constitución y las leyes españolas o no. En todo caso, no debemos de olvidarnos que, en estos momentos de la política española y de la política catalana, ella está empeñada en conseguir hacer su propio partido, por lo que está manteniendo una batalla sorda con la cúpula de Podemos, encabezada, como no, por el señor Pablo Iglesias que, como es natural, no está conforme en que, una parte tan importante de su partido, pretenda independizarse de la disciplina que ellos ejercen sobre el mismo.
Sin embargo, estamos, de nuevo, ante un problema que puede afectar tanto a Europa como a nuestro país, en especial. Se trata del nuevo intento de Escocia, molesta por el “brexit” que ha triunfado en la GB, algo que ellos no comparten y que intentan evitar que se consume; de intentar, de nuevo, volver a convocar un referéndum para someter a consulta el tema de la independencia de Escocia, una vieja ambición del pueblo escocés especialmente dirigida y mantenida por el señor Alex Salmond. El hecho es que, la primera ministra de Escocia, la señora Nicola Sturgeon, ha resucitado el tema, con harto pesar de la primera ministra, señora May, que, por supuesto, no está dispuesta a que ahora pongan en cuestión su gran proyecto, con un problema de la importancia de una posible nueva consulta en Escocia, cuyas consecuencias podrían significar el poner en peligro todo el programa del brexit. Sin embargo, no se puede descartar que, a Europa, esta nueva ofensiva dentro del mismo RU, le suene a canto de ruiseñores y, se ha llegado a decir que, para poner presión sobre la señora May, se estaban dispuestos a concederle el premio Carlomagno al independentista Salmond.
En todo caso no es de extrañar que, nuestro ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, haya puesto el grito en el cielo recordándoles a los escoceses el hecho de que, Europa, no va a dar la oportunidad de seguir gozando de los privilegios de pertenecer a la UE, a cualquier país que se segregue de uno de los que pertenecen a la misma. Aunque se sabe que, el caso escocés, no tiene ninguna similitud ni se parece en nada a las pretensiones catalanas (Escocia fue en tiempo de los Estuardos un reino independiente), no hay duda de que, conociendo como se manejan todos estos independentistas catalanes, intentarían sacar tajada de la situación, si se pusiera sobre el tapete la cuestión de, si Escocia pertenecía o no en la UE, después de separase del RU.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, comprobamos como no es tan fiero el león catalanista como lo pintan. Va mucho del exhibir banderas separatistas, de quemar retratos del Rey o destrozar banderas españolas, sabiendo que los mossos de escuadra están aleccionados para que no intervengan; que el a jugarse el tipo en actos de rebeldía, cuando lo único que se pone en cuestión es la posibilidad de que, unos políticos, no puedan aspirar a ocupar un cargo público por un periodo relativamente breve. En todo caso, la partida está en su punto álgido y es posible que todavía quede tiempo para que caballos y torres tengan su turno de actuar.
|