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Entre el ruido de sables y el de los “mercados”

Se reforma con prisas la Constitución
Rafa Esteve-Casanova
domingo, 4 de septiembre de 2011, 09:50 h (CET)
Con aquellos mimbres era difícil hacer un buen cesto y la intocable Constitución española tuvo taras desde su nacimiento, lo mismo que una transición política que nos han querido vender como modélica a lo largo de los años y que en realidad supuso para la izquierda tener que guardar la mayoría de sus reivindicaciones en el oscuro cajón del olvido. En los cuarteles los galones de mando los seguían llevando los mismos militares que aclamaban a su Generalísimo y en las comisarías de policía seguían estando los mismos esbirros de la Brigada Política Social que durante años habían estado apaleando estudiantes y obreros que no comulgaban con el ideario oficial que imperó durante años en aquella triste y gris España. Las autonomías todavía no existían aunque los políticos en el poder ya tenían la idea del “café para todos” con el fin de frenar las aspiraciones de los nacionalismos vasco, catalán y gallego. Y así lo hicieron constar en la Constitución incluyendo en su articulado la prohibición de unión entre comunidades limítrofes. Durante años se nos ha estado vendiendo la moto de que la Constitución era intocable y ahora, de la noche a la mañana, los dos partidos mayoritarios, tan distantes en todo ante sus votantes, se ponen de acuerdo con la alevosía veraniega del Agosto y la nocturnidad de las prisas para retocarla sin que los españolitos de a pie tengan derecho a mostrar su opinión. Zapatero y Rajoy han actuado en esta ocasión al dictado de la alemana Merkel pero no han hecho lo mismo que ella hizo en Alemania donde estuvieron durante tres legislaturas debatiendo la necesidad de reformar su Constitución para que nadie sobrepasara los límites de déficit marcados por Europa. Zapatero no quiere retirarse a León con el sambenito de que Alemania le estire las orejas y Rajoy no quiere que se las estiren nada más tomar posesión del poder, así que nada más fácil que ponerse de acuerdo, cuando nunca lo hacen, para hacer una reforma que nadie entiende y que entrará en vigor en el año 2020. Una reforma que no sirve para nada y a la vista está ya que el mismo día en que se aprobaba en el Parlamento la Bolsa volvía a bajar y el diferencial con Alemania subía por encima de los 300 puntos, más o menos la misma canción que venimos escuchando desde hace semanas. Este acuerdo entre los dos grandes partidos es un aviso para navegantes de lo que puede suceder cuando la derecha y la izquierda españolas y españolistas se ponen de acuerdo, con sus votos pueden recortar derechos de las CC.AA, naturalmente de las históricas ya que las otras se los recortan solas y no suelen tener problemas de competencias con el Gobierno de Madrid. No hacia falta esta reforma y en caso de que lo hiciera no eran necesarias tantas prisas, lo correcto hubiera sido informar a los ciudadanos y que éstos, una vez conocidas las realidades, mediante referéndum hubieran tomado una decisión. Pero la ciudadanía tan sólo está para ser paciente con los recortes en Bienestar Social. En Madrid están soliviantados los maestros, en Castilla- La Mancha el personal sanitario, en la Comunitat Valenciana ya no recetan las tiras reactivas para que los aquejados de diabetes comprueben la evolución de su enfermedad y en Catalunya se recortan prestaciones sociales y se cierran servicios médicos de urgencia mientras se hace a los ricos el regalo de eximirles del impuesto sobre las herencias. Y esto no ha hecho más que empezar. La Constitución ha sido reformada en un cambalache entre la derecha de siempre y la socialdemocracia cada vez más firme en la defensa de los privilegios de las derechas, pero al pueblo no se le ha dejado opinar sobre este tema, ni sobre otros que también deberían ser motivo de posibles reformas constitucionales como el derecho a la autodeterminación o si los ciudadanos quieren seguir regidos por los Borbones o prefieren un régimen republicano. En 1978 fueron los sables los que marcaron las directrices constitucionales, hoy en el siglo XXI han sido los que nos “sablean” cada día, los llamados “mercados”, los que han obligado a los políticos de turno a reformar la intocable Constitución al ritmo que ellos marcan.

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