Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Social | Sostenibilidad

Crecimiento sostenible

El miedo es causa del expandido dolor que nace, una vez más, de la ira producto del temor, de la concupiscencia de los sentidos, del apego al deseo de las cosas y de la codicia de reconocimientos efímeros
José Carlos García Fajardo
sábado, 20 de mayo de 2017, 11:33 h (CET)
Con el triunfo de la informática, más aún que con el poder ilimitado de la energía nuclear y de los artefactos destructivos al servicio de los intereses de las potencias por medio de la guerra; con la proximidad y la instantaneidad de la información de lo que sucede en cualquier región del planeta tierra; con la agresión de los medios que nos bombardean con imperativos publicitarios aún en la más íntima estancia de nuestros hogares; con la tiranía del tener sobre la evidencia connatural del ser…

las mujeres y los hombres del planeta, los ancianos y los niños, los sanos y los enfermos, los pobres y aún los que se consideran ricos en bienes materiales, sobrevivimos desarraigados en un ambiente de angustia.

El miedo es causa del expandido dolor que nace, una vez más, de la ira producto del temor, de la concupiscencia de los sentidos, del apego al deseo de las cosas, de la codicia de reconocimientos efímeros y, en definitiva, de la desorientación producida por la pérdida del sentido para un vivir con dignidad, en armonía con todo lo que existe, en solidaridad con todos los demás seres y con una trascendencia nacida de la contemplación, de la auténtica experiencia (no de los experimentos) que se adapta a las leyes internas del universo y nos lleva a la plenitud del ser y de la existencia que es la perfecta felicidad a la que todo ser anhela aún sin saberlo.

Nunca el planeta estuvo en una situación tan próxima a la destrucción del ecosistema, a la extinción de millones de personas y a un cambio de paradigma que podría destrozar todos los logros de la humanidad en lugar de abrirse a nuevos modelos que antepongan lo social a lo estatal, lo humano a la tiranía de la tecnocracia y la felicidad al éxito de un crecimiento descontrolado.

En el mundo en que nos tocó vivir impera la desigualdad injusta entre los estados, entre los pueblos y aún entre los seres humanos. El medio ambiente no puede resistir por largo tiempo la agresión sistemática y continua que nos lleva al exterminio de las especies, de la vida en los ríos y en los mares, de los bosques y de la tierra con una galopante erosión y desertización, con situaciones de pobreza, de hambre, de enfermedades infecciosas, de falta de hogar, de incultura y falta de educación básica para más de mil millones de personas, de desarraigo para decenas de millones de emigrantes, de trabajo inhumano para millones de niños, de explotación de centenares de pueblos del Sur por unas decenas de pueblos del Norte, de muertes atroces por guerras en las que el número de víctimas civiles ya supera con creces al de los combatientes, de segregación y discriminación para centenares de millones de seres humanos en un mundo en el que es posible remediar todas estas plagas porque son producto de la injusticia de los hombres y porque el planeta es capaz de alimentar a sus habitantes con tal de que se actúe con justicia, con sabiduría, con inteligencia y con solidaridad.

Y con sentido común, porque en ello nos va la vida.

Por todo esto, corremos el indudable riesgo de institucionalizar los efectos al silenciar las causas de estas injusticias, de estas discriminaciones y de tanto dolor y marginación de seres humanos con idéntico derecho a una vida digna como cualquier otra persona, ya que somos ciudadanos del mundo convertido en comunidad global y con un destino solidario.

Noticias relacionadas

Se ha puesto de moda en muchos medios hablar de la gente de dinero casi como iconos sociales. Lo que es natural en la sociedad de mercado de masas. A la mayoría de esta clase social se les llama ricos, y su función es la de lucirse ante el auditorio para resaltar su persona, reafirmando en algunos el componente narcisista y hedonista para adornar su ego, animándose así a cumplir con la riqueza, mientras puedan.

Transitamos jornadas de absurdo y desasosiego, camino del corazón del invierno en un contexto político y social que no se sospechaba. Se advierte, “in crescendo”, el retroceso del raciocinio y de la lógica, más allá de los cuales solo anidan la nada y el vacío. Sin entrar en consideraciones filosóficas, y ciñéndonos al román paladino, se percibe una creciente sensación de absurdo, considerado por Albert Camus como integrante fundamental de nuestra condición humana.

Muchas son las circunstancias que nos zarandean a diario, compiten con tantos o más impulsos surgidos desde los adentros íntimos de cada persona; en ambos supuestos, el descontrol predomina con la consiguiente intranquilidad. Nos abruma el desconocimiento de los factores condicionantes, con el resultado crudo de la incertidumbre como fondo permanente.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto