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Del Pong a Los Sims y juego porque me toca | |||
Un libro recoge los "1001 Videojuegos a los que hay que jugar antes de morir" | |||
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Además de ser videojuegos, ¿qué tienen en común Call of Duty, Tetris, World of Warcraft, Pokemon, Singstar, FIFA 2010, Street Fighter, Plants vs. Zombies o Space Invaders? Forman parte de los "1001 Videojuegos a los que hay que jugar antes de morir", de la editorial Grijalbo. Se puede tomar por un catálogo editado en forma de libro, pero también es una muestra de la evolución de la sociedad desde los años 70. Allá por el año 1972, nos conformábamos con un par de rayas blancas y un circulito que simulaban un partido de tenis. Es el mítico Pong, desarrollado por Atari, que comenzó viéndose en los bares hasta que se introdujo en los hogares. Aunque para el actual lenguaje audiovisual resulta obsoleto, sigue "enganchando" a quien prueba a jugar una partida. Por mucho que hayan evolucionado los gráficos, muchos videojuegos siguen inspirándose en otro clásico, el Breakout, que consiste en rebotar una pelota contra unos bloques y evitar que desaparezca por la parte inferior de la pantalla. Así ocurre hoy en día con muchos inventos, que disfrazan con nuevos materiales y aliños algo que ya existía. Después llegaron los juegos de "marcianitos"; el ochentero Pac-Man, que en España bautizamos como comecocos porque el inglés aún no se estilaba, y el fontanero Super Mario, que ha sabido adaptarse a cada época sin perder su esencia, como Madonna. Al igual que los reproductores walk-man aislaron a los jóvenes del exterior, la Game Boy abrió la puerta a las consolas portátiles y acostumbró a millones de niños a manejar estos aparatos, que en su madurez los cambiaron por móviles con pantallas cada vez más grandes. El color no era importante, pero la sociedad de consumo cada vez exige más. Por eso, y porque cada vez la fabricación de los procesadores y ordenadores era más barata, en el transcurso de los 90 se comienza a coquetear con los gráficos en tres dimensiones. Así, a partir de 2000, con la aparición de Los Sims, llega el momento de la explosión de los videojuegos, cuyas consolas y títulos son vendidos por millones. El poder adquisitivo de la sociedad aumenta y hay dinero para este tipo de ocio. En esta última década, se experimenta con los juegos en los móviles y en las redes sociales y el mando ya está en desuso. De igual forma, en los cines se está imponiendo el uso de gafas 3D, para parecernos más a aquel futuro tecnológico que en los años 70 se imaginaban. Además, las compañías no se molestan en traducir los títulos, porque el inglés está ampliamente extendido. De este modo, "1001 Videojuegos a los que hay que jugar antes de morir" hace un repaso cronológico a cada década y se pueden consultar las críticas de los juegos según los títulos o por sus desarrolladores. ¿Quién decide cuáles son creaciones imprescindibles? Un grupo de críticos y expertos del sector seleccionados por Tony Mott, editor de la revista estadounidense sobre videojuegos "Edge". El libro, para cualquier aficionado, es un largo pasatiempo de buscar y encontrar los juegos a los que ha dedicado tantas horas de su vida. Pero si no está acostumbrado a leer 960 páginas, con poco texto y grandes fotos, quizá le baste escuchar al rapero barcelonés Porta y el repaso que hace a los videojuegos y consolas que han marcado su historia en su canción "Mi frikimundo". |
Este lunes, 7 de abril, el escritor y académico poblano Salvador Calva Morales cumple ochenta y un años de vida. Su existencia en este plano terrenal ha estado marcada por una actitud férrea, siempre en busca de superar los límites propios y aquellos que la mayoría da por asentados.
El escritor hispano-argentino presentó en València ‘Hasta que empieza a brillar’, la biografía novelada de la lingüista y lexicógrafa María Moliner, autora del ‘Diccionario de uso del español’ que tantas generaciones de escritores y lectores han utilizado.
Hoy quiero dedicarme este soneto, porque hasta ahora nadie lo había hecho; mas puede ser, que quede algo maltrecho, si me tachan de altivo o de paleto.
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