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Los avances científico-técnicos son siempre ambivalentes. Son el fruto de la capacidad humana de hacerse preguntas y avanzar en el conocimiento. Desde el punto de vista práctico plantean un dilema moral relacionado con sus efectos. La llamada “inteligencia artificial” no es, en este sentido, un desafío menor.
Una frase que podemos escuchar frecuentemente, para zanjar una discusión. Siempre me ha llamado la atención: perdono, pero no olvido. Es algo que no está exento de cierto cinismo, porque ahí no existe ni olvido, ni perdón de ningún tipo. En todas las relaciones humanas, profesionales, de amistad, en el matrimonio, no es infrecuente que surjan malentendidos, discusiones y auténticas broncas, a veces motivadas por nimiedades, otras veces por cosas de más calado.
Antes, en mi niñez y posteriormente, todas las iglesias tenían comulgatorio, y los fieles comulgaban de rodillas y en la boca. Soy anciano, algo más que el Papa Francisco, y he visto y sufrido cómo suprimieron los comulgatorios y cómo dan la Sagrada Forma en la mano.
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